jueves, 14 de julio de 2011


LA IMPORTANCIA DEL DEPORTE EN LA FORMACIÓN INTEGRAL
Motivemos a nuestros hijos a practicarlo
 

Empecemos con una aclaración: el deporte mal llevado puede ser una fuente de deformación física y moral; pero BIEN LLEVADO es un elemento importante en la formación integral de las personas.

El deporte ayuda al desarrollo sicomotriz. La enseñanza de fundamentos deportivos y luego la práctica deportiva misma permiten la coordinación motora, la sincronización, el crecimiento óseo y muscular, fortalecen todo el organismo. Esto es ampliamente conocido, pero hay mucho más.

El deporte es clave en la formación de la personalidad. Ayuda a la constancia por los entrenamientos a veces tediosos y repetitivos pero sin los cuales no hay posibilidad de éxito. Ayuda a ser capaz de enfrentar las dificultades, pues muchas veces el deportista deberá superar dolor y cansancio con la mirada puesta en un mejor rendimiento. Ayuda en generar un espíritu de equipo y de compañerismo, pues es en equipo que se enfrentarán a los adversarios. Ayuda a ser humilde porque siempre habrá partidos que se pierden que ayudan a reconocer los propios límites, y al mismo tiempo a ser generoso, pues cuando se gana la alegría viene de la propia superación y nunca de la humillación al derrotado. Ayuda a no tener miedo al enfrentamiento: en la vida habrá que confrontar con otros, y el saber pararse sin miedo en el campo, chocar con otros, recibir golpes y darlos en la búsqueda leal del balón hace que se pierda el temor al conflicto. Ayuda a la disciplina, pues sin ella no hay ninguna posibilidad de éxito. .

Por todo esto promovemos el deporte, y decimos a los padres e hijos que la ausencia de práctica deportiva en un niño y adolescente enerva muchas de sus posibilidades de crecer como persona.

Quiero terminar con una anécdota personal: en mi primaria yo casi no hacia deporte. A pesar que mi colegio tenía canchas, coliseo y piscina, como yo era gordo los profesores de educación física casi no se preocupaban de nosotros, y las canchas eran para los “buenos”, los que eran de la selección. En segundo de secundaria ingresé a un internado (la Villa Marista) donde éramos 22 en toda la secundaria, y donde era obligatorio jugar un día fútbol y un día básquet. Al jugar fui perdiendo miedo a fallar, desarrollé mi organismo, y en tercero ya era capitán del equipo de fútbol y en quinto además asumí la capitanía del básquet. Ya no solo jugábamos entre nosotros, sino que salíamos a competir con diversos colegios. Al principio no teníamos muchos éxitos, pero poco a poco fuimos ganando confianza y empezaron a llegar los triunfos. Hoy a mis cincuenta y ocho años sigo haciendo deporte, porque se volvió parte de mi vida.

A eso aspiro con los alumnos: a que venzan sus miedos, a que hagan deporte, a que gocen con el mismo, a que cuando sean jóvenes y luego adultos sigan con la práctica deportiva como parte de su vida cotidiana.

Suelo decir a mis alumnos cuando los entreno o dirijo en una competencia que para el deporte hay cuatro cosas fundamentales: la primera, el espíritu deportivo, el coraje, la garra, la constancia. La segunda el estado físico. La tercera los fundamentos. La cuarta la táctica, el juego en equipo. Lo primordial es la primera; cuando existe el espíritu lo demás se consigue.

Hagamos deporte BIEN LLEVADO, y motivemos a nuestros hijos a practicarlo.
Juan Borea Odría

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