jueves, 23 de julio de 2009

PREOCUPADOS POR NUESTRO PAÍS

Las Fiestas Patrias nos ofrecen la oportunidad de viajar a algún hermoso lugar de nuestra patria; también nos dan algunos días liberados del ritmo avasallador de lo cotidiano en que podemos dedicar un tiempo a la reflexión. Cuando una persona no se da espacios de reflexión es inevitable que pierda mucho de su decisión personal, y acabe bailando al ritmo de lo que otros tocan.

Como ciudadano, reflexiono sobre los últimos meses y sobre los venideros, y siento preocupación. Los conflictos que estallaron violentamente están lejos de haberse resuelto, están solamente postergados; y nuevos conflictos aparecen en el horizonte. No todo conflicto es malo; es un dato histórico que las sociedades avanzan en medio de los conflictos, y si éstos no existiesen los "status quo" adquirirían patente de eternidad. Entonces, ¿cómo convertir el conflicto en germen de una nueva situación favorable para la mayoría?

El primer paso es el conocimiento de las causas que lo originan, de la situación de los actores y del entorno en que se desarrollan. En este paso hemos fallado mucho en los últimos tiempos, y de manera especial en el conflicto que afectó a las comunidades amazónicas. Cantidad de visiones borrosas, prejuiciadas, ignorantes o interesadamente deformadas se mezclaron con las visiones más certeras, de manera que en ese mare mágnum de opiniones era difícil separar el trigo de la paja.

Un segundo paso, cuando se conoce realmente lo anterior, es buscar los intereses de las partes involucradas. Que la palabra .interés. no se entienda como negativa; cada grupo social tiene derechos e intereses legítimos, que es preciso armonizar con los de otros para llegar a la convivencia. Satanizar los intereses de otro grupo pretendiendo consagrar los intereses propios como si fueran los de todos es una manera común pero equivocada de enfrentar las situaciones.

Una vez determinados los intereses, viene el trabajo de diálogo: que debe empezar con hacer que cada grupo tome conciencia de sus auténticos intereses (no siempre se es consciente de los mismos) y tome también conciencia de lo que interesa al adversario (lo que se llama ponerse en los zapatos del otro). Sin este paso previo, se cae en un "diálogo de sordos" condenado al fracaso. El diálogo requiere muchas veces de un intermediario que actúe como catalizador y ayude a procesarlo.

Producido el diálogo, debe venir una solución; una solución requiere mutuas concesiones para avanzar. Es responsabilidad de quienes intervienen que estas concesiones no afecten la convivencia, los derechos, ni que da sustento a los grupos humanos.

Cuando este proceso no se da, queda expedito el camino de la violencia, que puede expresarse en enfrentamientos abiertos, o en el sojuzgar de unos sobre otros, que es igualmente violento, aunque se pueda confundir equivocadamente con la paz (sería en todo caso la "paz de los cementerios").

En la solución del conflicto social hay muchos responsables. No sólo el Ejecutivo entra en danza. Hay responsabilidad de los otros poderes del Estado (Legislativo, Judicial, Electoral), de los Gobiernos Regionales y Locales, de las Iglesias, de las instituciones públicas y privadas, de los medios de comunicación social, de los dirigentes sociales. La preocupación que me asalta como ciudadano es:. ¿tenemos instituciones capaces de enfrentar el conflicto? ¿Tendrán fuerza algunos actores sociales para suplir las evidentes carencias de otros actores?

En todo caso, también los ciudadanos "de a pie" tenemos un papel importante que jugar. Sentarse a criticar sin dar el aporte de la construcción social, de la información necesaria, de la educación propia y de quienes dependen de nosotros, es en el fondo una traición a nuestro deber ciudadano. Porque sólo se es ciudadano cuando se siente responsabilidad por el país, y se honra la responsabilidad con acciones.

¡Felices Fiestas Patrias!
Juan Borea Odría

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