jueves, 28 de junio de 2012


UNA DESTITUCIÓN PREOCUPANTE
Destitución de Fernando Lugo de la presidencia de Paraguay

Podríamos considerar un récord de celeridad política la destitución del Presidente Paraguayo Fernando Lugo el viernes 22, en un .juicio político. llevado a cabo por el Congreso de ese país en unas pocas horas frente a un tema que se preveía de mucha mayor duración. Pero en realidad el intento viene de mucho antes; es evidente que el acontecimiento utilizado como justificación para destituirlo (17 muertos en el enfrentamiento entre policías y campesinos en el desalojo de una finca ocupada en Curuguaty) fue solo eso, justificación, y tal vez (como muchos creen) un montaje.

Para entender el fondo del asunto tenemos que conocer algunos elementos de la historia paraguaya, en especial el largo gobierno de Alfredo Stroessner. Este General da un golpe de estado en 1954 y gobierna luego Paraguay es sucesivas relecciones como candidato único (1958, 1963, 1968, 1973, 1983, 1988). Para sostenerse combina la represión brutal contra toda disidencia, con la corrupción sistemática en los diversos niveles de estado (en el índice de percepción de nivel de corrupción Paraguay ocupa el segundo lugar en Latinoamérica y el primero en el MERCOSUR). En 1989 es sacado del poder por un golpe por el General Andrés Rodríguez.

Stroessner gobernó asociado con la estructura política del Partido Colorado, el que sigue gobernando hasta 2008 en que una coalición llamada Alianza Patriótica para el Cambio gana las elecciones llevando como candidato a Fernando Lugo, un ex obispo ligado a las luchas populares y campesinas (en Paraguay el 80% de las tierras pertenece al 2% de los propietarios). Este triunfo se da a nivel de poder ejecutivo pero no de legislativo en donde no consigue la mayoría, lo que debilita su gestión. Y los poderes fácticos desde el primer momento estuvieron en contra de Lugo y buscaron la manera de ponerle piedras en el camino, más allá de los aciertos o errores que haya podido tener en su gestión.

 La Constitución Paraguaya permite este tipo de juicio, y su destitución es legal; por ello Lugo en un gesto de estadista la ha aceptado y ha invocado a sus partidarios a que las protestas sean pacíficas. En otros países el tratamiento es distinto; así, la Constitución Peruana asigna la responsabilidad política al Ministro del sector para que no se afecte la estabilidad. Pero más allá de lo legal (la ley no siempre expresa justicia sino a veces es expresión del equilibrio de poder de una sociedad en un momento determinado) expresamos nuestra preocupación por lo que significa políticamente y por lo que puede afectar al Perú y a otros países en una época como la nuestra en que la interrelación económica y política hacen que lo que ocurre en un país tiene efectos, positivos o negativos, en el resto de naciones.

La democracia no son sólo las formas de poder, sino la posibilidad del pueblo de ejercer el poder a través de sus delegados, y con respeto a unas normas de convivencia que eviten el abuso y el ejercicio discrecional de la autoridad estatal. En los últimos años hemos visto diversos mecanismos que preservando la fachada de las instituciones democráticas las utilizan como pantalla; la dictadura de Fujimori y Montesinos nos dio muchas muestras de este vaciamiento institucional al servicio de los oscuros intereses de un grupo.

El pueblo paraguayo será quien resuelva de una u otra manera este entrampamiento; hacemos votos desde El Amigo para que sea un camino de paz y de justicia. Pero también expresemos nuestra preocupación y estemos atentos para que estos problemas no se presenten en el Perú. La mejor manera es cuando los ciudadanos son conscientes de su ciudadanía y la ejercen activamente; y cuando las instituciones que forman el tejido social son fuertes y auténticas.

Juan Borea Odría 

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