domingo, 10 de enero de 2016


JESÚS PERDIDO EN EL TEMPLO
"¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?”
Por el P. Clemente Sobrado


San Lucas 2,  41 al 52:


Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que las oían quedaban a sombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: “Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.”
Él les contestó: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?” Pero ellos, no comprendieron lo que quería decir. El bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.

Reflexión

Queridos amigos: Cerramos este año 2015 con la celebración de la fiesta de la Familia de Jesús, José y María. Es decir, Dios no solo se hace hombre sino que asume la realidad entera del hombre. Hoy tendríamos que decir que el Dios familia trinitaria se hace también “Familia humana”. La familia como espacio de Dios. La familia como experiencia humana de Dios. La familia como espacio de encuentro con los hombres y de camino para la realización de los planes de Dios.

Lo primero que nos describe Lucas es la experiencia religiosa de la familia de Jesús. Cada año acudían al Templo, como era su costumbre. Jesús comienza por la experiencia de la antigua religiosidad de su pueblo, una religiosidad que luego Él mismo transformaría en la religiosidad de la nueva Pascua.

Aquí se da el primer paso de Jesús en la realización de su misión. Ante la mirada atónita y sorprendida de María y José marca sus distancias con ellos, les hace ver que ellos no son los que deben señalarle el camino, que sobre ellos está la voluntad del Padre Dios. Una bella experiencia para todos los padres. Los padres dan la vida al hijo, pero no son dueños del hijo. El hijo tiene su propia identidad y vocación y misión señalada por Dios. No siempre los padres podrán comprender la libertad espiritual de sus hijos.

En todo caso, la verdadera hora de Jesús aún no ha llegado, todavía tendrá que esperar. Mientras tanto, seguirá en la obediencia a María y a José. Una bella lección para los hijos que, con frecuencia, tienen prisa para vivir la vida y que se la tragan sin digerirla.

Pero Lucas nos ofrece un detalle interesante que debiera servir de guía a todos los hijos y en su medida a todos los padres. Jesús crecía en una armonía plena: crecía físicamente, sicológicamente y en gracia, tanto delante de Dios como de los hombres. La verdadera madurez del hombre tiene que ser física, sicológica y espiritual. Cualquiera de las tres que fallen crea un desequilibrio en la persona humana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si deseas, déjanos tu comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

TODA LA INFORMACIÓN SOBRE EL PERÚ