LAS PARÁBOLAS DE LA OVEJA PERDIDA Y LAS DIEZ DRACMAS
Dios que hace fiesta cada vez que regresamos a casa
Por el P. Clemente Sobrado
San Lucas 15, 1 - 32: (Hacemos una lectura abreviada)

Reflexión
Hola amigos: Si queréis conocer el corazón de Dios leed este Capítulo 15 de Lucas. Jesús, que nunca habla en abstracto, nos presenta la novedad de Dios a través de tres lindas parábolas. Nosotros utilizaremos las dos primeras porque se trata de un texto muy largo y, además, la del Hijo pródigo todos la conocéis.
Jesús nos habla de la nueva revelación de Dios a través unos verbos llenos de amor y de vida. “Oveja perdida”, “dejar las noventa y nueve”, “buscar la descarriada”. “Encontrar la oveja perdida.” “Cargarla sobre sus hombros.” “Alegría al llegar a casa.” “Reunir a los amigos.” “Felicitaciones.” “Alegría y fiesta en la tierra y en el cielo.”
Ya veis cómo reacciona el corazón de Dios. Ya veis lo que hace Dios cuando nos alejamos de Él. Ya veis que Dios no es de los que espera a que regresemos, es Él mismo quien sale a buscarnos. Aquí, nada de reproches, nada de mal humor, nada de castigos, sino celebración y fiesta. Fiesta en la tierra y fiesta en el cielo.
No hablamos del fiestón que Dios hizo con el hijo calavera que se marchó de casa. El mejor ternero cebado. Los vestidos nuevos. La mejor Orquesta. Y el bailetón. ¿Me quieren decir ahora si éste es el Dios de vuestra fe? ¿Me quieren decir si cuando por el pecado se han extraviado ven a Dios no como el que espera sino como el que sale a buscarnos.
Aunque no tuviésemos sino este capítulo de Lucas sería suficiente para vivir nuestra fe con alegría y con gozo y vivirla como una fiesta a todo dar.
Siento pena cuando se habla mal de Dios porque es señal de que no le hemos conocido. Me duele cuando pensamos que Dios nos va a castigar cuando nos hemos extraviados. Me duele cuando nosotros hablamos de un Dios que se enfada, se enoja, nos grita y nos castiga.
Amigos, el verdadero Dios no es el que hemos predicado, sino el que nos enseñó Jesús. Un Dios que se dedica a buscarnos. Un Dios que nos devuelve a casa sobre sus hombros. Un Dios que hace fiesta cada vez que regresamos a casa. Díganme con sinceridad, ¿es este el Dios de su fe? Porque cualquier otro Dios, será el nuestro, pero no el del Evangelio.
Permítanme pero hoy si quiero que escuchemos con alegría nuestro saludo dominical “Buenos días, Señor”.
Fuente
La Iglesia que camina
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