sábado, 2 de octubre de 2010

GALLO VIEJO
Este era un gallinero con quince polluelas y un solo gallo, quien se encargaba de cumplir -como Dios manda- los sagrados deberes del himeneo con cada una de ellas todos los días, incluido feriados y fiestas de guardar; sin embargo, el granjero comenzó a preocuparse ya que si bien veía a sus gallinas satisfechas y ponedoras sabía muy bien que el gallo no sería eterno y debía ir pensando en su reemplazo. Decidió entonces, ir al mercado y comprar a un gallo joven para que suplante al gallo viejo.
El nuevo gallo entró al corral, estiró sus alas, le lanzó una mirada seductora a las polluelas y le dijo al otro gallo:

close up del gallo viejo

-          Bueno viejo, parece que te llegó la hora del retiro, mas te vale que te vayas tranquilito por la sombra sin hacer problemas.
El gallo viejo contestó:
-          No seas angurriento, mira que aquí hay polluelas de sobra para los dos, aunque sea déjame un par para no perder la costumbre.
-          Parece que no has entendido, retrucó el joven gallo, ¡no te quiero ver! ¡piérdete que ya estás acabado!
El gallo viejo se queda un momento pensativo y le dice:
       Espera un momento jovencito, hagamos algo, qué te parece una apuesta o es que quizás tendrás miedo de perder ante un viejo como yo.
El joven gallo lo miró con una mezcla de burla y conmiseración y le dijo:
-       
   ¿En qué quieres que te gane, anciano?
-         Te reto a una carrera alrededor del corral, respondió el gallo viejo, el que llegue primero se quedará con el control de todo el gallinero y el que pierda se irá sin protestar.
El joven gallo se echa a reír y le dice:
-          Sabes bien que perderás, mira tus patas que ya son solo hueso y pellejo; y para que no andes diciendo que soy un abusivo te daré ventaja dejándote partir primero.
El gallo viejo parte la carrera y veinte segundos después el joven gallo raudamente sale corriendo detrás de él acercándose cada vez más y cuando estaba a escasas cinco pulgadas para sobrepasarlo, pasan corriendo por la puerta de la casa y el granjero que justamente salía se queda pasmado mirando la escena, toma su escopeta maquinalmente y ¡zass! Le vuela la cabeza al joven gallo mientras entre maldiciones refunfuña:
-          ¡Qué suerte para desgracia la mía! ¡yo que quería un gallo joven para que pise a las gallinas y salgo trayendo un gallo marica!.
MORALEJA: Gallo viejo con el ala mata.
Mario Domínguez Olaya

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