MARISTAS BOYS 78

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Capítulo cuatro

FUERA DEL COLEGIO

Habían transcurrido no muchos días, y más de una bronca a la salida, había tenido que enfrentar Jorge, su uniforme límpido y reluciente el primer día ya se veía envejecido y con zurcidos múltiples parecía más bien que lo hubiera tenido años.

Al llegar a su casa en las tardes casi al anochecer, eran constantes sus quejas de las broncas y bromas pesadas lo que pensaba que estarían cansando a su mamá y hermanos, su padre trabajaba de noche y al llegar por las mañanas solo buscaba llegar a su cama para descansar meritoriamente. Por tales motivos era su madre la que se batía, diariamente en el cuidado de él y sus cuatro hermanos. La economía de la casa era exigua, sus dos hermanos mayores Aida y Wiljer fueron ingresados también a otro colegio nacional, pero de mejor prestigio como lo era la Gran Unidad Escolar del distrito. Él era el tercero, su hermana inmediatamente menor, Elena, la más querida de todos, la más engreída también tuvo que ser ingresada al colegio fiscal que quedaba al lado del colegio de Jorge, era exclusivamente para mujeres, así como el de Jorge lo era de varones. El menor Luchito apenas de tres años de edad rubio ensortijado aun no se veía en estos menesteres.

Sentía vivir en la soledad obligada, la confianza en contar sus problemas la fue perdiendo a pesar de tratar siempre de comunicar sus vivencias. Su consuelo estaba enmarcado en su amigo Cesar o Perico que lo esperaban siempre a su regreso para jugar y compartir las mil y una aventuras que en esos años pueriles vivieron.

En su cuadra era una especie de líder entre su grupo de contemporáneos y menores. El lenguaje de la pelota era la mejor alternativa en los ratos que no tenía que verse con los deberes escolares, las tareas en casa resultaban un martirio, estando en clase sentía no llegar a entender el lenguaje del profesor Parra, quizás bloqueado por la preocupación de tener que salir airoso de los momentos en que tenía que estar en ese colegio. Para remate acusaba una significativa disminución de su agudeza visual que los lentes de medida cada vez mayor, no ayudaban mucho a solucionar.

El sentirse tan aceptado y estimado entre sus amigos de barrio contrastaba con el abrumador sentimiento de soledad que le significaba estar entre los alumnos de ese salón, por momentos sentía que su inteligencia podía estar muy por debajo de sus compañeros de clase, muy por el contrario en su barrio niños, jóvenes y adultos, vecinos lo querían y admiraban por su nivel intelectual.

Los viernes por la noche, sábados y domingos, o los feriados eran sumamente anhelados por él, mas cada vez que se acercaba su retorno a clases, se llenaba de angustia y deseos de no querer volver a ese colegio, pero que finalmente lograba vencer bajo un sentimiento de responsabilidad y gratitud frente al esfuerzo de sus padres.

Tenía muy buena relación con su padre. En los momentos que pasaba con él, sobre todo los fines de semana, se llenaba de emoción al escuchar las aventuras y anécdotas de su infancia y juventud, con sus hermanos lo escuchaban contar con tal estilo que resultaba en uno de los mejores entretenimientos en esos años de tantas limitaciones, al faltar muchas veces televisor por falta de economía.

Por las mañanas entre sus quehaceres diarios, acompañaba su rutina las radionovelas que su madre y hermanos mayores por nada dejaban de escuchar, era impresionante como captaban la atención y la asistencia puntual de ellos a la hora de escucharse un nuevo capítulo.

Extrañaba de sobremanera su antiguo barrio, quizás más humilde, mas envejecido, de vez en cuando con su madre y hermanos atinaban a hacer alguna visita por esos lares, ya que en su anterior vivienda había quedado viviendo la familia de uno de sus tíos más queridos. Con el tiempo fue comprendiendo que el tiempo pasado ya no volvería y era necesaria la escritura de una nueva historia en su barrio nuevo.

Esta historia continuará

El Dr. Joe 90