viernes, 31 de julio de 2009

EL CORO DE ENRÍQUEZ

Profesor sui generis, uno como pocos. Planteaba las cosas dentro el salón de clases como él quería y como se daba una situación. No improvisaba pero a veces dada las circunstancias dentro del estudio actuaba rápido y llegaba a soluciones que lo reflejaban de cuerpo entero. Según sus propias palabras "siempre me sentí muy cómodo al lado de ustedes" dijo en algún momento refiriéndose a nosotros sus alumnos de primaria.

Luis Enríquez Nuñez era un profesor que se había "fajado" en los primeros colegios fiscales de San Juan -aquellos estatales o públicos- donde la disciplina era lo primero y el respeto a los mayores también. Eran otros tiempos, por ejemplo cuando un alumno era castigado por un profesor con golpe y todo, el padre de familia muchas veces respetaba la desición del maestro y "remataba" al menor. Otra característica de esa época es que la mayoría de colegios nacionales y particulares no eran mixtos, creo que en los del estado la cosa era al 100%. Los maltratos eran pan de todos los días y los educandos "chitón nomás" sino "remate en casa".

El Maristas San Juan, tampoco era la excepción, desde 1971 hasta 1973 fuimos presos de Enríquez, pero en el mejor sentido de la palabra. Era nuestro profesor en todos los cursos, hasta de inglés. Colaboró en la creación de los sobrenombres a sus alumnos -casi la mayoría fue de su autoría- "chapas" como "el gordito de la serial", "vaca", "tetón", "francés", etc., fueron de su cosecha y quiérase o no en algunos casos repercutieron en nuestras vidas. Muy preocupado también por desarrollar en nosotros o en los que podía inclinaciones para el arte y para los deportes. También eran de su agrado las actividades socio-recreativas en donde se daba rienda suelta a la diversión. Festejábamos los cumpleaños de los alumnos un día por mes, en una sola actividad se homenajeaba a los que cumplían años en ese mes. Existían comisiones para arreglar y decorar el salón de clases -ahí me apuntaba yo- también para realizar la colecta y comprar las golosinas de rigor en el puesto de la señora Candiotti. Para el "combo" había de todo: Boglies , gaseosas Bingo Club o Pasteurina, caramelos de todos los colores y sabores en especial los Cocorocos de limón, galletas munición y surtidas, los infaltables Chizitos -palillos de queso y maíz- toffes, frunas, etc., es decir todo un arsenal de sabor para nosotros. Y como estrella de la fiesta estaba la "CHAMPA" (así llamábamos a lo que después se llamó TRANCA, LADRILLO, MUERTE LENTA, TORTA, ETC) que no era otra cosa que un keke compacto (super tieso) cuadrado con relleno de Dios sabe que cosa (parecía mermelada de fresa pero no era) Era lo más pedido a la hora del recreo y la señora del kiosko ya sabía de nuestra reunión y nos reservaba no menos de cuarenta de "esos ladrillos".

A la hora de hacer deporte -minibasket o fulbito- el profe Enríquez nos llevaba al patio del colegio o a la cancha de futbol casi a paso ligero. Nos daba la orden de salir casi corriendo: "Vaaaamooooossss...!" y luciendo una corrida muy peculiar se adelantaba mostrándonos el camino a seguir -inclusive el loco Solórzano lo ha imitado en reiteradas oportuninades sin haber sido su alumno- A la hora del ejercicio todos tenían que hacer alguito. Cuando de fulbito se trataba, Enríquez había formado cuatro selecciones según su experto criterio. "Las Estrellas" y "Los Tigres de Bengala" eran las "grandes ligas". "Los Gatitos" y "Los Angelitos" -los nombres lo decían todo- eran selecciones resultado de lo que sobraba. De todas maneras hacía participar a todos, claro a su estilo, pero todos al final participaban. De vez en cuando "algunos angelitos" desertaban y se iban a buscar alacranes y lagartijas al "Cañón del Buda" -lugar remoto de las pampas del colegio en donde abundaban estos animalitos.

En lo artístico Enríquez era tenaz. Había formado un coro con voces de todo calibre, primeras, segundas y graves según la ocasión. Casi siempre éramos veinte los integrantes, yo me ubicaba siempre en la segunda fila al lado de Pepe Candiotti. El profe nos acompañaba en los ensayos y en las presentaciones con guitarra y a veces con acordión. Era muy diestro con los instrumentos y muy enérgico al corregirnos, no faltaban las patadas, los carajos y los jalones de pelo. Había hecho de su nombre practicamente una marca. Su coro -nosotros- tenía que salir siempre en todas las actuaciones del colegio. Siempre antes de toda presentación por más humilde que sea, había detrás una preparación muy intensa, él no perdonaba el error y a la menor falla, "caricia segura".

Un "roche" con Rabito

Un día se realizó una actuación de un día para otro. Enríquez no había preparado nada para nosotros, practicamente un día antes le avisan del evento. Ese día cuando llegamos al aula, nos llama y nos comunica que saldríamos a cantar lo que sea. Aníbal Dávalos le sugirió que cantáramos algo ya interpretado anteriormente. El profe casi le pega y le dijo que nunca repetirían una pieza. Acto seguido Enríquez sacó de su maleta un disco 45 rpm de Rabito -aquel cantante argentino de los años setentas- "Amarte, amarte una vez más". Ricardo Bustamante en voz baja susurró: "Cantar esa canción?, nooooooo..." , el profe lo escuchó y lo "levantó" de las patillas acto seguido. Estábamos en la sala de profesores tratando de hacer lo posible en los ensayos de última hora, pero la cosa no funcionaba, no convencíamos ni a los sordos. No se de donde sacó Enríquez tremenda idea, no era el estilo del coro ni la técnica de costumbre...

Ya era la hora del ridículo, era la primera vez que tenía vergüenza antes de salir a actuar, una cosa son los nervios que son normales y otra miedo al ridículo. Era fijo que el tema que no lo pudimos aprender en una hora, más aún lograr uniformidad sonora...imposible. Enríquez Nuñez suelto de huesos nos dijo que saldríamos a escena con la pista sonando y si no nos acordamos la letra que hagamos fonomimia...¡la locura! Ya estábamos resignados a ser el hazmereir del auditorio, nos presentaron haciendo mención que somos el número infaltable de las actuaciones y salimos al "ruedo". Nos ubicamos como de costumbre y comenzó a sonar la música, empezamos a cantar y cuando llegó la parte del coro en donde Rabito en falcete dice: "Pupupupupupupu..." la gente se comenzó a reir con nuestro movimiento de cabeza que indicó que hiciéramos el ocurrente profesor justo en ese momento. Yo no tenía cara para ver al público, solo atiné a ver al profe que no parecía afectarse con las risas, creo que hasta le agradó.

Hay que reconocer la perseverancia del profesor Enríquez, de su dedicación y pasión por la enseñanza, pero lo que hizo con nosotros ese día, al usarnos como "carne de cañón" no encaja para nada con lo responsable. Ahora parece anecdótico e hilarante, pero en ese tiempo no. Felizmente lo ocurrido no se volvió a repitir nunca más y creo que fue la única vez que no estuve de acuerdo con las directivas en el coro.

La Clausura de 1973 o el triunfo de Enríquez

En 1973, la gente quedó prendada con nuestra participación en la ceremonia de clausura del año escolar que se realizó en las instalaciones de la Parroquia Corpus Christi de San Juan. En esa oportunidad cantamos dos temas muy bien ensayados: "BOGA BOGA............MARINERO" y "FRAY SANTIAGO: EL CAMPANERO", famosa canción vasca cantada por el Orfeón Donostiarra y la segunda no menos famosa canción española que la interpretamos a muchas voces con bastante éxito.

En esa oportunidad el profesor Enríquez pidió la colaboración de los padres de familia del salón de clases. Mi papá estaba formando en aquel tiempo dicha comisión. Tenían que decorar el escenario con motivos marítimos para nuestro número. Yo tenía un primo mayor que era decorador y escenógrafo, él se encargó de poner la escenografía practicamente para toda la ceremonia porque estuvo puesta de comienzo a fin. Al fondo estaba un barco con velas y todo. A los flancos una enorme ancla y un gran timonel hechos de tecnopor. Cuando salimos de camisa blanca y gorro de marinero, los que se encontraban en el auditorio aplaudieron ya que se trataba del coro más grande formado hasta entonces por Luis Enríquez, éramos cerca de cuarenta entre chicos y chicas, era la primera vez que Enríquez tomaba en cuenta a las chicas de al lado (promoción Rosa de Santa María) A decir verdad nuestra preparación para esta participación fue muy buena, distaba mucho del episodio con Rabito.

Terminamos el primer tema y se desató una gran ovación. La desición de transformar a su humilde corito en un verdadero coro polifónico infantil, había dado sus frutos. Hasta ahora recuerdo ver al profe esbozar una gran sonrisa de satisfacción. Pero donde el auditorio se puso de vuelta y media fue al interpretar la segunda canción, "Fray Santiago: el campanero" Según Enríquez era un número extra que lo ensayamos por si acaso, y lo interpretaríamos si teníamos aceptación con el primer tema. Y así fue, cuando empezamos a cantar la gente se quedó prendada con el número que hasta lo repetimos . Nunca antes vi al profesor tan orgulloso de nosotros y tan satisfecho con la labor realizada. Con esta aparición se despedía de las actuaciones, ya que años después nos enteramos que nunca más volvió a intervenir con sus coros en actuaciones después de aquella fecha. Fue el gran broche de oro que él recuerda con mucho cariño hasta ahora luego de mas de 36 años......
Paco Cárdenas Linares

5 comentarios:

  1. Esos años fue lo mejor.

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  2. Luis Rodolfo Enriquez Nuñez, un apasonado de la educación, a su estilo muy particular pero con una entrega que no se puede discutir y nunca dejar de reconocer. Mi mas sincero reconocimiento
    Walter V.

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  3. Buen relato, detrás de todo el profe era un gran director de orquesta, hacía de todo. Buena por Enríquez.

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  4. Cuantos buenos recuerdos vienen a mi mente con este relato, buena Paco.

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  5. Luis Enríquez, un revolucionario y a veces un dictador. Un señor profesor. Vale la nota.

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