domingo, 3 de junio de 2012


SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Resurrección y misión"Yo estaré con vosotros todos los días"
Por el P. Clemente Sobrado

San Mateo  28,  16 - 20:

Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se acercó a ellos y les habló así: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo."

Reflexión

 Hoy celebramos la Fiesta de Dios. No digo el cumpleaños de "papá Dios" porque Dios no cumple años. Hoy lo celebramos a Él, su misterio, tal y como es sin apellidos ni aditamentos.

Me atrevo a haceros una pregunta, ¿se puede todavía hablar hoy de Dios? Porque, para muchos, pareciera que "Dios ha pasado de moda", hasta se llega a hablar de una existencia "sin Dios". Algo así como si Dios perteneciera al pasado y carece de actualidad.

No soy tan pesimista. Yo sigo creyendo que aún aquellos mismos que pretenden declararse agnósticos y ateos, en el fondo de su corazón, sienten su necesidad.

Es cierto que a Dios, siguiendo los principios de Nietzsche, lo podemos ir matando en la sociedad, silenciándolo, callándolo, prescindiendo de Él, pero lo que no resulta tan fácil es matarlo en el corazón, esto por una razón muy sencilla porque "nosotros mismos somos imágenes y semejanzas de Dios" y porque, por mucho que pretendamos silenciarle, en el fondo de nuestro corazón necesitamos algo que llene el vacío que las cosas no pueden llenar.

El problema tal vez esté en que hemos sido nosotros mismos los que hemos deformado su rostro. A Dios no le podremos entender nunca como el todopoderoso, el omnipotente, el que todo lo sabe y que con su poder nos domina y aplasta. A Dios solo le podemos comprender viéndole como es: Amor. Además, viéndole como él mismo se revela y manifiesta: siendo palabra, se revela en el silencio; siendo poderoso, se revela en la debilidad; siendo rico, se revela en la pobreza.

No. El Dios de nuestra fe no es un Dios que aplasta sino que levanta. Ni es un Dios que nos priva de nuestra libertad sino que nos hace libres. Por eso, amigos, aún los que sentís que estáis perdiendo vuestra fe en Él, podéis estar seguros que Él sigue creyendo en vosotros y sigue estando dentro de vosotros.

Celebremos con alegría a ese Dios que nos ama, nos quiere y es capaz de hacer lo imposible para que nosotros seamos cada vez más.

Fuente
La Iglesia que camina

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