LA IMPORTANCIA DE LA INDIGNACIÓN
El rechazo a la violencia y el deseo de evitar los conflictos, que toda persona sana tienen como norma, pueden a veces ser mal entendidos y propicia la pasividad antes lo injusto e incorrecto. Es por ello que en esta editorial queremos hablar sobre la importancia de indignarse.
El diccionario define indignación como “Sentimiento de intenso enfado que genera en una persona un acto que se considera injusto, ofensivo o perjudicial”. Etimológicamente proviene de in – (negación) de la dignidad, la reacción que se genera cuando una persona ve afectada su dignidad.
Cuando un pueblo tiene poca autoestima, poca conciencia de su dignidad, es muy difícil que se indigne. Esa sumisión lleva a la pasividad, el aceptar abusos, basura, injusticias. A vivir (como siempre converso con los muchachos) con alma de esclavo.
Sin capacidad de indignación un pueblo es dominado, explotado, envilecido. Si la dictadura de Fujimori fue posible es porque nos faltaba dignidad como pueblo. Y si salimos de la dictadura fue gracias a un grupo de instituciones (entre ellas el Héctor*) y personas que tuvimos dignidad y peleamos por la democracia empujando al resto, que prefería acomodarse a la situación y sacar provechode la misma.
Indignación no es igual a ira, aunque en algunas circunstancias puede llevar a la ira.
La indignación lleva a la lucha, a combatir aquello que se siente contrario a la justicia. Y la mejor manera de luchar es con la cabeza fría, por lo que la ira no ayuda a triunfar.
Quienes intentan dominar a los pueblos tienen dos caminos: la represión brutal o el envilecimiento matando la dignidad para que la gente no sienta la necesidad de levantarse.
Es más fácil y cómodo hacerse el desentendido, justificar lo injustificable, que enfrentar las situaciones; pero eso sería traicionar la esencia de nuestro ser humanos, que es vivir libres, dignos y felices.
Aunque seamos pocos, mantengamos siempre nuestra capacidad de indignación.
Juan Borea Odría
(*) IEP Héctor de Cárdenas (Colegio de Borea)
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