jueves, 4 de noviembre de 2010


CONSTRUIR LA FIESTA (A PROPÓSITO DE LA CANCIÓN CRIOLLA)
El feriado por el Día de Todos los Santos y las fiestas que en su víspera tenemos (Canción Criolla, Halloween) nos ofrecen ocasión propicia para reflexionar sobre el significado que tiene la fiesta en nuestras vidas. A veces confundimos "fiesta" con "feriado", pero de ninguna manera es así. El feriado es un día no laborable en que se puede descansar, pasear, hacer actividades diversas que en días de trabajo no es posible. La fiesta es mucho más que eso: es una celebración que congrega a una comunidad de personas que comparten un sentimiento "común" (valga la redundancia), un momento en que se expresa de manera artística (canto, baile, poesía, cocina, etc.) el espíritu colectivo de un pueblo o grupo social.
La fiesta se espera, porque tiene una implantación social; es un hito en la historia de una pequeña o gran sociedad. Es un momento catártico en el cual se olvidan las penas y tensiones cotidianas y se vive una exaltación que carga las energías vitales para afrontar los problemas posteriores, y da sentido a una vida que de otro modo derivaría en rutinaria. Por ello hay fiestas en todos los pueblos, las familias, los grupos: desde que el ser humano es tal, celebra fiestas.

La fiesta para que sea auténtica tiene que construirse desde abajo. Exige motivación auténtica, expresión de la cultura propia y participación activa de las personas. Igualmente para que la fiesta se celebre con autenticidad es requisito indispensable la participación; es decir el .ser parte. de lo que se vive, ser activo y no pasivo. La diferencia la podríamos ilustrar con la diferente manera de estar en La Virgen de la Candelaria en Puno del que baila en honor a la Virgen y el turista que mira el espectáculo. Uno lo vive desde su raíz ancestral, el otro se interesa por la "curiosidad" y goza mirando una actividad de "otros".
En nuestra sociedad de consumo regida por intereses comerciales, se corre el riesgo de desnaturalizar la fiesta y hacerle perder el sentido original (caso de la Navidad, donde el Santa Claus de Coca Cola ha desplazado al niño del pesebre), o de inventar algunas fiestas que no han tenido nunca trascendencia apoyados en el poder avasallador de los medios de comunicación social; obviamente buscando lucrar.

El estilo de fiesta impuesto comercialmente tiene otra característica: le quita a las personas protagonismo y las convierte en consumidoras de lo que el espectáculo organizado por alguien le ofrece. Se obvian la creatividad, las ganas, la iniciativa, y se exacerba la actitud pasiva y consumista. Lo que además trae como consecuencia que para estar "in" las gente deba recurrir a algún tipo de estímulo externo (alcohol, drogas, escenografía imponente, música estridente.) que lo llene de euforia momentánea.

Por ello me alegra tanto lo que hemos vivido en el Héctor de Cárdenas (el colegio que dirijo) celebrando la canción criolla. Es una fiesta NUESTRA, que refleja los objetivos del colegio, la manera de ser de nuestra comunidad educativa, y que la construimos todos. Los alumnos moviendo las carpetas, los profesoras ambientando, la AMAPAFA consiguiendo los anticuchos y picarones, haciendo la tómbola, el personal poniendo el sonido y las luces, los alumnos cantando y bailando, los asistentes coreando las canciones y entrando a bailar. Y sin venta de alcohol, que en muchos lugares es el requisito indispensable para que "se arme la fiesta".

Si recurriéramos a profesionales seguramente habría "mejor espectáculo", mejores luces, mejor sonido. Pero no sería NUESTRA. Como sucede en las kermeses escolares de ahora; hace treinta años cada colegio tenía su estilo de hacer kermese, su propia identidad. Hoy todas se parecen porque recurren a los mismos auspiciadores, alquilan los mismos juegos y contratan los mismos servicios de comidas.

Vivir la fiesta marca la vida; por ello quienes desde niños la viven con autenticidad y participación sabrán cuando sean mayores sabrán construir sus fiestas, expresar sus raíces, y gozar con el momento.
Juan Borea Odría

1 comentario:

  1. "Sin alcohol, no hay alegría" , la peor falacia. El sentir verdadero sale del corazón.

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