domingo, 14 de octubre de 2012

 
EL PELIGRO DE LAS RIQUEZAS
"Y quién se podrá salvar?"
Por el P. Clemente Sobrado
San Marcos  10,  17  30:

Se ponía ya en camino cuando uno corrió a su encuentro y arrodillándose ante él, le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?" Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre." Él, entonces, le dijo: "Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud." Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: "Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme." Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes. Jesús, mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: "¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!" Los discípulos quedaron sorprendidos al oírle estas palabras. Mas Jesús, tomando de nuevo la palabra, les dijo: "¡Hijos, qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios." Pero ellos se asombraban aún más y se decían unos a otros: "Y ¿quién se podrá salvar?" Jesús, mirándolos fijamente, dice: "Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios." Pedro se puso a decirle: "Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido." Jesús dijo: "Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna."

Reflexión
 
Hola amigos, ¿cómo habéis amanecido? Espero que el sol de la alegría y de la esperanza esté iluminando vuestras vidas. ¿Y qué os parece este Evangelio del joven que llega corriendo, se pone de rodillas delante de Jesús y le abre su corazón diciendo que está vacío y que desea algo que pueda llenarle de verdad?

Fijaos que no es un ciego, un cojo, ni un leproso. Esta vez es un enfermo del alma, un enfermo del vacío que busca algo más.

Fijaos en otro detalle importante, se trata de alguien que es bueno religiosamente que cumple con todos los mandamientos desde chiquito. Por tanto, no es un pecador que quiere regresar a casa, es un hombre bueno, piadoso según la Ley.

Hasta Jesús le mira con cariño, quien no se queda con esa bondad religiosa, va mucho más al fondo del corazón. Jesús descubre que, es bueno, pero "una cosa le falta". Es una persona buena, pero apegada a sus riquezas. Vive su vida de manera individualista y ahí Jesús le pone el parche: tiene que desprenderse de lo que tiene, debe pensar en los demás, "vender lo que tiene y dárselo a los pobres", y luego seguirle, aceptar el reto y el desafío del Evangelio. Ha cumplido con los preceptos de la Ley, pero le falta aceptar las exigencias y los ideales del Evangelio.

Ahí, como dicen en la selva, "patea quiruma". Quiere ser más, pero con el corazón esta lleno de cosas. Quiere ser más, pero sin tener que compartir lo que tiene con los demás. Bien porque es piadoso y cumple los mandamientos, pero insuficiente como para arriesgarse a vivir el Evangelio.

Ahí pudiera estar nuestro problema. Somos buenos y piadosos porque cumplimos con todo, pero nuestro corazón vive con demasiados apegos. Somos buenos, pero incapaces de pensar en los demás, incapaces de compartir con los demás. Bueno, pero "una cosa nos falta" y tal vez nos falten muchas otras.

Lo que comenzó siendo una esperanza, terminó en un volver a su casa tan triste como cuando vino. El joven no aceptó el reto del cambio del corazón.

Fuente
La Iglesia que camina

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