domingo, 31 de mayo de 2015


FESTIVIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Por el P. Clemente Sobrado

San Mateo  28,  16 - 20:

Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se acercó a ellos y les habló así: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.”

Reflexión

Amigos. La Iglesia celebra hoy la festividad de la Santísima Trinidad, la fiesta de Dios Padre, de Dios Hijo y de Dios Espíritu Santo. A Dios, nos dice Jesús, nadie le ha visto, solo Él. Celebramos al Dios que se revela a sí mismo y tal como Él se nos revela. Aquí tendremos que decir: “Dejar a Dios ser Dios.” Dejarle ser Él mismo.

Por otra parte, cada uno siente y experimenta a Dios personalmente. Cada uno tiene una experiencia personal de Dios.

Se trata de un Dios que se manifiesta como palabra, como relación y como comunicación. Un Dios en comunión no solo trinitaria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, sino también en comunión con los hombres.

Un Dios que, y esto tenemos que metérnoslo en la cabeza, no condena sino que quiere que todos los hombres se salven. El Cardenal Martini dicía: “que existe el infierno no tengo dudas. Pero sí tengo serias dudas de que alguien esté en el infierno.”

Un Dios que se nos revela como amor, a través del Espíritu Santo que es el amor trinitario. Un Dios capaz de entregarnos a su propio Hijo para que todo el que crea en Él tenga la vida eterna. Un Dios que se encarnó un día en nuestra condición humana y sigue encarnándose cada día en cada hombre.

Por tanto, la Fiesta de la Santísima Trinidad, no es solo la fiesta de Dios en sí mismo, sino la fiesta de Dios en nosotros y la fiesta de nosotros en el misterio de Dios. Ni Dios sin los hombres ni los hombres sin Dios. Su amor nos ha hecho parte de Él mismo.

domingo, 24 de mayo de 2015



PENTECOSTÉS
"Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros".
Por el P. Clemente Sobrado


San Juan  15, 26 -27, y  16,  12-15:


“Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio. Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros.”

Reflexión

Queridos amigos, hoy celebramos la festividad de Pentecostés o, dicha de una manera más simple, la Festividad del Espíritu Santo. El Evangelio que hemos leído nos marca la actividad del Espíritu Santo en la Iglesia y en cada uno de nosotros.

Lo primero: El Espíritu Santo es el regalo pascual de Jesús a su Iglesia: “que yo os enviaré”. Es el Espíritu de la verdad.

Lo segundo: El Espíritu Santo y nosotros estamos llamados a dar testimonio de Jesús ante los hombres: “Él dará testimonio de mí” y “vosotros también daréis testimonio”.

Lo tercero: El Espíritu Santo nos guiará “hasta la verdad completa”.

Lo cuarto: “Nos anunciará lo que está por venir”.

Como veis Jesús nos presenta la figura del Espíritu Santo como el alma y continuador de su obra en el mundo. A la vez, destaca dos elementos que nunca debiéramos olvidar: “es el Espíritu de la verdad”. Una verdad que nunca está completa del todo. Es la verdad que Él irá descubriéndonos poco a poco hasta que lleguemos a la verdad plena. Pero no solo eso, nos “anunciará lo que está por venir”. Quiere decir que no todo está terminado, que la obra de Dios sigue y continúa en la historia. Nos hace mirar hacia delante. Cada día damos un paso, pero cada día tenemos que descubrir lo que “aún está por venir”, lo que está por suceder, nos pone en un proceso de desarrollo constante y un vivir al día con los avances y el caminar de los hombres.

Nos recordará el pasado, pero mirando hacia el futuro. El pasado es lo que ya hemos hecho. El futuro es lo que aún tenemos que hacer. Por eso el Evangelio se va escribiendo día a día en nuestra historia. Dios y el Evangelio y Jesús se van actualizando cada día.

viernes, 22 de mayo de 2015


SAN ROMERO DE AMÉRICA, MÁRTIR DE LA JUSTICIA
Un beato con aire de santo
Por Juan Borea Odría

La Iglesia beatificó a Mons. Óscar Romero como mártir de la fe en la ciudad de San Salvador el 24 de Mayo de 2015. Mons. Romero nació en 1917 y murió asesinado en San Salvador en 1980.

Su vocación sacerdotal se inició muy temprano. En 1931, a los 13 años ingresó al seminario menor de su departamento, concluyó sus estudios en Roma y fue ordenado en esta misma ciudad el año 1942. Al año siguiente volvió a su país e inició su labor como párroco de Anamorós, después párroco de la Catedral de Nuestra Señora de la Paz, en la ciudad de San Miguel. Sucesivamente fue nombrado como secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador (CEDES, 1968), obispo Auxiliar de San Salvador (1970) y obispo de la diócesis de Santiago de María (1974. Reconocido por su vida sencilla, trabajo laborioso y la atención a los pobres y niños, aunque conservador y contrario a las nuevas orientaciones del Concilio Vaticano II.

En 1997 el Papa Pablo VI lo nombró Arzobispo de San Salvador. Su país vivía un ambiente de convulsión social y política. Había una confrontación entre los movimientos populares reclamando sus derechos y el gobierno militar reprimiendo para controlar la situación; y, al lado parte de la Iglesia salvadoreña solidarizándose con las causas de los grupos sociales que consideraban justas. Como consecuencia, esa Iglesia era condenada como política, subversiva, comunista y sufría detenciones, expulsiones de sacerdotes, muertes de laicos de las comunidades cristianas.

En esas circunstancias, Mons. Romero salió al encuentro de las poblaciones y las comunidades cristianas como pastor a conocer la verdad de los hechos; constata los hechos de violencia directamente en el lugar, recoge testimonios e informaciones; luego denuncia esos actos ante la opinión pública, detallando cada caso. Los reclamos justos de los pobladores, la represión y muerte de que son objetos y particularmente los asesinatos de sacerdotes y laicos fueron cambiando su visión sobre su país. Sus biógrafos afirman que el asesinato el padre jesuita Rutilio Grande García de la parroquia de Aguilares, junto con el catequista Manuel Solórzano (70) y Nelson Rutilio Lemus (16), fue el momento de su conversión. En él comprendió la injusticia que vivía su país, que la pastoral de esa Iglesia era evangélica y la causa de la persecución que sufre. Más tarde dirá:

“Es, pues, un hecho claro que nuestra Iglesia ha sido perseguida en los tres últimos años. Pero lo más importante es observar por qué ha sido perseguida. No se ha perseguido a cualquier sacerdote ni atacado a cualquier institución. Se ha perseguido y atacado aquella parte de la Iglesia que se ha puesto del lado del pueblo pobre y ha salido en su defensa. Y de nuevo encontramos aquí la clave para comprender la persecución a la Iglesia: los pobres. De nuevo son los pobres lo que nos hacen comprender lo que realmente ha ocurrido. Y por ello la Iglesia ha entendido la persecución desde los pobres. La persecución ha sido ocasionada por la defensa de los pobres y no es otra cosa que cargar con el destino de los pobres” (Lovaina, 02, febrero, 1980).

Desde aquél momento intensificó su labor pastoral implicándose con la vida de su país. Su opción por los pobres se hizo clara, la denuncia de la injusticia y la violencia, el anuncio del amor liberador de Jesucristo y la convocatoria a la paz, la reconstrucción del país y la creación de un sistema verdaderamente democrático se hicieron frecuentes. También creó el "Comité Permanente para velar por la situación de los derechos humanos". Esa labor, a él mismo lo convirtió en una persona controversial tanto para la sociedad salvadoreña como para su propia Iglesia: “Para unos soy el causante de todos los males, como un monstruo de maldad; para otros, gracias a Dios para el pueblo sencillo, soy sobre todo el pastor” (Abril, 1978).

Monseñor Romero fue consciente que su compromiso evangélico podría costarle la vida, además ya había recibido amenazas de muerte. Su presentimiento lo escribió en su cuaderno de Ejercicios Espirituales: “Mi disposición debe ser dar mi vida por Dios. Cualquiera que sea el fin de mi vida, las circunstancias desconocidas se vivirán con la gracia de Dios. Él asistió a los mártires y, si es necesario, lo sentiré muy cerca al entregarle mi último suspiro. Pero lo más valioso del momento de morir es entregarle toda la vida y vivir para Él”. Aun así, continuó con su compromiso sacerdotal.

Fueron célebres sus homilías dominicales. En la última homilía (Domingo de Ramos, 23 de marzo de 1980) hizo un llamado a las bases de la Guardia Nacional, de la policía y de los cuarteles para que no obedezcan la orden de matar, que concluyó así: “En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión”. Esa homilía fue su sentencia de muerte. Al día siguiente, el 24 de marzo de 1980, un franco tirador le disparó directo al corazón, mientras celebraba una misa en la capilla del Hospital de la Divina Providencia en San Salvador.

Aún muerto su vida siguió siendo controversial. Unos lo declararon mártir como Mons. Pedro Casaldáliga y otros lo condenaron. El proceso de su beatificación duró 53 años. Gracias al Papa Francisco su causa se agilizó y el 3 de febrero de 2015 fue reconocido como mártir «por odio a la fe» por decreto promulgado por la Congregación para las Causas de los Santos. Muchos coinciden, entre ellos el P. Gustavo Gutiérrez, que "Monseñor Romero es mártir de la Iglesia Católica por odio a la fe en virtud a su postura clara, vertical, de defensa del ser humano por el Evangelio". (Mons. José Luis Lacunza, cardenal de Panamá).

La beatificación de Mons. Romero es una bendición también para América Latina y el Caribe y para los miembros de la Iglesia peruana que se solidarizaron por la causa de los pobres, buscaron la justicia para lograr la paz y que alienta el camino de los que transitan por la misma senda del Evangelio.

domingo, 10 de mayo de 2015

 
JESÚS, PAN DE VIDA
"Permanezcan en mi amor"
Por el P. Clemente Sobrado
 

San Juan  15,  9 - 17:

“Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegra sea plena. Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros.”

Reflexión

Queridos amigos: Llegamos a este sexto y último domingo de Pascua, pues el próximo domingo celebraremos ya la fiesta de la Ascensión. Estos dos últimos domingo, el quinto y el sexto, se completan mutuamente. El pasado domingo el problema era la vida, vivir la vida de Jesús permaneciendo unidos en Él como los sarmientos al tronco de la vid. Hoy el tema es el amor. Vida y amor, los dos elementos fundamentales. Y el paralelo es también el mismo.

El Pasado domingo Jesús era la vida y nosotros llamados a vivir de su vida. Hoy Jesús es el amor y nosotros estamos llamados a vivir de su amor.

Por tanto, el Evangelio de hoy es sumamente rico y esperanzador. Primero, nos dice que nos ama a nosotros como el Padre le ama a Él. ¿Os lo imagináis?

En segundo lugar, nos manda que vivamos alegres, pero participando de su propia alegría. Jesús no quiere seguidores tristes y que viven todo el día amargados, por eso nos da una serie de razones para poder estar alegres y vivir de la alegría, pero de una alegría plena. De la buena.

La primera razón para la alegría: saber que El nos ama. La segunda: que somos sus amigos. La tercera: que Él mismo nos ha elegido, somos elegidos de Él. Y cuarta: que nosotros estamos llamados a amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado.

Como os dais cuenta, Él va siempre por delante: Él es la vida. El Padre le ama y Él nos ama. Él nos hace amigos suyos. Él nos elige y Él nos regala el amor con que nosotros tenemos que amarnos. ¿Nos parece un mensaje maravilloso? Por eso Juan puede escribir: “Dios nos amó primero.” Aquí tendríamos que decir, ¿hay alguien que dé más? Se trata de un Evangelio que debiéramos leer todos los días al levantarnos. Así nuestros días, aún en medio de sus dificultades, estarían llenos de luz y de esperanza.

viernes, 8 de mayo de 2015

MADRE: MANANTIAL DE CARIÑO


Manantial de cariño
mar inmenso de alivio
pedacito del cielo en mi sentir
Has sido madresita
tu existencia bendita
para eL niño que aun soy para ti

Lo que pueda decirte madre
siempre poco será
mas soy parte de tu sinceridad
Hoy con ella en mi alma Madre
hoy te kiero decir
que has hecho lo mejor de mi vivir

Amo, amo tu felicidad
amo tu mirada buena
tu ternura y tu bondad
Amo tu cansancio al caminar
y esa huellas que en tu rostro
nacieron de tanto amar
TE AMO MAMA

Amo, amo tu felicidad
amo tu mirada buena
tu ternura y tu bondad
Amo tu cansancio al caminar
y esa huellas que en tu rostro
nacieron d tanto amar
TE AMO MAMA
Amo, amo tu felicidad
amo tu mirada buena
tu ternura y tu bondad.
Amo tu cansancio al caminar
y esa huellas que en tu rostro
nacieron de tanto amar
TE AMO MAMA
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