sábado, 21 de noviembre de 2009

EL POR QUÉ DEL PANDILLAJE Y LAS BARRAS BRAVAS (II)


La barra brava es una tribu que suple o disimula la carencia de familia, de cariño, es una unidad independiente que forja el espíritu de los jóvenes que necesitan pertenecer a alguien, a algo. No todo barrista es delincuente, no toda barra brava es un nido de criminales, los hinchas forman una legión eufórica que al estar identificados con una causa enrumban sus vacíos existenciales, sus ausencias personales.

Pero, ¿cuándo se origina esta violencia?, ¿cuándo la pasión por el grupo se torna agresión y ataque? Cuando intervienen factores externos como el consumo de drogas, alcohol, la violencia intrafamiliar, el abuso físico de adultos responsables de ellos, es decir, cuando el núcleo familiar falla. Esto se torna insostenible.

Lo que sucedió hace algunas semanas con la abrupta muerte de Maria Paola, en manos de barristas del club Universitario de Deportes, mueve comentarios, argumentos de todo calibre y una serie de suposiciones en torno de quién cometió el crimen. Los supuestos criminales "pagarán" según la ley disponga, pero se acabará con esto la violencia enquistada en estos grupos de jóvenes? El sociólogo Daniel Zevallos Chávez nos habla del orígen de la violencia que se torna cada vez más común en las barras del futbol peruano.

TRATANDO DE ENTENDER EL “GUERREO” URBANO DE LAS “BARRAS BRAVAS”
Daniel Zevallos Chávez
hojasocial@yahoo.es

"El presente aporte apunta a proponer algunas líneas de reflexión acerca de las razones de existencia de las “barras bravas” en el Perú. Es un conjunto de pequeñas notas elaboradas de forma muy resumida y esquemática. Las propuestas de solución frente a los problemas que trae aparejada su existencia no se plantean en esta contribución por razones de espacio, esperando poder hacerlo en una siguiente entrega.
¿Por qué existen las “barras bravas” en el Perú?
Veamos algunos de los que considero como factores importantes para su explicación:

- El sistema socio-histórico macro a nivel Perú en el que surgen las “barras bravas”, está caracterizado por la exclusión social (no solo socioeconómica sino también de otros tipos), donde el acceso a los bienes materiales y no materiales y, en general, a las oportunidades de logro se hace muy difícil, en particular para los peruanos y peruanas más pobres de las clases populares. De manera especial –quizá por el momento de su desarrollo personal en el que se encuentran- a los adolescentes e, incluso niños de los sectores populares, les resulta altamente difícil el acceder, por los caminos formales del sistema macro, a dos tipos de bienes intangibles bastante cotizados por ellos: el reconocimiento (“respeto” en su lenguaje) y el poder. El orden social peruano, tan desigual socialmente hablando, resulta enormemente chocante a los ojos de muchos niños y adolescentes cuando lo contrastan con el país que se muestra desde sus autoridades políticas y desde los medios de comunicación de masas como una economía de alto crecimiento en los últimos años. Se establece una inecuación muy difícil de digerir entre crecimiento económico y exclusión social.

- Las “barras bravas” expresan procesos de construcción de un tipo de orden social micro fuertemente normativo dentro de un escenario macro con claros signos anómicos. En otras palabras, la crisis del orden social macro –una de cuyas manifestaciones son los procesos de anomia social que desencadenan pérdida de la capacidad representativa de las normas, valores e instituciones sociales, haciendo que las personas cada vez más nos sintamos menos representados por ellas- genera procesos de desestructuración social derivando en la formación de una especie de micro-órdenes sociales contraculturales como las “barras bravas”. Estos se constituyen en espacios alternativos de socialización y de logro para adolescentes e, incluso niños, que ya desde su corta edad sienten en sus vidas la exclusión social del sistema macro. En estos espacios se ponen en marcha procesos de construcción identitaria y de aprendizaje cultural singulares. El miembro aprende a acceder colectivamente a dos bienes de las cuales el sistema macro lo excluye: reconocimiento (“respeto”) y poder. La ruta para ello es el “guerreo” y el “achoramiento”. En este camino se construye el sentido de lealtad, autoridad y compromiso al interior de grupo, en el marco de la puesta en ejecución de sólidas estructuras normativas propias del grupo.

- Las “barras bravas” se originan a finales de los años ochentas y principios de los noventas. Es un momento grave en la reciente historia nacional. Son los años más duros de la violencia política interna que se tradujeron en dramas relacionados con la violación de los derechos humanos y que ha intentado sistematizar en su informe final la Comisión de la Verdad y de la Reconciliación (CVR). Son, también, años de fuerte inestabilidad social (delincuencia generalizada, creciente migración de peruanos al extranjero), económica (hiperinflación, fujishock), psicosocial (sentimiento de inseguridad, depresión, insatisfacción con la condición de peruano), moral (corrupción). Es, asimismo, un contexto para el “mal aprendizaje imitativo”-vía los medios de comunicación de masas- de los fenómenos de “barras bravas” provenientes de países de Europa occidental (como el caso de los hooligans ingleses, por ejemplo). Es decir, un clima marcado por la cultura de la violencia –y por complemento- del miedo, es el que contribuye a la producción y reproducción de las “barras”.

- El factor familia cumple, también, un papel en la explicación del problema. Se puede establecer una relación directamente proporcional entre los niveles de incidencia de problemas de disfunción familiar (violencia, desintegración y/o ausencia paterna, etc.) y la composición de la membresía de las organizaciones de “barras bravas”. En otras palabras, un significativo porcentaje de los integrantes de estos grupos provienen de familias disfuncionales.

- Dos factores adicionales pueden finalmente ser considerados en esta aproximación al porqué de las “barras bravas”. Uno primero es el tema de los medios de comunicación de masas. Como agentes socializadores y promotores de modelos de construcción identitaria de niños y adolescentes dejan mucho que desear actualmente. En muchos casos se han vuelto en reproductores de la cultura de la violencia. Buena parte de nuestra televisión de señal abierta y de la llamada prensa escrita son claro testimonio de ello. El consumismo capitalista es traducido como la nueva sensibilidad de nuestros días, donde una diversidad de bienes tangibles e intangibles son puestos ficticiamente “al alcance de todos” mediante la pantalla televisiva, creando un campo de nuevas necesidades artificiales donde ciertos objetos-símbolos de status pasan a ser sinónimo de inclusión en la modernidad, exacerbando las ganas de tenerlos en quienes están excluidos de alcanzarlos por los canales formales del sistema. Asimismo, muchos mass media en el Perú reproducen la cultura de la violencia de manera tanto visual como verbal (el culto al “achoramiento verbal”). En realidad, vivimos en una sociedad donde el “achorarse” pasa a ser casi un comportamiento normal en la vida cotidiana. Lo vemos cuando viajamos en una combi, cuando observamos un partido de fútbol; incluso cuando escuchamos o vemos a algunos políticos y autoridades de gobierno (presidentes que resolvían su incomodidad con otro a punta de patadas). Charles Cooley, al referirse a los procesos de aprendizaje social hablaba del “espejo de si mismo” haciendo alusión al papel de los modelos de construcción identitaria. Habría que ver que tan buenos modelos tienen los niños y adolescentes para construirse como hombres. Menciono, finalmente, a la educación como institución social y factor en este problemática y a las organizaciones de la sociedad civil como las organizaciones vecinales. La cultura del logro y no de la violencia o el achoramiento debieran ser más estimuladas desde la escuela y desde el barrio. La escuela debe lograr integrar; el barrio también. Este último juega un papel importante incorporando el sentido de territorialidad que se viene a sumar al de identidad de barra. Ahora, la forma como el barrio integra puede ser positiva como negativa. Los llamados “amigos” del barrio no siempre son lo que debieran ser. Algo parecido puede ocurrir en la escuela. Es por ello que las organizaciones de la sociedad civil, particularmente las vecinales, juveniles y políticas deberían estimular creativamente estrategias de fomento de la cultura de logro positivo a nivel micro. No es posible, por ejemplo, que muchas organizaciones vecinales no se planteen integrar y promover la formación de liderazgos juveniles en sus barrios. Los jóvenes deben aprender a conducir y liderar desde muy temprano. Esto alimentaría los procesos de construcción de autoestima y reconocimiento positivos".

Este problema social que nos afecta a todos, porque nadie está exento de salir lastimado aún sin ser parte involucrada, requiere una política educacional que tienda a darles igualdad de oportunidades a todos los jóvenes, según su orientación; y una organización policial que impida más hechos de violencia. Los hinchas de futbol siguen entrando a la cancha armados, con armas de fuego y cuchillos, con toda la intención de usarlos.
Las causas para el esclarecimiento de los crímenes cometidos en las canchas o fuera de ellas entre las barras bravas permanecen sin ser resueltas. La impunidad no es la excepción sino la regla.

Paco Cárdenas Linares

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