Reciban amigos un saludo cordial en esta semana tan importante para el mundo cristiano, más importante que incluso que la Navidad, ya que es el eje del cronograma litúrgico y punto de inicio de los que seguimos a Jesucristo.
Nuestro seguimiento de Cristo implica, a veces, imitarle en "cargar con la cruz". Seguramente no será tan dramático y sacrificado nuestro camino como el de ÉL: abandonado por todos, incluso con silencio o ausencia aparente de Dios, azotado, escarnecido, clavado en la cruz, ejecutado injustamente. Pero sí tendremos días en que se acumulan los motivos de dolor y desánimo.
Por eso también nosotros necesitamos reafirmar hoy de alguna manera, con la procesión de ramos que rememoramos en el Domingo de Ramos. Llenamos de alabanzas al Crsito triunfante, al Cristo Rey, y sin embargo después de algunos días, lo abandonamos y le damos la espalda, inclusive pedimos que se le crucifique con cada falta o pecado que experimentamos durante nuestro vivir.
Hoy, VIERNES SANTO, es el día central de toda esta semana de entrega y amor. Es el día de ayuno pascual como signo exterior de nuestra participación en su sacrificio. Nos olvidamos a veces que no es un día de fiesta o un día de paseo familiar. Es por eso que en este día no hay celebración eucarística (misa), pero si tenemos la acción litúrgica después del medio día para conmemorar la pasión y muerte de Cristo.
La CRUZ es el elemento que domina toda la celebración iluminada por la luz de la resurrección, nos aparece como trono de gloria e ionstrumento de victoria; por esto es presentada a la adoración de los fieles. Este día "NO ES UN DÍA DE LLANTO NI DE LUTO, SINO DE AMOROSA Y GOZOSA CONTEMPLACIÓN DEL SACRIFICIO REDENTOR DEL QUE BROTÓ LA SALVACIÓN".
No nos olvidemos del VIA CRUCIS, que se reza caminando en procesión, como simbolismo del camino que tuvo que recorrer Jesús hasta el Monte Calvario. Hasta adelante, alguno de los participantes lleva una cruz grande y es el que preside la procesión. Se hacen paradas a lo largo del camino para reflexionar en cada una de las estaciones, mediante alguna lectura específica.
Reflexión final
Jesús fue condenado a muerte y crucificado por blasfemo religioso y alterador del orden público. Es lógico pensar que Jesús contó con una muerte violenta, a juzgar por su comportamiento y las acusaciones que recibió de mago, blasfemo, falso profeta, hijo rebelde, quebrantador del sábado y purificador del Templo. La muerte de Jesús se descubre fundamentalmente por la lógica de su vida.
Para entender la muerte de Jesús no basta relacionarla con el sanedrín judío o el gobernador romano; es preciso conectarla con su Dios y Padre, cuya cercanía y presencia proclamó. El cómo y el porqué de la muerte de Jesús tienen una estrecha relación con el cómo y el porqué de toda su vida. La interpretación última -o, si se quiere, primera- de la muerte de Jesús es teológica.
La gente se ha identificado y se identifica a su modo con el Crucificado, más que con el Resucitado, quizá porque su historia es una historia de sufrimientos. La teología pascual de la resurrección no le hace mella; intuye en lo profundo una teología de la cruz. Pacientemente ha aceptado la interpretación teológica de la resignación o de la oblación de Cristo como víctima inocente que paga el rescate por todos los pecados.
El pueblo venera a Cristo como «varón de dolores» sufriente y moribundo, con el que se identifica a través del llanto, como pueblo de oprimidos y desheredados. Por esta razón es el Viernes Santo, no la Pascua, la fiesta cristiana popular por antonomasia. La muerte de Cristo es símbolo de todo sufrimiento, tanto del natural como del provocado. Muy en segundo plano queda la cruz como imagen del "Rey de la gloria" o del Cristo resucitado. En ese Dios desamparado y cercano, no en el Todopoderoso distante, encuentra alivio el pueblo al buscar la cura de sus sufrimientos por medio de un sufrimiento divino.
Naturalmente una cosa es el uso y abuso de la cruz como apaciguamiento de esclavos, y otra la aceptación popular del dolor y la muerte de Cristo, expoliado y crucificado por hacerse hermano y amigo de publicanos deshonestos, mujeres de mala vida, leprosos y extranjeros que no respetaban las leyes judías.
Sin embargo, esa entrega de amor puesto de manifiesto al máximo, hace de JESÚS, un ser que todos debemos de imitar. En cada paso que damos en la vida, como padres, hijos, como hermanos, como amigos, etc. Este sacrificio se ve glorificado con el triunfo que significa su RESURRECCIÓN, y es con este acto que Jesús vence a la muerte dejando atrás la estela de sufrimiento de la Pasión. Esto hace que LA PASCUA un acontecimiento de VIDA y no de muerte.
Paco Cárdenas Linares
Las siete palabras de Jesus en la Cruz
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