domingo, 30 de diciembre de 2012

 
LA FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA
LA RESPUESTA DE UN NIÑO
¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?
Por Enrique Galarreta

Lucas 1 ,41-52:

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
—Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.
Él les contestó:
—¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.

Reflexión

La familia de Dios. No me estoy refiriendo a los de Nazaret, sino a nosotros, la humanidad. Sobre la familia de Nazaret apenas sabemos nada más que el disgusto del Templo de Jerusalén que leemos hoy. La imaginamos como familia modelo, sin más. Pero de la familia humana sí sabemos mucho: es el sueño de Dios, la finalidad última de la Creación, el Proyecto de Jesús, lo que Jesús llamaba "El Reino".

Y es que una familia biológica (abuelos, padres, hijos...) puede existir y no ser una familia. Lo mismo pasa en la humanidad, que puede no ser una familia sino una perpetua guerra. La familia no es una relación biológica, es una relación de respeto, de amor, de comprensión.

Y cuando esto sucede, la familia es un sacramento, una imagen viva y activa de Dios mismo y de la humanidad soñada por él. Padres que se siguen queriendo después de años de matrimonio, hijos que se sienten queridos por sus padres ... difícilmente encontraremos mejor imagen de Dios y de la humanidad.

Y es que lo que cuenta es el Espíritu. Resulta estremecedor aquel pasaje de Lucas:

Una mujer de entre la multitud alzó la voz y le dijo: - ¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron! Pero él repuso: - Mejor: ¡dichosos los que escuchan el mensaje de Dios y lo cumplen!

Para Jesús, ni su madre es más importante que hacer las cosas al estilo de Dios. En nuestros días asistimos a un enorme interés de la Iglesia por la familia, y está muy bien. Pero con una condición básica: que los padres escuchen el mensaje de Dios y lo pongan en práctica.

Lo que solemos llamar "la transmisión de la Fe" no se produce por sermones ni catequesis, sino con una vida de amor y respeto, con una vida al estilo de Jesús.

Los padres tienen una maravillosa misión, que no es dejarles a sus hijos una posición económica desahogada, ni siquiera una formación académica: la esencia de su misión es presentarles a Jesús como alguien atractivo, convincente, fascinante y eso sólo se consigue viviendo al estilo de Jesus.
 
Fuente
Camino misionero

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