UN PASO ADELANTE. DOS PASOS ATRÁS
A veces me pongo a pensar ¿por qué, si hemos avanzado tanto, nos encontramos en franco retroceso?,
un razonamiento lineal y metafísico nos llevaría a concluir que tanto desarrollo tecnológico nos debería conducir hacia lo que algunos denominaron “el superhombre”, “el ser perfecto”, “la raza perfecta”, “la mente perfecta” (¿Nietzsche, Weishaupt y los “iluminati”, los “guardianes socráticos”, etc…?); sin embargo, lo real, lo fáctico, lo cotidiano que vivimos cada día al levantarnos y ver u oír las noticias o leer los titulares de la prensa: muertes absurdas, asesinatos truculentos, violencia per sé, sin sentido, estéril y corrompida que, lamentablemente, nos conduce al sinsentido de padres que matan a sus hijos, de hijos que asesinan a sus padres, violaciones en instituciones que deberían proteger a los niños (Inabif, etc.), inocentes encarcelados y delincuentes dejados en libertad, etc…
Todo esto, a mi modesto entender, refleja un retroceso galopante de las relaciones humanas hacia los estadios primarios del salvajismo y la barbarie, verdaderos trogloditas con BlackBerry y lap top preocupados en los índices bursátiles mientras el asesino pasa por su lado luego de asesinar a su hermano. Será esto las señales de “los últimos días” como algunos piensan, yo creo que no, pues la violencia siempre estuvo ahí desde los albores de la humanidad y acompañó al hombre en la construcción de su historia; lo que sucede es que el adelanto tecnológico actual hace posible que las comunicaciones, que hasta hace pocas décadas tardaban semanas, meses y años, hoy lo tenemos en tiempo real, a la brevedad de un click o del botón del control remoto; ha cambiado la forma pero el contenido sigue su propio devenir y luego de la tempestad vendrá la calma
y ahí estamos nosotros que con terquedad resistimos la vorágine de la anomia y tratamos de ser felices aunque no tengamos “permiso”, siempre será posible encontrar gente como nosotros que apuesten por la vida a contrapelo de la muerte.
“LA GENTE QUE ME GUSTA
Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad. Me gusta la gente con capacidad para asumir las consecuencias de sus acciones, la gente que arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien se permite huir de los consejos sensatos dejando las soluciones en manos de nuestro padre Dios.
Me gusta la gente que es justa con su gente y consigo misma, la gente que agradece el nuevo día, las cosas buenas que existen en su vida, que vive cada hora con buen ánimo dando lo mejor de sí, agradecido de estar vivo, de poder regalar sonrisas, de ofrecer sus manos y ayudar generosamente sin esperar nada a cambio.
Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, pero sin lastimarme ni herirme. La gente que tiene tacto.
Me gusta la gente que posee sentido de la justicia.
A estos los llamo mis amigos.
Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría y la predica. La gente que mediante bromas nos enseña a concebir la vida con humor. La gente que nunca deja de ser aniñada.
Me gusta la gente que con su energía, contagia.
Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos razonables a las decisiones de cualquiera.
Me gusta la gente fiel y persistente, que no desfallece cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata.
Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza en reconocer que se equivocó o que no sabe algo. La gente que, al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.
La gente que lucha contra adversidades.
Me gusta la gente que busca soluciones.
Me gusta la gente que piensa y medita internamente. La gente que valora a sus semejantes no por un estereotipo social ni cómo lucen. La gente que no juzga ni deja que otros juzguen.
Me gusta la gente que tiene personalidad.
Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano, es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón.
La sensibilidad, el coraje, la solidaridad, la bondad, el respeto, la tranquilidad, los valores, la alegría, la humildad, la fe, la felicidad, el tacto, la confianza, la esperanza, el agradecimiento, la sabiduría, los sueños, el arrepentimiento y el amor para los demás y propio son cosas fundamentales para llamarse GENTE.
Con gente como ésa, me comprometo para lo que sea por el resto de mi vida, ya que por tenerlos junto a mí, me doy por bien retribuido.
Mario Benedetti”
Hasta la próxima
Mario Domínguez Olaya
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