EL PARALÍTICO DE CAFARNAÚN
"Levántate, toma tu camilla y anda"
Por el P. Clemente Sobrado
San Marcos 2, 1 12:
Reflexión
¿Os dice algo este Evangelio? ¿Os habéis dado cuenta de que aquí nadie tiene nombre? Un paralítico sin nombre. Los cuatro que lo traen sin nombre. Unos escribas sin nombre. Una multitud sin nombre.
¿Resulta curioso, verdad? Tantos que se mueven y nadie tiene nombre. ¿No será que cada uno tendrá que poner el suyo? ¿Será en el paralítico, será en los que lo llevan, será en la gente? ¿Será en los que se escandalizan de que Jesús perdone pecados? ¿Será en los que vivimos asombrados y glorificamos a Dios por las maravillas que cada día hace Jesús en nuestras vidas?
Es posible que todos tengamos mucho de “paralíticos”, como también es posible que todos seamos esos anónimos que llevamos paralíticos a Jesús. ¿Tendremos nosotros tanta fe como esos cuatro portadores del paralítico en función de la cual Jesús le perdona los pecados y lo sana de su parálisis?
Aquí no es el paralítico el que pide ser curado, como lo hizo el leproso.
Aquí nadie pide perdón de los pecados, pero Jesús se anticipa y comienza por sanar el alma para terminar sanando el cuerpo.
¿Seremos nosotros de esos que, como los escribas, estamos sentados a la vera del camino y nos escandalizamos de que Jesús perdone los pecados?
¿Qué solo Dios puede perdonar los pecados? Eso está claro, pero Dios perdona siempre mediante intermediarios. También hoy Dios sigue perdonando los pecados, pero lo hace sacramentalmente a través del ministerio sacerdotal.
Con demasiada frecuencia queremos que Dios haga las cosas y nos olvidamos de que Dios las hace, pero mediante la acción de los hombres.
Fuente
La Iglesia que camina
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