viernes, 5 de septiembre de 2014

Los Maristas Boys divirtiéndose en Huánuco

 
Luego de mucho tiempo me animo a escribir embebido por ese entusiasmo de haber participado de un viaje lleno de ricas experiencias, en todos los ámbitos. Mi última entrega fue en enero del 2012 y dejé de escribir para dar paso a la participación de otros miembros de la promoción, lamentablemente no se dio el objetivo. Sin embargo sigo esperando los artículos de ustedes para hacer de este medio, un gran vínculo de unión, de compartir ideas y pensamientos.

HUÁNUCO: EL LEÓN FUE VISITADO POR LOS MARISTAS BOYS
Crónica de nuestro viaje anual
 
Parte I: La partida y el arribo a Huánuco
 


Y llegó el día tan esperado, alistando maletas unos desde un día anterior, otros a último minuto. Lo cierto es que todos los que se animaron a compartir de un alegre fin de semana en la ciudad del mejor clima del país, estaban ansiosos de viajar. Ya nos habíamos enterado de algunos atractivos que brinda  su capital como en sus provincias, entre ellas Leoncio Prado y su popular Tingo María.
 
Osquitar, era el hombre del volante, íbamos a ir en su movilidad (hace un magnífico servicio particular y como lo hicimos el año pasado volvimos a contar con él) El punto de reunión era el Aquarium de Martín (así le decimos a su casa por razones que solo nosotros sabemos), esta vez no llegué tarde por acompañar a Julián como en otros años.
 
Los viajeros , todos, estábamos apenados al conocer que dos de los nuestros no serían de la partida ese jueves 28 por la noche. Martín y Percy no viajarían con Los Maristas Boys en este 2014. Razones de salud y trabajo impidieron su participación, fue muy duro saber ya que los considerábamos fijos, por ser del consejo directivo y gestores del viaje. Hablamos con Percy y nos dijo que existiría la posibilidad para que nos de el alcance en Tingo María, tenía que resolver algunos importantes detalles en su chamba.
 
Martín nos había preparado un lonchecito que más parecía cena, que fue por supuesto del agrado de todos. La hora de salida estaba programada para las 10 pm. sin embargo nos llevó una hora más realizar algunas coordinaciones y planear el itinerario. Teníamos la ventaja que podíamos bajar donde queramos, a diferencia de ir en bus. Pusimos nuestro equipaje en el carro, nos acomodamos en nuestros asientos, pusimos la música que nos acompañaría en las horas que duraría el llegar a Huánuco, que al final resultaron ser 11 horas por las constantes paradas que hicimos. Nadie de los que fuimos conocía los lugares a visitar, pero teníamos a Roberto que radicaba allá desde comienzos de este año. Él sería nuestro guía y nos mostraría lo mejor que tiene Huánuco para el mundo.
 
Muy alegres y con todas las ganas de pasar un largo fin de semana al lado de los amigos de toda la vida, con los que estudiaste en el colegio; salimos de San Juan sabiendo que el pronóstico del paseo sería excelente y así fue realmente. La carretera hasta la entrada a Huarochirí estaba ligera, Oscar sabía lo que hacía en el volante y sin muchos apuros habíamos hecho un buen tiempo. Antes, cuando estábamos a la altura de la urbanización El Cuadro, se nos acercó un mototaxi que venía repleto de gente -creo haber visto 6 personas por lo menos adentro- y se pegaba a nosotros, como retándonos. Al comienzo no le tomamos la atención, pero en ese plan nos acompañó durante varios kilómetros. Nos toreaba, se adelantaba, se ponía detrás nuestro, y  no respetaba  las luces de alto de los semáforos. De adentro nos hacían muecas y señas que no hicimos caso, hasta gracia nos daba. Felizmente Oscar no se prestó para ese jueguito, se cansaron y se fueron a la altura de Chaclacayo. Después me enteré que existe la modalidad de asalto con este tipo de unidades, en donde tiran tachuelas en la calzada, esperan que las llantas de tu vehículo estén sin aire y actúan desvalijándote por completo.
 
El camino se tornó un poco pesado a la altura de Matucana, a esa hora unidades de transporte pesado son los dueños de las pistas y prácticamente teníamos que esperar detrás de una larga fila de ellas para seguir; de vez en cuando -y para desgracia de Julián- Oscar adelantaba temerariamente para obviar a los pesados vehículos, teniendo mucho cuidado de no encontrarse con otro carro en sentido contrario. Así transcurrían las horas y el viaje se tornaba algo cansino. La subida por la carretera llegó a su fín cuando llegamos al punto conocido como Tíclio que está a más de 4,800 msnm. también se le conoce como Abra de Anticona y está ubicado en el distrito de Chicla en la provincia de Huarochirí.
 
De allí, ya en bajada nos dio el viernes. Nos habían dicho que  sentiríamos mucho frío por la helada de la zona, y no fue así felizmente. Camino a la Oroya algunos se quedaron dormidos, otros se mofaban de Julián y su tradicional  cuadro de soroche, que comenzaba a jugarle una mala pasada otra vez. La buena música del equipo de sonido del carro de Oscar era el marco para pasarla bien en plena oscuridad.
 
Decidimos parar para meterle algo al buche, usar los servicios higiénicos y soltar algo las piernas. Sergio ya estaba entumido y acalambrado por ser el de mayor estatura del grupo. El Restaurante Don Pedrito nos tuvo por media hora aproximadamente. Creo que todos pedimos un mate de coca para mejorar nuestro estado. Algunos fueron de la idea de comer algo, la que atendía el local era una muchachita muy atenta que  fue rebautizada por Julián como "La Chavo" por ser de menuda contextura y por portar el gorrito característico de dicho personaje. Pidieron panes con queso. Miré a Julián con una mirada desaprobatoria para que no coma y como siempre mas terco que una cabra se sampó el francés con queso dentro. Como resultado kilómetros más adelante, ya estaba pidiendo a Dios que se lo lleve porque tenía el estómago en la boca.
 
Dejábamos atrás sitios como Casapalca y Morococha. A la altura de Carhuamayo el frío recién  se sentía. Julián seguía mal, templaba y estaba más mansito que gatito con sueño. Miguelito sintió su cabeza en su hombro derecho y lo apartó discretamente y lo cubrió con una manta que traía en su equipaje. Cruzamos Junín y toda la heroíca Pampa donde se libró una de las principales batallas por la independencia hace dos siglos de eso. Al pasar por Ninacaca casi se le sale la.... a Memín. No estábamos a tanta altura como en Tíclio, sin embargo la temperatura descendía cada vez más. Nos encontrábamos alrededor de 4,300 msnm y cuando pasamos por Chaquipuquio ya en pleno departamento de Pasco, el susodicho pide chepa y algo de agua. Ya estaba cansado de estar abriendo la puerta del carro y solo usando la mano derecha y soportando el frío que llegaba desde afuera. Salí a comprarle agua, ya estaba amaneciendo y el frío hizo lo suyo. Sentí en ese momento un malestar y no le hice el menor caso. Memín tomó su tonopán y se compuso en algo.
 
Cuando pasamos a la altura del desvío a Cerro de Pasco se me revolvió el estómago, quizás debido a tantas gibas (rompemuelles en el camino) que hacían que Oscar frenara a cada rato. Pedí salir, bajé del carro para vomitar, pero apenas salí desapareció el síntoma. El Buhito Tomás estaba con dolores de cuerpo y presentía que se iba a resfriar. El cansancio nos albergaba, ya que no llegaríamos a la hora programada. Dejábamos atrás pueblos como Chinchan y Huariaca, cerca de los límites entre Pasco y el departamento de Huánuco, eran las 7 de la mañana.
 
Eran las 7 y 30 de la mañana y llegábamos al poblado de Salcachupán, el primero que vimos dentro de Huánuco. Ya estábamos cerca y la provincia de Ambo era lo primero que veíamos. La señal de los teléfonos  no era constante, nuestras tripas pedían algo de comida. Julián se sentía algo mejor, sin embargo Tomás era el que se empeoraba cada vez más.
 
Entre los lugares llamados ChacosSan Rafael observamos una gran fila de carros y camiones. Estaban arreglando el camino, las lluvias habían dejado estragos en las pistas y caminos de trocha. Casi 40 minutos esperando en que usamos para comer alguito, llamar por teléfono y hacer nuestras necesidades fisiológicas. Nos comunicamos por vez primera con Roberto -nuestro amigo que nos esperaba en Huánuco- y coordinamos para vernos para almorzar. Luego continuamos el viaje.
 
Al llegar a Huaracalla nos dio las 9.30 am. desayuno era lo que necesitábamos con urgencia, pero todavía faltaba aún más por recorrer. Al llegar al pueblo de Ambo nos dio las 10 de la mañana y nos agradó su paisaje, su cielo, nos habían dicho que en el poblado de Tomayquichua quedaba la Casa de La Perricholi y decidimos visitarla -entre otros lugares- en los próximos días. Lo primero que vimos de la provincia de Huánuco fue Pillcomarca en donde se realizaría una Feria-festival al día siguiente. Eran casi las 11 de la mañana y por fín después de casi un poco más de 11 horas llegamos a nuestro destino. Detuvimos la movilidad y parte del grupo (Sergio, Tomás, Mario, Cesi y yo) fuimos de inmediato a buscar hospedaje, ya era tarde para desayunar así que después de "encontrar hueco" lo haríamos.
 
Luego de buscar y buscar encontramos un buen lugar para alojarnos: El Hotel Cuzco, en el centro de la ciudad. Muy cómodo, confortable y con servicios de cochera, restaurante, sala de convenciones, piscina, salas de estar, wi-fi, etc. Nos salió 40 soles por mitra y quedamos satisfechos. Pero fue mejor cuando nos sirvieron el añorado desayuno, casi al mediodía, unos pidieron su picante de patita, otros caucau y los más inteligentes su lomo al jugo, que estuvo como para chuparse los dedos (hasta de los pies) todos los platos acompañados de café y panes. El desayuno nos costó 8 soles.
 
Pasaríamos un excelente día en Huánuco y estábamos cansados. Tuvimos que descansar y optamos por salir a las 2 de la tarde y disfrutar de lo proyectado. En el siguiente entrega, narraremos lo que pasó después.

Paco Cárdenas

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