jueves, 5 de enero de 2012


NI “SACERDOTES” NI “TUTELARES”
Vuelve al tapete el curso de "Premilitar" en los colegios

Cada cierto tiempo sucede, y acaba de suceder en los últimos días. Un congresista ha presentado un proyecto de ley que incorpora la formación premilitar en las instituciones educativas a nivel Secundario. Como en anteriores ocasiones el razonamiento es el mismo: ante la “falta de valores cívicos”, el “aumento de la delincuencia”, “la indisciplina en los colegios”, se intenta volver a este curso como si por darlo se fuesen a solucionar dichos problemas. Este proyecto no tiene sustento pedagógico ni efectos prácticos como se ha demostrado hasta la saciedad ante cada intento; pero sintoniza con un “sentido común” muy extendido entre la población, y por tanto puede tener acogida y convertirse en un problema para la educación secundaria.

No hay espacio para extendernos en razonamientos, pero algunas preguntas pueden ser reveladoras: ¿Por qué un curso va a mejorar los valores o la disciplina? ¿Quién daría ese curso, militares? ¿Y con qué recursos pedagógicos los darían? ¿Piensan imponer la disciplina con estilo militar? ¿Cuántos estudiantes secundarios a estas alturas les van a hacer caso? ¿No han sido alumnos premilitares y luego militares Vladimiro Montesinos y Nicolás Hermoza, por nombrar sólo dos entre tantos militares delincuentes? ¿Lo que marcharon y cantaron les sirvió de algo para adquirir valores?

Pero preocupa que haya otras dos señales complementarias a esta: el intento de volver al servicio militar obligatorio, y el elogio que el Presidente Humala dirigió a los integrantes del ejército como “guardianes socráticos” (¿sabrá el sentido del término?), como personas que tutelan a la nación y que están “encima del bien y del mal”, por citar algunas de sus palabras.

En una guerra moderna el servicio militar obligatorio no sirve más que para ofrecer “carne de cañón”. Las guerras modernas requieren alta tecnología y personal altamente especializado, que no lo da el servicio obligatorio y menos las levas. En lugar de hacerla obligatoria hay que hacer más atractiva la opción militar para los jóvenes ofreciendo mejor trato, mejores condiciones de vida, capacitación laboral y posibilidades de ingreso posterior a Escuelas militares técnicas o de oficiales. Sería interesante por ejemplo que quienes aprueban el ingreso a uno de estos centros superiores antes de empezar sus estudios tengan un año como reclutas; estoy seguro que su visión de la milicia y su trato con los soldados más adelante serían muy diferentes.

Por otro lado los militares como personas e institución tienen un importante rol que jugar en la sociedad y son dignos de aprecio por arriesgar sus vidas en defensa de la patria; pero no están para tutelar a nadie, porque los ciudadanos no necesitamos su tutela. Tampoco son “sacerdotes” del país, y están tan dentro del bien y del mal como cualquier otra profesión. Pensar en ellos como una casta especial los desubica y distorsiona la manera como ellos se perciben a sí mismos y a la sociedad.

Juan Borea Odría

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