Hablar del colegio y de su historia es también referirse a aquellos hombres que día a día le dan el toque de orden y guardan la correcta imagen que el plantel debe proyectar. Nos estamos refiriendo al personal de mantenimiento y limpieza del Ramírez Barinaga.
Quién de nosotros no recuerda a Emiliano Soto, aquel representante de toda esa gentita que estaba detrás de que nada falte y todo esté en su lugar en el colegio. Con este artículo quiero reconocer el enorme y silencioso trabajo de hombres como Soto hicieron por nuestro colegio en el tiempo en que éramos estudiantes. Jorge Rivas, Carlos Huamán, Evaristo y Venancio Soto, "Petete", Alvarado y el mismo Emiliano fueron los pilares por donde descansó la responsabilidad de mantener las instalaciones del Ramirez Barinaga durante todos estos años.
Emiliano fue testigo también de nuestras travesuras, de nuestras "tiradas de hora". Aunque nos correteaba a veces con los perros cuando íbamos al colegio por las tardes, siempre era una diversión aparte porque siempre tenía el corazón más grande que su cabeza y nos perdonaba. Muchas veces cómplice callaba cuando me pillaba en falta, me acuerdo que me amenazaba diciendo: "Ya le voy a decir lo que haces a Panchito" -mi padre tenía a su cargo la cafetería del colegio en aquel tiempo- al final solo era pura amenaza y todo quedaba allí nomás.
Hace unos años lo encontré en el patio del colegio. Yo estaba coordinando las actividades por las Bodas de Plata de nuestra promoción y salía de una entrevista con el hermano Director. Fue muy grata la sorpresa cuando lo ví después de muchos años, parecía que el tiempo no hubiera pasado, me reconoció al toque a pesar de haber cambiado mucho y nos dimos un fuerte abrazo.
- Sotito, cómo es que llegaste a trabajar en el colegio?
- Eso fue hace mucho. En ese tiempo yo vendía ropa en Chorrillos, pero el negocio no era constante, a veces se ganaba y a veces no, ya tenía mujer y una hija y la situación apremiaba. Un amigo jardinero que hacía de vez en cuando trabajos aquí en el colegio me dió el dato, en ese momento buscaba cesped para las canchas de futbol del colegio. Se enteró que necesitaban guardián, me lo dijo pero no me interesaba la chambita de guardián. Un día traje cesped cuando mi amigo no estaba disponible y fue mi primer contacto con el colegio. Uyyyy me dije! este colegio es muy grande, va a ser muy dificil el cuidarlo, recién estaban terminando las paredes del cerco, me acuerdo.
- Pero como te animaste después?
- Me recibió el finado hermano Rovira, ese viejito que cogeaba...¿te acuerdas?
- Claro...un gran director.
- Bueno, él me preguntó si quería trabajar por las tardes en la limpieza de los salones y también de guardián. Sin pensarlo acepté ya que podía vender mi ropita en las mañanas y en la tarde tener otro trabajito no me caería mal. Pasó unos meses y me propuso que como era guardián debería vivir en el colegio. Yo le dije que tenía familia y me dijo que me venga a vivir con todos ellos aquí...¿donde? dije yo. El buen hermano me dijo que me construyera mi casita en el mismo colegio y sobre el pucho levanté mi casa.
- Realmente tuviste mucha suerte en caer aquí Soto ¿no?
- Sí, para qué, el hermano Rovira se portó muy bien conmigo y confió mucho en mí desde el primer momento. El hermano era muy empeñoso, nos enseñaba cómo debíamos de trabajar, él mismo sembró los árboles que rodean la cancha de futbol y mandó colocar las bancas. Otra cosa que hizo tambien el hermano Juan es chequear la construcción y pintados de las carpetas durante el mes de marzo. Las que nos regalaban los otros colegios maristas como el Champagnat o el San Isidro las ponía en la parte de atrás de los salones de clase, era muy detallista.
La conversación se tornaba cada vez más amena, nosotros sin importarnos nada estábamos parados en mitad del patio de primaria. Cuando agarró la viada en el hablar no paró hasta el final, lo veía tan emocionado en toda la conversación que los ojos le brillaban al recordar sus inicios en el colegio.
- Todos los hermanos eran como Juan Rovira?
- La verdad que todos eran buena gente. Tenían don de mando, pero siempre eran tratables, muy caballeros y sobre todo muy humanos. El Hermano Manuel (el colorao, y se rie) era amigo de todos. Muy tratable, pero cuando ponía disciplina era muy derecho. Fue tanta su amabilidad que le dió becas de estudio a mis hijas.
- Qué tal suerte Sotito. Tu vida era misma "Pensión Soto"...jajajaja.
- Lo de casa, comida y.....(sonrisas) Bueno no tanto pero se me facilitó las cosas y yo me daba todo en el trabajo como retribución a tanta amabilidad. También recuerdo con mucho cariño al Hermano Mario Duque, él era muy bueno y nos ayudaba mucho.
- Cuando hablas en plural, lo dices por tu familia o por alguíen más?
- Por mi familia y por otros colaboradores. Acuérdate que ya habían pasado los años. Yo ingresé en 1972 y en 1978, el colegio ya había crecido bastante. Ese año trabajaban aquí mis hermanos Evaristo y Venacio, Jorge Rivas, Carlos Huamán y Arnulfo Alvarado, como ves un ejército....jajaja.
- Está bien, pero al comienzo tu solo en todo esto? ¿cómo hacías para cuidar solito tremendo colegio?
- La verdad que al comienzo era dificil, después me fuí acostumbrando. Antes, nuestro problema era la pampa. Claro, estaba cercado, pero la tapia era muy baja. Se metían gente de mal vivir o entraban alumnos de otros colegios a pelearse. Es entonces que con ayuda de Laika y Diana que eran dos perras muy bravas, los correteaban hasta sacarlos. Sin ellas hubiese sido muy dificil. Otro de los inconvenientes que había también era la presencia de alacranes en toda la pampa, muchas veces sentí sus picaduras al caminar por los límites del colegio. Después cuando levantaron las paredes más arriba y vinieron a aplanar la arena con caterpilar fue mejor mi trabajo, aunque ustedes pusieron el grito en el cielo porque les habían quitado la diversión de jugar con esos bichos....
El tiempo transcurría y lamentablemente esa amena conversación tenía que terminar. Me dejó antes de la despedida un saludo para todos los muchachos de la promoción y también para Don Pancho. Sin querer lo había hecho retroceder a sus inicios en el colegio, recordar a buenas personas y a valorar todo lo que la Congregación Marista hizo por él y por su familia.
Paco Cárdenas Linares
Soy de la promo 79 y los felicito por la web. Buen homenaje para Soto..vale.
ResponderEliminarExcelente Paco! Me encantó imaginarme todo lo que contaba Soto a traves de las vivencias del cole.
ResponderEliminar