El 6 de marzo pasado Gabriel García Márquez (Gabo) cumplió 83 años, nació en un pueblecillo colombiano llamado Aracataca y desde ahí se alzó con su pluma en ristre para regalarnos las mejores líneas de la literatura contemporánea. Su vida ha sido plena, matizada como sus mismas obras y a pesar que en 1999 le fuera diagnosticado un cáncer linfático lo supo vencer y continua produciendo. Rebuscando por ahí algún escrito poco conocido me topé con este pequeño cuento en el cual nos da una magistral lección de cómo con dos o tres situaciones puede armar un relato simple, interesante, mágico y bello. Solo el maestro es capaz de destilar la esencia humana y convertirla en letras digeribles para el alma por que parten y llegan hacia el mismo pueblo que lo engendró.
ALGO MUY GRAVE VA A SUCEDERLE A ESTE PUEBLO
(La Profecía auto cumplida)
ALGO MUY GRAVE VA A SUCEDERLE A ESTE PUEBLO
(La Profecía auto cumplida)
Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora vieja que tiene dos hijos, uno de 17 y una hija de 14. Está sirviéndoles el desayuno y tiene una expresión de preocupación.Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde: "No sé pero he amanecido con el presentimiento que algo muy grave va a sucederle a este pueblo".
El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice: "Te apuesto un peso a que no la haces". Todos se ríen. El se ríe. Tira la carambola y no la hace. Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla
Y él contesta: "es cierto pero me ha quedado la preocupación de una cosa que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a suceder a este pueblo".
Todos se ríen de él y el que se ha ganado su peso regresa a su casa, donde está con su mama, o una nieta o en fin, cualquier pariente, feliz con su peso dice y comenta:- Le gané este peso a Dámaso en la forma más sencilla porque es un tonto.
- ¿Y porqué es un tonto?
- Porque no pudo hacer una carambola sencillísima estorbado con la idea de que su mamá amaneció hoy con la idea de que algo muy grave va a suceder en este pueblo.
Y su madre le dice:
- No te burles de los presentimientos de los viejos porque a veces salen.
Una pariente oye esto y va a comprar carne.
Ella le dice al carnicero: "Deme un kilo de carne" y en el momento que la está cortando, le dice: Mejor córteme dos, porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado".
El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar un kilo de carne, le dice: "mejor lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar y se están preparando y comprando cosas".
Entonces la vieja responde: "Tengo varios hijos, mejor deme cuatro kilos..."
Se lleva los cuatro kilos y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata a otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor.
Llega el momento en que todo el mundo en el pueblo, está esperando que pase algo. Se paralizan las actividades y de pronto a las dos de la tarde.
Alguien dice:
- ¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo?
- ¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor!
Tanto calor que es pueblo donde los músicos tenían instrumentos remendados con brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban al sol se les caían a pedazos.
- Sin embargo -dice uno-, a esta hora nunca ha hecho tanto calor.
- Pero a las dos de la tarde es cuando hace más calor.
- Sí, pero no tanto calor como ahora.
Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz: "Hay un pajarito en la plaza".
Y viene todo el mundo espantado a ver el pajarito.
- Pero señores, siempre ha habido pajaritos que bajan.
- Sí, pero nunca a esta hora.
Llega un momento de tal tensión para los habitantes del pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo.
- Yo sí soy muy macho -grita uno-. Yo me voy.
Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde todo el pueblo lo ve.
Hasta que todos dicen: "Si este se atreve, pues nosotros también nos vamos".
Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo.
Se llevan las cosas, los animales, todo. Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice: "Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa", y entonces la incendia y otros incendian también sus casas.
Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio, le dice a su hijo que está a su lado: "¿Vistes mi hijo, que algo muy grave iba a suceder en este pueblo?".
Gabo
Mario Domínguez Olaya
Buena Mario, excelente tu artículo, Gabo siempre inspirador no solo en la literatura latinoamericana sino también en la mundial.
ResponderEliminarContinúa con tus artículos interesantes que se leen con cuidado.
Martín.
Eso prueba quer somos a veces borregos y actuamos como mismo ganado,
ResponderEliminar