jueves, 1 de noviembre de 2012

 
MEDIOCRIDAD
Un cáncer moral en el Perú


Un tema recurrente en la orientación que he dado a mis alumnos es el rechazo a la mediocridad; esta insistencia a veces molesta al estudiante (aunque luego como exalumnos la valoran como uno de las cosas que han ayudado en su formación), pero lo hago porque consideo a la mediocridad como un cáncer que corroe la moral de los ciudadanos peruanos, y como uno de los factores que afectan al desarrollo económico y al bienestar de las personas. Quiero ilustrarla con una anécdota reciente: con el Club de Excursionismo del Héctor de Cárdenas* pernoctamos en Catahuasi, en Yauyos. A la salida hay un letrero que indica el camino a Tupe (que íbamos a visitar), y entramos con el vehículo por él; pero 800 metros más allá, el camino estaba cortado; hace más de un año que han construido otro ingreso a la trocha y debimos bajar en retroceso para tomar el nuevo ingreso, con los peligros consiguientes. ¿Qué razón hay para que siga el letrero en la antigua pista ya clausurada? Ninguna válida, sólo la desidia de las autoridades y de la población.

El diccionario señala tres acepciones de la palabra en cuestión: a) Calidad baja o casi mala. B) Falta de valor o interés. C) Falta de inteligencia o de capacidad para realizar algo. Las tres acepciones concurren en el ejemplo anterior. Pero esta mediocridad no es algo ocasional o pasajero; es una actitud que subyace en el subconsciente de mucha gente, casi me atrevería a decir en la mayoría de la población, y origina incontables inconvenientes. Como es tan generalizada ya no llama la atención, y se ha convertido en modus vivendi que aceptamos con resignación, cuando no con entusiasmo.
 
Estudiantes que estudian poco y celebran un once, gente que llega cotidianamente tarde a su centro de labor o de estudio, trabajadores que mezquinan esfuerzo, pobladores que cumplen la norma sólo cuando los están vigilando, deportistas que entrenan a desgano, profesionales descuidados que hacen su labor a medias…todos son manifestación de la misma enfermedad moral. No es algo nuevo, es algo que lleva siglos; como muestra, hace un siglo ya (1913) que José Ingenieros publicó su libro “El Hombre Mediocre”.

La mediocridad sólo es posible de combatir con la integridad; es decir, vivir a plenitud cada momento, ser íntegro en las convicciones y compromisos, honrar la palabra dada, mantener la capacidad de indignación y el espíritu de combate. Invoco a sumarnos a esta cruzada por la integridad generando condiciones en los lugares donde nos desempeñamos casa para que no aceptemos vivir a medias.
 
Juan Borea Odría
 (*) Centro educativo de Borea Odría

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