JUEVES SANTO
Memorial de la Cena del Señor
Te damos las gracias, Padre santo, de modo muy especial,
por habernos dado como compañero a Jesús de Nazaret.
Sabemos, Señor, que esto no es un altar de sacrificios
sino una mesa a la que Jesús, tu hijo, nos ha congregado
para que celebremos una comida de hermandad
y recordemos su vida consagrada al bien de la humanidad.
Vivir conscientemente esta eucaristía nos compromete,
porque ahora nos toca imitar a Jesús
y poner al servicio de los demás todo lo que somos.
Pero es lo que de verdad, de corazón queremos:
ser fermentos de buena voluntad y buen hacer
para que todos los seres humanos nos sintamos amigos
y más que amigos, hermanos.
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