lunes, 4 de julio de 2016


LA DIFICULTAD DE CAMBIAR LOS PARADIGMAS. 
Dos botones para muestra
Juan Borea Odría

Si hay algo difícil de cambiar en una sociedad, y especialmente en educación, son los paradigmas que guían nuestro actuar; usamos nuevos lenguajes, vestimos diferentes ropajes, pero a pesar de ello subsisten estructuras de pensamiento que son las que en el fondo mueven a la acción. Esta dificultad también subsiste entre nosotros los docentes, y en los funcionarios del Estado. Comparto con ustedes en esta breve reflexión dos ejemplos de publicidad del que nos pueden ayudar a no cometer esos errores cuando nos dirigimos a nuestros alumnos.


Para el primer ejemplo parto de la convicción que tenemos todos formalmente que la educación básica (inicial, primaria y secundaria) tiene un objetivo formativo en sí, no es solamente un puente para llegar a otra etapa. Es decir, no es pre-universitaria, pre-militar, pre-religiosa, pre-deportiva….La educación básica tiene el objetivo del desarrollo integral de la persona, de sentar las bases para su felicidad, su conciencia ciudadana, y similares. La misma acción del Ministerio entiende esto en su discurso, y por ello desalienta con restricciones a los llamados colegios pre universitarios.

Sin embargo en el loable esfuerzo por disminuir la deserción escolar, en especial en secundaria, la Presidencia del Consejo de Ministros ha inundado con avisos televisivos e impresos con un mensaje contradictorio: motivando a graduarse en el colegio porque “es el inicio para que puedas realizar tus estudios superiores, ser un profesional y seguir avanzando en tu vida”. Es decir, valora la básica no como un período con sus propias metas formativas, sino como puente al ideal: los estudios superiores. Y si tomamos el sentido contrario, quien no realiza estudios superiores no puede seguir avanzando en la vida.

Ministro Saavedra afirma que para alcanzar la nota más alta en educación y seguir avanzando necesitamos de todos 

(Web del Ministerio - domingo 3 de julio 2016)


Para el segundo ejemplo hago notar que a raíz del currículo recientemente aprobado (sin la consulta que manda la ley, permítanme siempre recordarlo), las autoridades del Ministerio han hablado hasta la saciedad de la nueva manera de evaluar, que la evaluación es formativa y no sumativa, que lo que se valora es el proceso, el esfuerzo, que de los errores se aprende, que no importa la nota sino el trabajo gozoso… Sin embargo, el lema del Ministerio para este año, que se sigue repitiendo, es: “Rumbo a la nota más alta”
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