sábado, 20 de septiembre de 2008

OSHO

En la década del ’60 y ’70, la mirada de occidente se vuelve hacia oriente en la búsqueda de una espiritualidad que los precursores de la “globalización” tenían ya agotada y marchita, luego de dos mil años comenzaban a darse cuenta que allá donde nace el sol habían hombres de piel “extraña” que también pensaban y tenían algo que decir; entre ellos destacó el hindú Bhagwan Shree Rajneesh mas conocido como Osho quien a partir del misticismo oriental incorporó a pensadores de diversas procedencias y tendencias atreviéndose a lanzar -a pesar de su eclecticismo- una propuesta interesante que llamaba a buscar la realización espiritual dentro de cada uno, insistiendo en que la verdad debe basarse en la propia experiencia, en la expansión de la conciencia individual y no en la adhesión a una doctrina, a una iglesia o un ritual en particular y esto podía lograrse a través de lo que él llamaba “meditación dinámica” ya que el hombre contemporáneo -decía Osho- está tan saturado de prejuicios y emociones reprimidas que, junto con la ansiedad y tensión propia del estilo de vida moderno, requiere de un proceso de limpieza interior para poder relajarse y entrar en un estado de meditación que lo conecte con su conciencia más íntima.

Entre 1981 a 1985 Osho y un grupo de sus seguidores se traslada a EE.UU y funda, con gran simpatía de la población, unas comunas ecológicas en el desierto de Oregón; el éxito de esta experiencia, unido a la crítica de Osho hacia el gobierno americano y la iglesia, provocó la hostilidad y la agresión de las autoridades (recordemos que en esa época gobernaba Reagan y se había embarcado en una guerra de agresión contra la revolución nicaragüense, además de instigar la guerra en el Golfo Pérsico entre Irán e Irak y había apoyado incondicionalmente a la Thacher en la guerra de Las Malvinas), al poco tiempo Osho es detenido y encarcelado, y ante la imposibilidad de probar ningún delito en su contra, el gobierno americano lo deporta de EE.UU. bajo cargos “técnicos” de inmigración por tener el visado caducado.

Según el testimonio de varios médicos que lo trataron, durante su estancia en la cárcel de Oklahoma, Osho fue obligado a dormir sobre un colchón previamente irradiado con Talio (sustancia radiactiva) y su salud se iría deteriorando progresivamente hasta que finalmente muere en 1990. Este es uno de sus muchos cuentos con los que difundía sus enseñanzas:

EL COJO Y EL CIEGO
“En un bosque cerca de la ciudad vivían dos vagabundos. Uno era ciego y otro cojo; durante el día entero en la ciudad competían el uno con el otro. Pero una noche sus chozas se incendiaron porque todo el bosque ardió. El ciego podía escapar, pero no podía ver hacia donde correr, no podía ver hacia donde todavía no se había extendido el fuego. El cojo podía ver que aún existía la posibilidad de escapar, pero no podía salir corriendo - el fuego era demasiado rápido, salvaje- , así pues, lo único que podía ver con seguridad era que se acercaba el momento de la muerte.

Los dos se dieron cuenta que se necesitaban el uno al otro. El cojo tuvo una repentina claridad: "el otro hombre, el ciego, puede correr, y yo puedo ver". Olvidaron toda su competitividad. En estos momentos críticos en los cuales ambos se enfrentaron a la muerte, necesariamente se olvidaron de toda estúpida enemistad, crearon una gran síntesis; se pusieron de acuerdo en que el hombre ciego cargaría al cojo sobre sus hombros y así funcionarían como un solo hombre, el cojo puede ver, y el ciego puede correr. Así salvaron sus vidas. Y por salvarse naturalmente la vida, se hicieron amigos; dejaron su antagonismo.

Zorba está ciego - no puede ver-, pero sabe bailar, cantar, regocijarse. Buddha ve, pero él solo puede ver, pero no puede bailar, no puede cantar ni regocijarse.
Ya es hora.”
Osho

Mario Domínguez Olaya

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