CUIDADO CON LA AVARICIA
"La vida de uno no está asegurada por sus bienes."
Por el P. Clemente Sobrado
Lucas 12, 13 - 21:
Uno de la gente le dijo: "Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo." Él le respondió: "¡Hombre! ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?" Y les dijo: "Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes." Les dijo una parábola: "Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: "¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?" Y dijo: "Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea." Pero Dios le dijo: "¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?" Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios."
Reflexión
Hola amigos: ¿Nunca habéis tenido problemas de herencia? Me gustaría saber cuántos hermanos, que hasta es posible vayan a misa hoy, no se hablen por problemas de herencia. Por eso, yo soy de los que insisto a los padres a que hagan testamento a tiempo. No saben cuántos líos entre los hermanos se evitarían. Total, por hacer el testamento no se van a morir antes, pero solucionaron muchos problemas. No se fíen del amor de los hermanos mientras ustedes están vivos. El problema viene cuando ustedes se van, ahí no hay hermano que valga. Ahí los que mandan son el egoísmo y la codicia.
La parábola de Jesús es toda una lección de nuestra codicia y de nuestra ansia de tener, capaz de sacrificar nuestra condición de hermanos, nuestra condición de solidaridad y de nuestro compartir con los demás.
Jesús no se lamenta de este tipo que tuvo una gran cosecha. Lo que Jesús lamenta es la codicia del corazón del dueño de la cosecha. Mientras los pobres de Galilea se morían de hambre y cada día los grandes terratenientes los dejaban sin sus tierras, este hombre tiene un cosechón tan tremendo que ya no sabe donde almacenar tanto grano. La única preocupación es qué haré para meter tanto trigo. La solución es clara, piensa en levantar nuevos graneros, en almacenar. Ni se le pasa por la cabeza pensar, que ya que Dios le ha regalado tan buena cosecha, cuánto pudiera repartir entre los que no tienen nada, entre los que se mueren de hambre.
Piensa en agrandar sus graneros, pero no piensa que con ello está achicando su corazón. Pienso agrandar sus graneros, pero no piensa en agrandar el corazón. Crecerán y se agrandarán sus graneros, pero su vida se empequeñecerá y achicará.
¿Nos dice algo a nosotros esta parábola? ¿Creemos que tiene actualidad en nuestro mundo progresista, consumista y acaparador? Bueno, no quisiera juzgar el corazón de nadie que bastante tengo con el mío, pero tampoco puedo cerrar los ojos a cuantos hoy pensamos en agrandar nuestros graneros, nuestras cuentas bancarias, y nos olvidamos de los que, posiblemente, no tienen para almorzar o cenar esta noche.
Fuente
La Iglesia que camina
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si deseas, déjanos tu comentario