domingo, 13 de abril de 2014

 
DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR
“¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?”
Por el P. Clemente Sobrado

San Mateo  26, 41 al 27: (Lectura abreviada)

Cuando se hubieron burlado de Él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificarle. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene llamado Simón, y le obligaron a llevar su cruz. Llegados a un lugar llamado Gólgota, esto es, “Calvario”, le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero él, después de probarlo, no quiso beberlo. Una vez que le crucificaron, se repartieron sus vestidos, echando a suertes. Y se quedaron sentados allí para custodiarle.  Los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: “Tú que destruyes el Templo y en tres días lo levantas, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!” Igualmente los sumos sacerdotes junto con los escribas y los ancianos se burlaban de él diciendo: “A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. Si es el Rey de Israel que baje ahora de la cruz, y creeremos en él. Ha puesto su confianza en Dios; que le salve ahora, si es que de verdad le quiere; ya que dijo: "Soy Hijo de Dios."“ De la misma manera le injuriaban también los salteadores crucificados con Él. Desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. Y alrededor de la hora nona clamó Jesús con fuerte voz: “¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?” Pero Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, exhaló el espíritu. Por su parte, el centurión y los que con él estaban guardando a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: “Verdaderamente éste era Hijo de Dios.” 

Reflexión

Queridos amigos, hoy comenzamos la gran Semana con la liturgia del Domingo de Ramos en la Pasión del Señor. Por eso leemos como Evangelio el relato de la historia de la Pasión, que este año corresponde a San Mateo. Nosotros no hemos leído sino unos trozos de la misma. Espero que a lo largo de estos días cada uno pueda leerla entera despacio y en silencio, tratando de “tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús”. No se trata de leerla como algo que le sucedió a Jesús, sino como algo en lo cual estamos metidos todos. Es su Pasión que es también la nuestra. Todos somos autores comprometidos. Encontrarnos a nosotros mismos en los distintos personajes. ¿Cuál será el nuestro, el que mejor nos revela a cada uno?
 
Pienso que la Pasión y toda la Semana Santa la debiéramos vivir cambiando simplemente los nombres por los nuestros. Frente a la Pasión de Jesús tenemos muchas preguntas: ¿La muerte de Jesús fue realmente un fracaso? ¿Fracaso de Dios o fracaso de los hombres?
 
Frente la Pasión y a la muerte de Jesús se pueden hacer infinidad de interrogantes. La podremos explicar racionalmente como un crimen político o religioso, pero su verdadero sentido sólo será posible desde nuestra experiencia de fe. Hay cosas que sólo se entienden con el corazón. La Pasión y la Muerte de Jesús solo podremos entenderla metiéndonos en el corazón de Dios y en el corazón de Jesús.
 
Hay cosas que la inteligencia no entiende. La Pasión de Jesús solo la puede entender el corazón. En mi Congregación se utiliza mucho la jaculatoria, herencia del Fundador: “La Pasión de Jesucristo esté siempre grabada en nuestros corazones.” Es que el amor más que entenderlo con la cabeza lo entiende el corazón. No estamos  hablando de sentimentalismos, estamos hablando de corazón y de la experiencia de ser amados y de poder amar. No se trata de llorar viéndolo sufrir, sino de dejar que nuestro corazón se empape de su amor.
 
Fuente: La Iglesia que camina

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