viernes, 22 de enero de 2010

DIOS CONSUELA A TODOS SUS HIJOS

El siguiente artículo no pretende enseñarte nada sobre la fe sino es un compartir. Es mi manera de ver e interpretar mi fe desde siempre. Formados en un colegio religioso y con una inspiración mariana me atrevo a soltar algunas ideas que espero que te puedan servir seas o no seas marista.

Cuantas veces en nuestra vida nos hemos sentido solos, en momentos en donde a pesar que hay gente alrededor nuestro, experimentamos la sensación de soledad sin mayor explicación. Una pena, una traición, la pérdida de alguien muy querido, cuando excasea el trabajo, hacen que perdamos la cordura y en algunos casos extremos la ansiedad y la depresión nos envuelven y nos "hacen papilla".

El dolor también nace desde uno mismo. Porque descubrimos nuestra miseria, porque fuimos infieles a una promesa, porque no supimos ayudar al amigo cuando lo necesitaba, porque cedimos a una tentación mezquina, porque nos encerramos en el egoísmo y no miramos a nuestro entorno y creemos que el mundo gira a nuestro alrededor, porque no aprendimos a ser humildes, porque dejamos que el odio aprisione el propio corazón....y nos damos cuenta cuando "nos quitamos la venda" de los ojos en un solo acto.

En esos momentos, sentimos necesidad del consuelo de un amigo, de un familiar, de una persona honesta. Pero nunca será suficiente, porque ciertos males pueden ser curados solo con una mano capaz de llegar dentro, a lo más íntimo, a lo más profundo, a lo más misterioso de uno mismo.

Dios nos ofrece, en tantos modos esa mano amiga que anhelamos y a veces no la encontramos. Es mentira que seamos siempre infinitamente felices. La felicidad es algo muy relativo y muy subjetivo que todo ser humano anhela y muchos no la encuentran por querer encontrarla cerca de lo material y del poder o de cosas sin relevancia. Creemos que lo podemos todo y que no necesitamos de nada ni de nadie cuando todo nos sale bien...la soberbia nos embarga y nos hace seres despreciables. Cuando caemos y tropezamos volvemos a pisar suelo...pero hasta cuando nos durará esta lucidez?

Nosotros como cristianos y seguidores de Jesús sabemos del sacramento de la Penitencia (confesión), cuando El nos acoge nuestro gesto humilde y nos repite, como en tantas páginas del evangelio "Yo te perdono" es una gran muestra de amor y misericordia. Es nuevamente reafirmar nuestra gracia ante ÉL y es hacernos dignos de su inmenso amor.

Te digo esto porque estoy convencido que las cosas que nos suceden a diario no nos pasan por gusto o por casualidad, todas elllas tienen una razón de ser. A veces pasan situaciones por nuestras narices y no nos damos cuenta. Dios nos invita hacia algo y a veces nos resistimos y le damos la espalda. Podemos ser muy exitosos en nuestros trabajos y ser grandes profesionales, sin embargo nuestras familias participan de nuestro éxito?, están felices a nuestro lado? Compartimos más tiempo con ellos como padres, hermanos, como buenos esposos o buenos hijos?

Dios permite que la vida nos hiera de mil modos, pero siempre encontraremos en su amor un consuelo capaz de vendar la herida, de curar con su mano las penas del alma. Al mismo tiempo, ese amor nos invitará a convertirnos, los unos para con los otros, con consuelo mutuo. "Y el Dios de la paciencia y del consuelo os conceda tener los unos para con los otros los mismos sentimientos, segun Cristo Jesús." (Romanos 15,5)

Dios es un Dios de consuelo, es un Dios cariñoso, es un Dios que conserva y que mima a cada uno de sus hijos aunque no te des cuenta todavía. Quizás ahora no comprendamos el porqué de una prueba, de una enferemedad, de la muerte de un ser querido. Pero si acogemos su misericordia, si vivimos confiados en su Inmenso Amor, ya aquí gozaremos de la paz de Cristo. Y un día lo veremos, sin misterios y como consuelo eterno y verdadero.

Hagamos de nuestra vida algo especial. Ser cristiano -como siempre lo digo- no es ir al templo y golpearse el pecho una y otra vez; tampoco repetir las oraciones que nos enseñaron de niños, y ni hablar de las tediosas cadenas por internet. Es hacer que Jesús viva en nosotros y dejarlo actuar, para que nos abra las puertas de los caminos que debemos seguir. Hay que aprender a darle nuestros problemas y sufrimientos, a compartir con él tambien de nuestros triunfos. Es hacerlo "socio" de nuestras vidas.
Paco Cárdenas Linares

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