domingo, 13 de marzo de 2011


1° DOMINGO DE CUARESMA
LAS TENTACIONES DE JESÚS
La lucha interna del hombre
Por el P. Clemente Sobrado
San Mateo 4, 1 - 11
Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre. Y acercándose el tentador, le dijo: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.” Mas él respondió: “Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo, y le dice: “Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna.” Jesús le dijo: “También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios.” Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria, y le dice: “Todo esto te daré si postrándote me adoras.” Le dice entonces Jesús: “Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto.” Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían.
Reflexión

Con este Primer Domingo de Cuaresma comenzamos un largo camino cuya meta es la Pascua. Un camino que quiere reproducir también hoy aquel camino del Pueblo de Dios saliendo de su esclavitud hacia la libertad. El éxodo está marcado por varias experiencias: la experiencia de hacerse pueblo con identidad propia; experiencia de abrir caminos donde no los hay, como es el desierto con todas las penurias y luchas; y la experiencia de una libertad que nunca habían tenido.

La Cuaresma es, también, un salir de nuestras esclavitudes y arriesgarnos a un camino donde podemos encontrar dificultades, pero que tiene que ser un camino lleno de esperanza, esperanza motivada por las luces de la Pascua.

No olvidemos que este Primer Domingo está marcado por las tentaciones de Jesús, que no son solo una realidad sino también un símbolo. Todos queremos ser libres, pero ahí están las tentaciones de enredarnos con aquello que nos esclaviza y de lo que nos cuesta salir. Este año, la Cuaresma nos presentará unas etapas importantes: la transfiguración como expresión de la verdad interior de cada uno; el agua de la Samaritana, expresión de la sed que todos llevamos dentro; la luz del ciego de nacimiento que nos hace ver lo que antes no veíamos; y la vida de Lázaro resucitado por Jesús.

Jesús fue tentado de verdad. Tentado porque quiso hacer la experiencia humana completa. Tanto la experiencia del pueblo como la experiencia de cada uno de nosotros. Pablo dirá que Jesús “se rebajó y se hizo uno de tantos”. Es decir, uno como cualquiera de nosotros.

Todos llevamos esa lucha interior dentro de nuestro corazón. Yo no conozco a nadie que no haya sentido esa lucha en su alma. Desde el momento en que Dios nos hace libres, nos regala el don de la libertad, todos tenemos la doble opción de escoger un camino u otro, de decidir por esto o por lo otro. La tentación es fruto de la libertad. Una libertad, con frecuencia, animada y tensionada por la realidad que vivimos. Esto, nos hace capaces de decirle no a Dios. Nos hace capaces de elegir entre la oferta de Dios y la oferta de un mundo sin Dios.

El demonio le muestra a Jesús todos los reinos del mundo. Todo esto será tuyo, todo te lo daré, si postrado me adoras. Para quien vive del ansia de dominio y de tener es una tentación bien grande. Sin embargo, cuántas guerras por un pedazo de tierra. Cuántos pueblos enemistados por unos metros de frontera. Cuánto armamento y cuánto gasto en armas para defender los límites territoriales, que creo que debemos defender, pero uno se pregunta si lo que defendemos merece tanta inversión.

Son muchas las tentaciones que nos acechan a cada uno de nosotros. La primera de ellas, la Cuaresma es un tiempo como cualquier otro, por tanto no hay nada nuevo. La segunda, pensar que todos estamos bien y no necesitamos de cambio alguno. La tercera, vivir la Cuaresma sin ese espíritu de éxodo, de salir de nosotros mismos camino de Dios, camino de la Pascua.

No desperdiciemos este tiempo de gracia. Dios nos ofrece oportunidades y una oportunidad perdida es una posibilidad perdida en nuestras vidas. Es el momento de tomar conciencia de nosotros mismos y mirar hacia la Pascua, para que nuestras vidas puedan también amanecer pascuales el Domingo de Resurrección.

Fuente

La Iglesia que camina

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