LA GENTE Y LA HISTORIA NO CAMBIAN
Cartas a Teresa, esposa de Manuel Candamo Iriarte
Por Ángel Páez*
La historia también se nutre de la intimidad, descubriendo en una carta hechos y opiniones que uno no haría en público, por ejemplo.
Manuel Candamo Iriarte, el ilustrado hombre de negocios, dirigente del partido civilista, teniente alcalde de Lima, senador y presidente del Perú (1903-1904), remitió numerosas misivas a su esposa Teresa Álvarez Calderón desde las localidades chilenas de Angol y Chillán, donde estuvo desterrado durante catorce meses por orden de los invasores que lo acusaron de colaborar con Andrés Avelino Cáceres.
Después de la derrota de Arica, Candamo, como muchos limeños acomodados, decidió enviar a su mujer e hijos a Piura para protegerlos del avance de las tropas chilenas. Resolvió quedarse en la capital para preparar la defensa de la ciudad, mientras que el ejército sureño, dirigido por Patricio Lynch, perpetraba incursiones por el norte, increíblemente, a veces con la participación de los propios peruanos que indicaban a los chilenos dónde estaba el dinero. Eso ocurrió en Eten, donde Candamo administraba el ferrocarril. El 15 de octubre de 1880, se lo relató a su esposa:
'El ferrocarril escapó milagrosamente y los pocos daños que ha sufrido han sido causados por nuestros queridos paisanos. Rompieron los asientos de todos los coches de primera para robarse el cuero con que estaban forrados. Es de avergonzarse oír la relación de lo que ha ocurrido por allá. Casi toda la plata y especies que sacaron los chilenos de algunas casas fue por denuncia de los habitantes del lugar. La gente del pueblo ayudó a los soldados a robar y les suministró verduras y cuanto pedían'. Aquello de que 'el peor enemigo de un peruano es otro peruano' no es una simple frase.
Una vez capturada Lima, el presidente Francisco García Calderón Landa lo nombró miembro de la Junta Patriótica, que cumplía la función de conseguir la paz sin ceder territorio. Desterrado García Calderón, se convirtió en delegado del gobierno de Lizardo Montero y miembro de la 'Agencia Confidencial' , cuya función era la de coordinar con los países amigos la salida de los invasores y organizar la compra secreta de armamento en el exterior. En esas tareas se encontraba cuando el primero de agosto de 1882 los chilenos lo desterraron.
Candamo le prometió a Teresa Álvarez Calderón que le escribiría al menos dos cartas a la semana. Y así fue.
Atormentado por las disputas entre Nicolás de Piérola Villena, Miguel Iglesias Pino, Andrés Avelino Cáceres y otros caudillos que no conciliaban posiciones por razones personales, prolongando la vergonzosa y humillante ocupación chilena, Candamo consideró que la más grande ventaja que tenían los vencedores era la desunión de los peruanos.
El 28 de febrero de 1883 escribió a su mejor confidente, su esposa:
'Tal vez no se presentará en la historia un caso tan desgraciado como aquel en que se encuentra el Perú; en la situación más crítica, en la crisis más angustiosa, en el mayor peligro que puede correr un país, no tiene un solo hombre, no diré de importancia, pero ni siquiera medio regular. No hay remedio; estamos perdidos. En nuestro país se producirán muy buenas yucas y camotes, muy buenas paltas y chirimoyas; pero lo que es un hombre de estado, nequáquam (de ninguna manera);…mientras tanto, aquí en Chile…otra cosa'.
Por eso le enervaba el fratricidio peruano ante el gozo del enemigo. De allí que enfiló su encono hacia el coronel y hacendado Miguel Iglesias Pino, quien promovía la paz con los chilenos a cambio de la cesión de Tacna, Arica y Tarapacá.
El 20 de mayo de 1883, Candamo confió a su mujer que 'lo de Iglesias es una cosa insostenible y ridícula', y añade: 'Muchos males ha hecho al país ese imbécil, pues si no hubiera sido por su traición hace tiempo que la paz estaría hecha y se habrían evitado muchas desgracias y males de todo género. Ya ese no tiene remedio y lo necesario es concluir con ese grupo funesto, como grupo político, y que el señor Iglesias vuelva a criar vacas que es tal vez lo único para que podrá servir y de donde no debió salir jamás'.
El 28 de junio de 1883 escribió, con ese tono irónico que caracteriza su epistolario:
'Pesada está haciéndose esta vida y la incertidumbre de su término es de lo más mortificante que tiene. (…) Un flaco servicio nos ha hecho y ha hecho al país Su Excelencia el Regenerador (Nicolás de Piérola), pues es probable que sin su revolución la paz no habría presentado las dificultades que ha presentado y haría tiempo que la situación habría mejorado'.
'Que el diablo cargue con todos nuestros hombres públicos que no son otra cosa que una tropa de mentecatos revueltos con bastantes bribones' (11/07/1883) .
Cuando le llegó la propuesta de que manifestara su adhesión al gobierno de Iglesias a cambio de su pronta liberación y retorno a Perú, rechazó la afrenta. El 29 de agosto de 1883, escribió a Teresa Álvarez Calderón:
'Sería no solo un acto de debilidad vergonzoso, sino una deslealtad contraer compromisos o hacer declaraciones de esa especie, y si solo por medio de unos u otros puedo recobrar mi libertad, me resignaré a vivir en perpetuo cautiverio… Personas de ideas acomodaticias, de principios nada severos, de carácter egoísta y convenienciero, canallas y sinvergüenzas, harían eso y mucho más, pero yo no deseo figurar en ese número, tan crecido desgraciadamente entre nosotros, esperaré con paciencia que los acontecimientos hagan indispensable nuestra libertad o al menos que, por cualquiera razón que sea, se obtenga sin mengua ni compromiso para nosotros'.
Y el 13 de octubre de 1883 comparó lo que sucedía en Perú respecto a Chile, buscando una explicación al triunfo de esta nación:
'No solo nos han vencido en todas partes, nos han arruinado y humillado, sino que nos han impuesto el gobierno que han querido, han removido todo el fango y han fomentado las traiciones, la anarquía y los más vergonzosos escándalos. Ellos no tienen la culpa y lo mismo habría hecho cualquier otro país en su caso con un enemigo como nosotros'.
'Toda la gente decente,…ilustrada y de influencia toma en este país (Chile) participación en la política, en la administración. Las cámaras están compuestas por lo general de lo mejor y todos los puestos públicos están desempeñados, no por soldadotes brutales y arbitrarios, sino por gente culta, y que conoce sus deberes. Por eso nos han vencido y nos tienen como nos tienen'.
Ni bien recuperó la libertad, Manuel Candamo regresó a Lima para confrontar a Iglesias. El dictador lo castigó pidiendo al enemigo chileno que lo detuvieran y mantuvieran desterrado por segunda vez en el país del sur, entre agosto y octubre de 1884. Una vez terminada la satrapía, retornó e intervino en política, a pesar de que le había prometido a su esposa que no lo haría.
Después de ganar una senaduría en 1903 triunfó como candidato presidencial. Candamo murió cuando sólo habían transcurrido ocho meses de su gestión, el 7 de mayo de 1904.
"La ambición es el último refugio del fracaso"
Oscar Wilde
Fuente: Domingo. La República, Lima 15/06/08
http://www.larepublica.com.pe/content/view/226531/
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(*) Periodista peruano de investigación
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