jueves, 7 de octubre de 2010

Crónica de mi Camino de Santiago: Resumen de mi viaje por España


MI REENCUENTRO CON MARIANO








Partí a mi larga caminata por Europa: Mi Camino de Santiago, un martes 15 de junio. El vuelo en KLM fue placentero; no pude dormir en toda la noche porque estuve leyendo desde el aeropuerto de Lima el libro "Vaticano 2035", hasta el arribo a Madrid. La comida buena. Hicimos escala en Ámsterdam; es un aeropuerto que sirve de conexión para salir a todos los países del mundo. En Madrid he sentido el calor de amistad; el reencuentro con Mariano Gaite luego de seis años, y con Emilio García con quien no nos veíamos desde 1987; le caímos de sorpresa en su departamento, y luego de varias horas de conversación y compartir la mesa en una tasca, me he quedado a dormir en su casa. Mañana nos encontraremos con otros seis amigos a quienes he llamado, y luego Dios verá.

Nos levantamos a las ocho de la mañana; salimos con Emilio García, donde me alojé, a caminar por el barrio y el parque Tres Cantos; el barrio es bien ordenado y son todos edificios con muchos espacios para la vida común. El parque tiene lago, bosques, circuito de trote y caminata. Luego desayunamos en un café de la zona. Visitamos el Centro Financiero, moderno y con grandes edificios; y luego vino el encuentro con antiguos amigos: Mariano Gaite, Marcos Ayuso, Félix Medina, Emilio. Tras pasear por la zona tomamos en el café VIPS jugo y sánguches de jamón serrano. Al culminar la reunión, salí en el carro de Mariano Gaite fuera de Madrid con rumbo a su casa en Barco de Ávila.

Llegamos al pueblo Barco de Ávila, donde está la casa de Mariano Gaite y su esposa Asunción, que será nuestra base tres días. Es un chalet de dos pisos, con sótano, y con todas las comodidades. Salimos al café Clipper, donde comimos bocadillos de lomo, vinagreta de pulpo, jamón serrano, mollejas de cordero a la plancha, con pan y cerveza. Luego paseamos de noche por el pueblo y la orilla del Río Tormes, a la luz de la luna y las estrellas. Tras el paseo comimos "Yemas de Ávila" que compramos en esa ciudad, y nos acostamos a las doce.

Vale la pena tener presente que oscurece recién a las diez de la noche, lo que permite que el día se alargue para las actividades y se conozca más, aunque uno queda luego molido.

Al día siguiente desayunamos leche, churros, croissants y salí con los amigos. Llegamos a la ciudad de Trujillo de Extremadura, donde nacieron los Pizarro. Hay una ciudad nueva, moderna, bien ordenada; pero impresiona la ciudad histórica. En la plaza Mayor hay una estatua de Francisco Pizarro igual a la de Lima. La plaza es impresionante por su antigüedad y conservación; visitamos varias Iglesias, la cárcel, la casa de los Pizarro, varios palacios, y como culmen de todo la Alcazaba, la fortaleza musulmana luego conquistada por los cristianos.

Tras media hora llegamos a la ciudad de Cáceres; vale la pena tener presente que las carreteras españolas son excelentes; tanto las autovías que permiten ir a 120 sin problema, como las rurales, pues todas están asfaltadas; de esa manera el tiempo que se tarda de lugar a lugar es mínimo. Al igual que Trujillo, Cáceres tiene una parte moderna y una monumental; la moderna la vimos en carro, la monumental a pie. Visitamos la Plaza Mayor, un par de iglesias, las torres, calles estrechas y serpenteantes, todo de piedra granito. Tuvimos la suerte de escuchar un conjunto de música clásica en la ciudad vieja, que me emocionó. Hay en estas ciudades mucha actividad cultural de música, museos, teatro, recitales de poesía, danza. Cenamos en "La Torre de Jubaco" (donde trabajaban dos peruanos) gazpacho (sopa fría de tomate con pimiento, tomate, cebolla), cochinillo cochifrito con papas fritas, tarta, tinto de verano. Luego regresamos al Barco de Ávila, donde estuvimos a las doce de la noche.

Mariano mostrando el escudo de Hector de Cárdenas
Ya a la mañana siguiente nos levantamos a las ocho. Desayuno: leche, magdalenas, manzanas. Salimos rumbo a la reunión de maristas. El encuentro y la reunión son tema de otra reflexión. Como se ha vivido la amistad, el reencuentro con amigos con los que (en algunos casos) no nos veíamos hace 40 años y que estábamos como si hubiéramos conversado ayer. Almorzamos lo que cada cual había traído: jamones, chorizos, pastel de labracho (pescado), cecina, tortilla de papa, empanada, vinos, sidra, cerezas, pastas. Luego de una larga y vibrante sobremesa salimos hacia el pueblo de Mariano con Andrés Del Cura, su esposa y Pepe Carrillo. Pasamos por Frómista: allí vimos el Canal de Castilla (siglo XIX), zanja de agua de cientos de kilómetros por donde se llevaban los cereales a Santander en barcazas haladas desde la orilla por mulas, y donde se usa un sistema de exclusas para subir hacia los altos, igual que el Canal de Panamá. Vimos luego la iglesia y el pueblo.

Regresamos a las nueve para cenar ensalada de legumbres, pescado, vino, pastas. Luego nos reunimos para ver fotos que llevé en un USB, un video y otras fotos, cantar, y tener un intercambio de noticias. A la una nos acostamos.

Pasaron muchas semanas visitando hermosos lugares y conociendo mucha gente buena y linda. Tras desayunar leche, fruta y magdalenas, salimos Mariano, Félix y Juan a las 7.30 a.m. rumbo a Medinaceli. Luego seguimos hacia el pueblo de Valdeavellanos, en el valle del río Tera; allí Mariano debía encontrarse con una familia que iba a regalar una colección de aves y otros animales representativos de la península ibérica. La colección bien interesante, y tras una agradable conversación nos invitaron a almorzar vino, pan y varias raciones de croquetas, callos, chorizo, jijas (picadillo de carne de cerdo) y ensalada.

Posteriormente seguimos viaje camino del Burgo de Osma hacia el Castillo de Gormaz; es un castillo árabe enorme, unos 300 metros de largo, en lo alto de un cerro que domina la extensa llanura del Duero, que durante varios siglos fue la frontera entre los reinos cristianos y musulmanes, y escenarios de muchas batallas y agresiones mutuas. Seguimos hacia la ciudad celtibérica de Tiermes o Termancia; primitivamente habitada por arévacos, y luego conquistada por los romanos. Hay un acueducto cavado en la roca caliza por el que se puede caminar, con tubos de ventilación cada cien metros. Hay también una iglesia de origen visigótico en las afueras. Tomamos un refrigerio de chorizo, queso, pan y cerveza, y regresamos a Madrid, donde estuvimos a las once de la noche. Duchazo, arreglar la maleta, entrar a la computadora, y salir al aeropuerto.

Siendo 15 de agosto, y sin mayores contratiempos salió el avión de Barajas; tras la escala en Holanda arribé a Lima, donde un grupo de alumnos del Héctor me emocionó al recibirme con la bandera del colegio. Con mi hermano Pepe y mis amigos Toto e Isabel fuimos a la casa, donde pude compartir luego de dos meses la misa en la comunidad Héctor de Cárdenas, una de las cosas que más extrañaba. Luego comimos con ellos unos chorizos, jamones, y tomamos pacharán para cerrar el libro de este viaje tan hermoso, que llevaré siempre en el corazón.

Juan Borea Odría

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