Era el domingo 22, nos levantamos muy temprano, tomamos un agradable desayuno y emprendimos camino hacia el centro de la Reserva Paisajística Nor Yauyos Cochas, digamos, de la parte más atractiva del circuito. Hay que tener presente que esta reserva comprende una gran región localizada en los límites de los departamentos de Lima y Junín. Aquí estan los poblados de Vitis, Alis, Laraos, Tomas, Vilca, Magdalena, Yauyos, Tanta, etc. Los Maristas Boys y algunos, Juan, los choferes y nuestro pequeño guía acompañado de su perro, salimos en busca de ese lugar que tanto nos habían hablado, que habíamos visto en revistas y por la televisión. Así que provistos de agua, cámaras y muchas ganas, salimos en busca de la naturaleza libre de humanos, aquella de fauna y flora silvestre en donde el hombre se acerca solo de lejos para contemplarla o mantenerla.
Este pedacito de Edén se encuentra ubicado a 290 km (vía Carretera Central) o 320 km (vía Cañete) al sureste de la ciudad de Lima (8 horas). Con sus 221 268,48 hectáreas, es una de las zonas de mayor belleza escénica del Perú. Pudimos ver lagunas de aguas turquesas y cristalinas adornadas de bellas cascadas color blanco, cielo azul, profundos cañones y quebradas, bosques de queñuales. No llegamos hasta el final ni llegamos al pueblo de Vilcas por falta de tiempo. Así que no vimos puyas de Raimondi ni complejos arqueológicos. Durante el recorrido vimos también caballos, burros y diferentes tipos de aves, entre ellas pude ver picaflores, lechuzas y buhos; también patos y gansos. Surcando el cielo diáfano aguiluchos jóvenes de pecho blanco. Plantas, árboles y flores de todos los tipos sorteaban por todo el camino.
Desde que salimos de Yauyos y agarramos la carretera, seguimos la parte alta del río Cañete y la cuenca del río Pachacayo, pudimos constatar que esta parte tenía un encanto muy especial. Es por eso que aquí, en plena reserva todo nos parecía como pintado por la mano de Dios. Nosotros, habitantes de la capital, a tan solo unas pocas horas de la ciudad, quedábamos anonadados por tan agradable espectáculo natural, el aire que se respiraba era también diferente. Así también pudimos ver como los diversos ecosistemas que la conforman se entrelazaban y constituían el equilibrio perfecto. Otra cosa que nos dimos cuenta es que los habitantes han aprendido a convivir armoniosamente con su entorno, y por supuesto, respetando la biodiversidad que existe en la zona.
El frío de la mañana se iba discipando mientras avanzaba la mañana. Este lugar tiene temperaturas alrededor de los 20ºC cuando llega el medio día, por lo cual es recomendable protegerse con bloqueador solar y uso de sombrero o gorra. También nos protegimos de los mosquitos con el repelente que Julián trajo desde Lima. La noche anterior la temperatura descendió hasta los 4 grados pero en la mañana la temperatura mejoró. La estación lluviosa es de noviembre a marzo, al igual que en los demás poblados de la sierra; nuestro viaje lo realizamos en agosto y era muy agradable, no llovió durante toda nuestra estadía. Dicen que los mejores meses para visitar la Reserva son abril y mayo, cuando todo el paisaje está cubierto de un manto verde, y es así como nosotros lo encontramos.
Cada trecho era sorprendente. Sorteábamos los obstáculos y avanzábamos a camino de trocha, cansados pero extaciados por tanta belleza. Cuando empezamos los rayos solares no llegaban a nosotros, los "apus" solo eran testigos de nuestros pasos, hasta que comenzó a verse el sol sobre nosotros y sobre la naturaleza. Así, con esa luz del sol como una caricia sobre nuestras cabezas, caminamos en silencio, seguramente para tratar de extender el tiempo, anchar los segundos, no permitir que ese momento se nos vaya de la vida. Algunas caídas tuvimos, en especial Tomás y como siempre yo, sin embargo no pasaron de un susto y resultaron al final divertidas.
Desde que salimos de Yauyos y agarramos la carretera, seguimos la parte alta del río Cañete y la cuenca del río Pachacayo, pudimos constatar que esta parte tenía un encanto muy especial. Es por eso que aquí, en plena reserva todo nos parecía como pintado por la mano de Dios. Nosotros, habitantes de la capital, a tan solo unas pocas horas de la ciudad, quedábamos anonadados por tan agradable espectáculo natural, el aire que se respiraba era también diferente. Así también pudimos ver como los diversos ecosistemas que la conforman se entrelazaban y constituían el equilibrio perfecto. Otra cosa que nos dimos cuenta es que los habitantes han aprendido a convivir armoniosamente con su entorno, y por supuesto, respetando la biodiversidad que existe en la zona.
El frío de la mañana se iba discipando mientras avanzaba la mañana. Este lugar tiene temperaturas alrededor de los 20ºC cuando llega el medio día, por lo cual es recomendable protegerse con bloqueador solar y uso de sombrero o gorra. También nos protegimos de los mosquitos con el repelente que Julián trajo desde Lima. La noche anterior la temperatura descendió hasta los 4 grados pero en la mañana la temperatura mejoró. La estación lluviosa es de noviembre a marzo, al igual que en los demás poblados de la sierra; nuestro viaje lo realizamos en agosto y era muy agradable, no llovió durante toda nuestra estadía. Dicen que los mejores meses para visitar la Reserva son abril y mayo, cuando todo el paisaje está cubierto de un manto verde, y es así como nosotros lo encontramos.
Cada trecho era sorprendente. Sorteábamos los obstáculos y avanzábamos a camino de trocha, cansados pero extaciados por tanta belleza. Cuando empezamos los rayos solares no llegaban a nosotros, los "apus" solo eran testigos de nuestros pasos, hasta que comenzó a verse el sol sobre nosotros y sobre la naturaleza. Así, con esa luz del sol como una caricia sobre nuestras cabezas, caminamos en silencio, seguramente para tratar de extender el tiempo, anchar los segundos, no permitir que ese momento se nos vaya de la vida. Algunas caídas tuvimos, en especial Tomás y como siempre yo, sin embargo no pasaron de un susto y resultaron al final divertidas.
Muchos pobladores nos decían que visitemos el pueblo de Vilcas, que quedaba a unas pocas horas de ahí, aproximadamente 15 kilómetros. Juan Borea -que conocía el lugar- nos dijo que no era mucho lo que nos perdíamos y lamentablemente por falta de tiempo dejamos de ir. Sin embargo de seguro que en otra oportunidad llegaré a visitar ese pueblo, ya sea con mi familia o con amigos.
Paul Crispín, el dueño de la posada donde estuvimos, me dijo que hace años, antes del 2000, en la zona solo habían pocas familias. Casi todos trabajaban en otros pueblos y llevaban sus productos agrícolas y de ganadería a otros pueblos más cercanos. Con la Reserva creada en el 2001, muchas familias han apostado por el turismo dando servicios como el que él proporciona. Las familias campesinas de las comunidades agro-pastorales manejan entre 5 a 25 diferentes parcelas de cultivo durante la campaña agrícola. También nos dijo que lo que pueden producir actualmente, lo derivan para el consumo propio y de las familias. Su negocio se vislumbra de aquí a algunos años como uno de los mejores de la zona. Está levantando él mismo un segundo piso y está implementando de todo para ofrecer al turista de mejores comodidades. Inclusive nos dió la impresión de que su familia está abierta a aprender más, dando la oportunidad a Humberto de entablar un intercambio de conocimientos culinarios con los Crispín.
En cada palmo de nuestro andar, encontrábamos lagunas formadas de manera natural con mucha vegetación en el fondo, de aguas cristalinas que reflejaban un color turquesa y esmeralda. A nosotros nos llama la atención la claridad de sus aguas, acostumbrados a ver al Río Rimac, antagónicamente opuesto en aspecto. Me imagino que en algún momento -cuando se formaba Lima- el Rimac debió tener un aspecto similar. También vimos algunos puentes de estilo colonial de calicanto que solo son de uso peatonal, dando un aspecto muy pecualiar y encuadrando perfectamente con el diseño paisajístico del lugar que como repito, parace un lienzo. Un sinnúmero de cascadas de todo tamaño pasaron por nuestros ojos.
Los huancayanos en general son personas muy amables y muy educadas. Han aprendido a convivir con los turistas que los visitan. A pesar que muchos foráneos no tienen mucho cuidado en preservar los lugares turísticos, ellos comprenden que se llevará un buen tiempo para que propios y foráneos vivan en comunión con los recursos que la naturaleza brinda. Inclusive, desde hace años funciona en en lugar de la plaza de armas, un pequeño museo de sitio, provisto de reliquias, cráneos, momias y restos de sacrificios humanos en el pasado histórico.
Haciendo un pequeño paréntesis al relato y antes que me olvide, un día antes estuvimos en Vitis, casi al caer la tarde, paseamos por el pueblo, fuimos al mirador, nos tomamos algunas fotos. Julián subió al campanario como queriendo demostrar ser el santo patrono del lugar. Algunos compramos el rico pan chapla que vendían en la plaza de armas. Esa noche al llegar a Huancaya cenamos algo y salimos a hacer travesuras por el pueblo. Julián se puso a jugar con unos fuegos artificiales que quedaron remanentes del año nuevo pasado. Le dijimos que terminara pronto ya que nos iban a confundir con terrucos. Regresamos a la posada, nos tomamos "calientitos" para el frío y después de una agradable conversación acordamos irnos a dormir cerca de once, ya que a la mañana siguiente tendríamos mucho que hacer.
En resumen, todo lo visto no tiene precio. Los 170 soles que cada uno invirtió no son nada para todo lo que recibimos. El lugar, fantastico, pudimos comprobar que la columna vertebral de toda esta reserva es el río Cañete que desciende desde los nevados hasta desembocar en la costa, dejando en todo su recorrido paisajes irrepetibles lo cual dice mucho si se tiene en cuenta que el Perú es un país favorecido con paisajes de extrema belleza. Es por eso que la frase que reza "NACIENTES DE AGUA QUE SE CUIDAN, QUE SE COMPARTEN..." resume lo que quiero decir. Nadie nos contará como es el lugar, ya que nosotros estuvimos allí, testigos fieles de lo hermoso que es esa parte de Lima y que nada más es un pedacito de todo lo que el Perú puede ofrecer. Vivir la experiencia que hemos tenido esos dos dias, significa un encuentro con la naturaleza y la reafirmación de la amistad como grupo. Cada paseo o viaje que realizamos, enriquecemos el vínculo y mejoramos cada vez más.
Para terminar, algunas recomendaciones si quiere animarse a visitar este lugar, siempre que lo haga por su cuenta:
*Agenciarse de un buen mapa.
*Tanquear el combustible ya sea a gas, petroleo o gasolina, dentro de la reserva no hay una estación surtidora de combustible, pero si podrá encontrar algunos lugares informales, uno a la entrada en Llapay, otro en Tinco (cruce en quechua) Alis y algunos más en cada distrito, en Huancaya no es seguro encontrar combustible.
*Agua y envases para agua, para el radiador durante el camino.
*Recuerde llevar la llanta de repuesto y una gata en buen estado.
*Los fines de semana largos y en fiestas, el hospedaje se encuentra escaso, realizar reservaciones con anticipación. Nosotros le recomendamos el RECREO TURISTICO "BRISAS DE MAYO" de Paul Crispin (Llamar al 8100-375) Acogedor, limpio y con comodidades básicas) En caso va acampar, debe ser una carpa de media montaña para arriba, para evitar el frío extremo de las noches.
*Para el frío llevar ropa apropiada (guantes, gorra, chullos, casacas, etc.)
*Para el frío llevar ropa apropiada (guantes, gorra, chullos, casacas, etc.)
*El hospedaje nos costó por persona 10 soles. La alimentación durante los dos días nos salió 35 soles aproximadamente por participante, considerando desayunos , almuerzos y cenas.
Paco Cárdenas Linares
Mañana: Julián Antezana en su acostumbrado "Por las Rechuflas..!" relatará el viaje minuto a minuto y de principio a fín...no te lo pierdas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si deseas, déjanos tu comentario