Una Iglesia que avanza
Por Juan Borea Odría
Del 4 al 25 de octubre se llevará a cabo un evento que será fundamental para la Iglesia de hoy: la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que tratará sobre “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”. Será fundamental no solamente por el tema (por demás urgente y acuciante), sino porque se configura como el primer escenario de conflicto abierto en el presente pontificado entre dos maneras de entender la fe: la de quienes se aferran al dogma entendido como un conjunto de normas y prescripciones a las que atribuyen categorías de fe que les dan seguridad, y la de quienes priorizan seguir el mensaje y la vida de Jesús de Nazareth con una visión comprensiva y abierta a los gozos, esperanzas y tristezas del mundo.
Este enfrentamiento es casi inherente a la naturaleza humana y se ha dado desde los inicios de la Iglesia (cf. Hechos de los Apóstoles), pero con el ritmo cada vez más acelerado de la evolución tecnológica, social y cultural de la humanidad, se hace más intenso. El gran hito de este enfrentamiento se dio de manera abierta en el Concilio Vaticano II (recomendamos ver la película “Juan XXII, el Papa bueno” https://www.youtube.com/watch?v=prRrxxDgsOI ), continuó de forma encubierta en los siguientes 50 años, y se reavivó en el cónclave para elegir al sucesor de Benedicto XVI. El sínodo de la familia ha tocado temas que para muchos son inamovibles, y harán necesariamente cuestión de Estado; la manera como se resuelva el conflicto nos dará las luces de lo que podrá pasar más adelante.
De por sí la convocatoria al Sínodo Episcopal ha significado un gran cambio en el estilo tradicional de los anteriores sínodos; vale recordar que esta figura fue instituida por Paulo VI en 1965 como un desarrollo de la doctrina del Vaticano II, pero pronto fue “capturada” por la Curia para prevenir los probables “peligros” (para su poder y su concepción) de una apertura eclesial más abierta. En este caso se ha convocado apenas ocho meses después que Bergoglio asumió el Papado (una rapidez solamente comparada con la convocatoria del Vaticano II a apenas tres meses de asumir Juan XXII el suyo). La metodología ha sido de tipo participativo, pues en lugar de un texto partió de preguntas sobre temas fundamentales y cuestionadores que habían sido dejados de lado en la discusión oficial; preguntas hechas a toda la Iglesia y que provocaron una discusión abierta, más allá del intento de algunos obispos por controlarlas o mediatizarlas. Está precedida por un primer encuentro (Asamblea Sinodal Extraordinaria de 2014) sobre “Los desafíos pastorales de la familia”, en el que se hizo una invitación a los Padres Sinodales a expresar abiertamente su pensamiento, independientemente del sentir de la curia.
Más allá de los avances, la composición del Sínodo tiene limitaciones que inevitablemente pesarán en las conclusiones, y que es necesario señalar para superarlas en el futuro. Lo integrarán mayoritariamente varones célibes que no conducen una familia como la mayoría de las familias del mundo; habrá escasa presencia de mujeres y de parejas (12 expertas en pastoral familiar y 14 parejas invitadas por el Papa); no hay representación de católicos homosexuales o de divorciados vueltos a casar que puedan hacer sentir su voz de manera directa.
El Instrumentum Laboris del próximo Sínodo, sobre el cual versará el debate, ha sido publicado http://www.vatican.va/roman_curia/synod/documents/rc_synod_doc_20141209_lineamenta-xiv-assembly_sp.html Es un documento muy rico, que parte no de definiciones dogmáticas, sino de escuchar los desafíos que afronta la familia (primera parte), continúa con el discernimiento de la vocación familiar (segunda parte), y culmina con la misión de la familia hoy (tercera parte).
Pero desde ya se avizoran los puntos más confrontacionales: la admisión a la comunión a las personas divorciadas vueltas a casar, la posibilidad de una segunda bendición a las parejas que se unen luego de un divorcio (como sucede en la Iglesia ortodoxa), la acogida en la iglesia a las parejas homosexuales, y otros similares, que una de las posiciones considera como contraria a la doctrina de la iglesia católica. (Ver https://www.aciprensa.com/noticias/etiquetas/sinodo-de-la-familia-2015/
Al respecto es ilustrativo transcribir la opinión del Cardenal Kasper sobre la misma: “Temen un efecto dominó, que si una cambia un punto todo colapse (…) Todo esto se vincula con una interpretación ideológica del Evangelio, pero el Evangelio no es un código penal. Como el Papa dijo en la exhortación apostólica Evangelium Gaudium citando a Santo Tomás de Aquino, el Evangelio es una gracia del Espíritu Santo que se manifiesta en la fe que obra por el amor. (…) Es una realidad viviente en la Iglesia y nosotros tenemos que caminar con todo el pueblo de Dios y ver cuáles son sus necesidades. Luego debemos hacer un discernimiento a la luz del Evangelio, que no es un código de doctrinas y mandamientos. No podemos tomar una frase del Evangelio y de ahí deducirlo todo. Hace falta una hermenéutica para entender todo el mensaje del Evangelio y luego diferenciar qué es doctrina y qué disciplina”.
Debemos seguir con atención el Sínodo, tanto por el importante tema a tratar, como por el debate que va a procesar. Confiemos en el Espíritu de Dios para que se haga presente en un momento clave para la vida de la Iglesia.
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