jueves, 23 de julio de 2015


LA IMPORTANCIA DE LA POLÍTICA
Con ocasión del aniversario patrio
Por Juan Borea Odría 



El 11 de julio en el diario Expreso, Pedro Pablo Kuczynski declaraba textualmente ante una pregunta sobre su candidatura "Son especulaciones de gente malvada que trata de meterme en la política, y yo no soy político". En Paseo Colón hay un gigantesco banner en el cual aparece el rosto de Fujimori con el texto "Soy un rehén de los políticos" ¿Cómo entender que quien ha sido ministro de Energía u minas de Belaúnde, Ministro de Economía y Primer Ministro de Toledo, candidato a la presidencia en 2011, que es caudillo de un partido político que lleva su nombre, candidato a la Presidencia para el 2016 diga que no es político? ¿Cómo aceptar que quien presidió un Partido Político, Fue Presidente de la República, luego Dictador, y por fin candidato al Senado del Japón diga que no es político?

Creo que se debe al descrédito en el cual ha caído la palabra política; un descrédito que es fruto de dos factores: el primer factor, las acciones erróneas y muchas veces corruptas de malos individuos que han incursionado en la política para sacar provecho de ella y no para servir. El segundo factor, el descrédito intencionado que hacen de la política quienes dominan las sociedades, que buscan alejar de la cosa pública a personas probas y capaces, para tener ellos el campo libre para sus fechorías.

Un ejemplo del miedo irracional que la palabra genera: si hablamos de Educación Política, muchos se asustan; si decimos Educación Cívica, se reclama que exista incluso como curso para escolares. Pues bien, Civitas es la traducción latina de la palabra griega Polis, y aluden al mismo concepto.

Es necesario reivindicar el término política para motivar a las personas sanas de nuestra sociedad a participar en ella para servir al país. La RAE la define como “Actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos, o actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo”. Esta intervención ciudadana es la que hay que lograr; la democracia solo es posible con ciudadanos que participan conscientemente en la vida de su sociedad.

No necesariamente hay que participar en un partido político para hacer política; si bien la vida partidaria es deseable (y ojalá hubieran en el Perú más partidos políticos dignos de ese nombre), todo ciudadano debe hacer política en su vida cotidiana, informándose, actuando, expresando opinión, votando, siendo parte de colectivos de todo tipo.

Es en ese sentido que Juan Pablo II dice “los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la «política»; es decir, de la multiforme y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común (…) todos y cada uno tienen el derecho y el deber de participar en la política, si bien con diversidad y complementariedad de formas, niveles, tareas y responsabilidades. Las acusaciones de arribismo, de idolatría del poder, de egoísmo y corrupción que con frecuencia son dirigidas a los hombres del gobierno, del parlamento, de la clase dominante, del partido político, (…) no justifican lo más mínimo ni la ausencia ni el escepticismo de los cristianos en relación con la cosa pública. (Cristifideles Laici 42)

Antes que él, Pío XII señalaba que “la política es la forma más excelsa de practicar la caridad después de la religión. Ello se debe a que exige una respuesta libre al servicio de la lucha por el desarrollo humano integral”. Y recientemente Francisco I nos dice que: “la vocación política es una de las formas más preciosas de la caridad porque busca el bien común (Evangelii Gaudium).

Al acercarse un nuevo aniversario de nuestra patria, invitamos a participar en la vida política del Perú; la ciudadanía se vive en cada momento y en toda edad.

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