DE CAMINANTES, CAMINOS Y VERTIENTES: ADVIENTO 2015
Por P. Hilario Huanca M. ss.cc. (comentarista invitado)

Así también, la vida interior tiene su propio recorrido. Alegrías o pesares, entusiasmos o apatía, certezas o dudas, hasta fe e incredulidad. Obstáculos como impotencia ante las limitaciones y las fragilidades. Incluso, caídas y heridas interiores que le hacen tóxico para los demás y le colocan incluso al borde de la muerte. Pese a todo, continúa aun rengueando o sostenido por los suyos. Hay un halo misterioso que trasciende a la persona y le impulsa a conservar la vida.

Para nosotros, los cristianos, una de esas vertientes o abras del camino es la Navidad, encuentro con Jesús. Pero, conforme nos vayamos acercando a ese día debemos prepararnos durante cuatro semanas, tiempo llamado Adviento. Comenzaremos el primer domingo con la invitación del mismo Jesús a recobrar el ánimo, levantar la cabeza porque, se acerca nuestra liberación (Lucas 21,28). El Adviento nos dispone para acoger a ese niño pobre, frágil y dejarnos colmar con el amor de Dios; y, una vez más, experimentar la presencia de ese Dios que es fuente de nuestra vida y camino, un Padre que nos ama, nos quiere hermanos entre todos, donde caben los frágiles y los despreciados, y la meta final de nuestro camino es su casa.
El Héctor de Cárdenas (colegio en que laboro) es una familia educativa habituada al camino y al compañerismo en la ruta donde todos cabemos. Por eso mismo, estamos invitados a prepararnos intensamente en este Adviento. Y después de nuestro encuentro con Jesús y renovada nuestra vida, retomar nuestro camino con Él, llevando en nuestro corazón el mensaje den Gabriel: “…para Dios nada hay imposible” (1,37).
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