domingo, 8 de septiembre de 2013

 
LO QUE CUESTA SEGUIR A CRISTO
Jesús exige radicalidad para seguirlo
Por El P. Clemente Sobrado
 
Lucas  14,  25 - 33:

Caminaba con Él mucha gente, y volviéndose les dijo: "Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío. El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío. Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: "Este comenzó a edificar y no pudo terminar." O ¿qué rey, que sale a enfrentarse contra otro rey, no se sienta antes y delibera si con diez mil puede salir al paso del que viene contra él con veinte mil? Y si no, cuando está todavía lejos, envía una embajada para pedir condiciones de paz. Pues, de igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío."

Reflexión

Hola queridos amigos: La palabra de Dios hoy pudiera prestarse a distintas interpretaciones. Al leerla pienso en muchas de nuestras reacciones. Cuando se muere un anciano, todos nos resignamos porque el pobre viejo ya no daba para más, pero cuando muere un joven solemos decir: ¡Qué pena, con lo joven que era! ¡Era toda una promesa!.

Las dos parábolas que nos presenta Jesús también son una especie de lamento de quien se ha muerto antes de tiempo.

La primera reacción pudiera prestarse a que Jesús quiere poner sordina a cuantos quieren seguirle. Es como decirles, no se precipiten, piénsenlo bien antes de decidirse. Pero esto no es poner sordina y tratar de apagar las ilusiones y las esperanzas de nadie. Es sencillamente un llamado a la realidad. Seguir a Jesús no es una broma, ni tampoco un irnos de fin de semana. Seguir a Jesús es una decisión para toda la vida y con todas las consecuencias. Aquí no debiera vuelta atrás. Recuerdo que una mamá, el día que pidieron la mano de su hija para casarse, no quiso echar ningún discurso, sencillamente dijo: "Bueno, fíjense bien en lo que hacen, porque en esta casa no se acepta la devolución de mercancía."

Algo parecido nos quiso decir Jesús:
El que quiera seguirme que se siente primero y reflexione, es libre de seguirme, pero si decide venir detrás de mí, que lo piense, porque no acepto seguidores que luego se cansan y se quedan a medio camino, como quien comienza a edificar una torre pero no tiene con qué terminarla. La gente se va a reír de él, "comenzó y no pudo terminar". Esto hay que aplicarlo a todo: "Antes de casarte, piensa si estás dispuesto a llegar hasta el final del camino, y no quejarte y pedir el divorcio." O te casas para siempre o no te cases. Igual habría que decir que si te sientas llamado al sacerdocio o vida consagrada, piénsalo bien, no sea que luego vengas con el cuento de que no era para ti.

También pudiéramos aplicarlo al anuncio del Evangelio. ¿Se puede anunciar el Evangelio sin conocer al hombre de hoy, con todos sus problemas y dudas e inestabilidades? Jesús no quiere seguidores hasta mitad del camino, sino hasta el final del camino. Cada uno es libre de tomar decisiones, pero que se siente y piense si puede llegar hasta el final.
 
Fuente
La Iglesia que camina

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