domingo, 19 de agosto de 2012


EL PAN VIVO DEL CIELO
"Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre"
Por el P. Clemente Sobrado



San Juan  6,  51-58:

"Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo." Discutían entre sí los judíos y decían: "¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?" Jesús les dijo: "En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre."

Reflexión

Hola amigos: Seguimos con este largo Capítulo 6 de San Juan, el capítulo del "Pan de la Vida", el capítulo "de la Mesa Compartida" o, que otros llaman, la "Catequesis de la Fe". Creo que todos los títulos le vienen bien.

¿Recuerdan aquella frase de Descartes "Pienso, luego soy"? Pues alguien, y fue un periodista, la cambió leyendo este Evangelio y escribió: "Esta es mi fe: 'Comulgo, luego existo.'"

Lo dice el mismo Jesús: "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna." No comulgamos para ser buenos. No comulgamos para ser más piadosos. Comulgamos para vivir. Comulgamos para tener vida. Comulgamos para tener la vida plena que es la vida de Dios.

Como Dios quiere que vivamos, Jesús se hace y se convierte en pan de vida, se hace carne y se hace bebida. Claro que esto escandalizó incluso a muchos de los que le seguían. Hasta murmuraban de Él diciendo: "¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?" Ni que fuésemos antropófagos. Dios ya no sabe que inventar para que nosotros vivamos de verdad y vivamos sin miedo a morir. Primero, se encarnó en nuestra humanidad. Ahora, se encarna en el pan y en el vino y se nos da en comunión, se nos da en comida. La comida, eso que tanto le encanta a Jesús.

Por eso la Eucaristía nos habla de comida y hablarnos de comida es hablarnos de mesa. Hablarnos de mesa es hablarnos de encontrarnos, de compartir juntos, de celebrar juntos, de hacer fiesta juntos. No se trata de vivir por vivir, de vivo porque existo. Se trata de vivir porque tengo vida. La vida es siempre fiesta y alegría. Hasta ahora llevábamos la vida de nuestros padres, pero desde que comulgamos llevamos la vida de Dios en nosotros, Dios vive en nosotros y nosotros vivimos en Dios.

¿Cuándo será que descubramos la Misa Dominical y aún la Misa diaria en ese gozo de sentirnos invitados a reunirnos, celebrar juntos la fiesta de la fe y la fraternidad, y no en esas misas obligatorias porque sí pecamos? ¿No les parece bonito? No me digan que también ustedes se escandalizan.

Fuente
La Iglesia que camina

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