domingo, 2 de noviembre de 2014


LA FIESTA DE TODOS LOS SANTOS
Caminando junto con ellos
Por el P. Clemente Sobrado

Marcos  15,  33 - 39:

Llegada la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: “Eloí, Eloí, ¿lama sabactaní?”, - que quiere decir - “¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?” Al oír esto algunos de los presentes decían: “Mira, llama a Elías.” Entonces uno fue corriendo a empapar una esponja en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber, diciendo: “Dejad, vamos a ver si viene Elías a descolgarle.” Pero Jesús lanzando un fuerte grito, expiró. Y el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo. Al ver el centurión, que estaba frente a él, que había expirado de esa manera, dijo: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.”

Reflexión

Ayer celebrábamos la Fiesta de todos los Santos y hoy celebramos a todos aquellos que nos han precedido a la Casa del Padre. Yo diría que es una misma fiesta, sólo que vista desde dos ángulos de vista. Al fin y al cabo, los santos son aquellos que se nos han adelantado y han llegado antes que nosotros a la casa del Padre. Todos ellos han tenido que pasar por la misma puerta: la puerta de la muerte.

Yo no sé por qué la gente tiene tanta devoción a los cementerios, hasta es posible que ayer muchos haya dejado de ir a Misa por visitar los cementerios. Creo que a nosotros nos pasa lo que a las piadosas mujeres y a los discípulos el día de la Pascua: de madrugada van al sepulcro. Pero ellos se llevaron una gran lección: lo encontraron vacío, entonces los mismos ángeles les preguntan: ¿A quién buscáis? ¿A quién iban a buscar? Pues a Jesús el Crucificado, el que había muerto en la Cruz. ¡No está aquí! ¡Ha resucitado! ¡Está vivo!

Esta también debiera ser la pregunta que la gente se debiera hacer. ¿Por qué buscamos aquí en el cementerio a quienes ya están vivos en la casa de Papá Dios?

Jesús habló relativamente poco de la muerte. Por eso hoy, la liturgia puede elegir una serie de textos, todos ellos hacen referencia indirecta a la muerte. La única palabra bien dicha sobre la muerte no es la que se escribió, sino la que se vivió: la muerte de Jesús. Él también pasó por esa experiencia dolorosa de la muerte, pero no para quedarse muerto, sino para abrir la puerta de la verdadera vida. Si hemos de ver nuestra vida a la luz de la vida de Jesús, también tendremos que ver nuestra muerte a la luz de la muerte de Jesús. Nadie vivió tan hondamente la vida como Él, pero tampoco nadie vivió con tanta intensidad la muerte como Él.

Fuente: La Iglesia que camina

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