UNA NOTICIA ECLESIAL QUE NOS ALEGRA
La elección de Jorge Bergoglio como Papa Francisco I ha significado para nuestra Iglesia una corriente de libertad de Hijos de Dios, de sintonía con la vida del ser humano corriente, de hacer más visible el espíritu de Jesús. Son muchas las cosas que hay que renovar y se requerirá tiempo, aunque ya se ven avances que nos alegran. Estamos próximos a que la comisión de Cardenales que va a proponer los cambios en la curia vaticana entregue su informe, y eso acelerará el proceso aunque habrá conflictos inevitables con grupos de poder.
Uno de estos signos ha sido el relevo del Secretario de Estado Vaticano (el segundo cargo en importancia de Vaticano), Cardenal Bertone, quien se identificó con sectores conservadores. Hay otro signo que para nuestra iglesia peruana es muy especial; se trata de la reivindicación del teólogo Gustavo Gutiérrez, quien sistematizó la llamada Teología de la Liberación. Esta corriente teológica nace en la década de 1970 como una manera de recoger la experiencia de vida de las comunidades de base, de los cristianos empeñados en lograr un orden social más justo, en ligar la reflexión de fe con la situación de miseria y explotación de muchos habitantes de Latinoamérica, situación tratada en las Conferencias Episcopales de Medellín y Puebla.
El hecho que textos de Gustavo Gutiérrez hayan sido publicados en el Observatore Romano (diario oficial del Vaticano) y que haya sido recibido en una audiencia personal y privada por el Papa Francisco la semana pasada, son signos para todo el mundo eclesial. Cabe recordar que la persona del P. Gustavo y su obra teológica fueron satanizadas por sectores eclesiales de mente conservadora que intentaron acallarlo recurriendo no solo al debate, sino a la maledicencia y la calumnia.
Nos alegramos no sólo por Gustavo Gutiérrez, sino por la gran cantidad de cristianos que hemos visto expresada nuestra fe en los textos que él escribió; este gesto del Papa nos alienta para seguir viviendo el seguimiento a Jesús estrechamente ligados a la construcción del Reino de Dios, una sociedad donde el amor, la verdad, la felicidad y la justicia sean la norma.
Juan Borea Odría
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