Los Gestores del Manuel Ramírez Barinaga
Cuando algo empieza, todos sabemos que cuesta. Cuando comenzamos el día, nos resulta dificil el despegarnos de la cama y emprender una nueva jornada. Cuando iniciamos una carrera o abrimos un negocio, del mismo modo, aunque existan muchas ganas, siempre demandará un gran esfuerzo. La historia del Colegio Manuel Ramírez Barinaga, no está ajena a las analogías anteriores.
El Maristas de San Juan en marzo de 1968 |
Padres de familia, profesores, personal administrativo, autoridades y alumnos, han permitido que el mensaje altruísta de Marcelino Champagnat viva en el ambiente de cada una de sus aulas durante todo este tiempo. Sin embargo este mensaje no podría ser puesto en práctica sino existiera una infraestructura acorde con los tiempos en que vivimos. Aulas, patios, auditorios, coliseo, piscina, laboratorios y un etcétera muy largo, equivalen a mucho esfuerzo económico, y San Juan de Miraflores en aquellos tiempos -cuando se gestaba el colegio- era un distrito en formación y los pobladores, eran gente de clase media baja que empezaban también a sentar las bases y emprender la aventura de formar a sus familias.
Es aquí que llega a mi mente personajes tan queridos y tan trabajadores -que a decir verdad ya no se ven ahora- que sacrificando mucho de sus valiosos tiempos, emprendieron la titánica labor de colocar los primeros cimientos, colaborando con los hermanos maristas en dar forma a lo que sería años más tarde en uno de los centros educativos más importantes de la zona y de toda Lima.
Alumnado en formación 1972 |
Rifas, Bingos, donaciones, eventos sociales, hicieron posible a finales de los años sesenta, que el colegio fuera tomando forma. El terreno donado -que estuvo a punto de perderse hace algunos años- los pupitres y/o carpetas cedidos por colegios como el Champagnat y el San Isidro, enseres complementarios otorgados gentilmente por el San José del Callao, sirvieron para que los primeros alumnos pudieran recibir dignamente el dictado de clases en las primeras aulas construídas de cartón y madera. Aquí los padres de familia fueron pieza muy valiosa ya que algunos de ellos trabajaron en la construcción de esas aulas, algunos donando materiales y otros poniendo mano directa en su edificación.
Sra. Candiotti y Luis López |
Hemos sido testigos también del trabajo casi anónimo de padres de familia que dedicaron horas al servicio del colegio, muchos desde la presidencia de la Asociación de Padres de Familia (hoy APAFA) y otros desde el llano, poniendo el hombro desinteresadamente. Don Luis López Sartori (padre de nuestro amigo José Alberto) que por años estuvo al mando de la asociación y que supo gestionar toda una serie de proyectos exitosos y encaminar de buena fe, las donaciones que tanto necesitábamos. Hombre que no medía esfuerzos, y que jamás nada le parecía imposible de realizar. Cuando el hermano Jorge Denegri, el hermano Juan Rovira o Manuel García (directores todos) le proponían un proyecto, él inmediatamente junto con el grueso de la asociación, se disponían a trabajar y solucionar la demanda de los estudiantes que cada año aumentaba. Dueño de una gran ferretería, muchas veces vi a don Lucho donar materiales de construcción a cambio de nada. El tiempo hace que nos volvamos ingratos muchas veces con la gente, ese es el caso de Don Lucho López, ahora muy enfermo y postrado en cama.
Como él existen muchos hombres y mujeres que aportaron algo de ellos y se incorporaron -quieran o no- a la historia del Maristas de San Juan. Higinio Saravia, Alberto Ojeda, José Bustamante, Pedro Velazco, Filiberto y Rosa Cornelio, Andrés Peña, Manuel Rodríguez, Francisco Cárdenas, Sra. Candiotti, Tomás Uribe, la mamá de nuestro amigo Martín Johnson y la lista interminable sigue (disculpen si me olvido de alguno) Reuniones tres veces por semana y hasta muy tarde era lo que se repetía siempre. Había que supervisar las camionadas de arena y piedra, ladrillos, cemento, etc, por turnos diurnos y vespertinos. Acuérdense que esos tiempos no existía el cerco perimétrico que ahora tiene el plantel y existía la necesidad de seguridad. Esto tan solo por citar un ejemplo de acciones que se tomaron por aquellos años.
APAFA de 1978 |
Paco Cárdenas Linares
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