sábado, 11 de octubre de 2008

EL SAPO Y LA ROSA

Esta era una hermosa rosa roja y muy pronto se dio cuenta que era la mas bella del jardín; sin embargo siempre se preguntaba por qué la gente no se acercaba mucho y mas bien la admiraban a cierta distancia.Esta idea se convirtió en una obsesión quería encontrar una razón, un por qué, hasta que un buen día se percató de que a su lado siempre había un sapo grande, grotesco y que siempre paraba con la lengua afuera y de inmediato dedujo que éste era quien le daba mal aspecto y por eso nadie la veía mas de cerca.

Se sintió indignada y no dudó en increparle al sapo semejante afrenta y le ordenó que se marchara de inmediato puesto que no tenía ningún derecho para malograr la estética del paisaje donde ella era el centro.

El sapo enjugó una lágrima que bajó por su arrugado rostro y balbuceó muy bajito:

- Si mi presencia te ofende entonces me iré si así lo quieres...

El sapo partió hacia un estanque próximo que había en un bosquecillo cercano y se sintió reconfortado entre nenúfares y helechos que, aunque menos vistosos, lo acogieron sin importarles su aspecto.

Al cabo de unos días el sapo se animó a dar una vuelta por el jardín donde estaba la bella rosa y cuando por ahí pasó, grande fue su sorpresa al encontrar a la vanidosa totalmente marchita, descolorida, sin hojas y casi sin pétalos.

- ¿Que te pasó que te ves tan mal?, le dijo.
Y la rosa contestó muy apenada:
- Es que desde el día que te marchaste las hormigas invadieron el jardín y me han comido día a día, ahora la gente ya ni me mira de lejos y pasan de largo, pronto moriré; fui una torpe al no darme cuenta que estando tu aquí te comías a las hormigas y por eso siempre eras la mas bella del jardín... espero que me perdones antes de que muera.

La rosa no murió, el sapo se quedó nuevamente en el jardín y esa misma tarde acabó con todas las hormigas y la rosa pronto recobró todo su esplendor, el sapo supo perdonar la ofensa y la rosa aprendió a reconocer el valor de quien siempre estuvo a su lado.

Es muy fácil despreciar a quienes consideramos diferentes o “extraños” tendemos a subestimar a los “otros” por que creemos que somos más que ellos, más bellos, “superiores” o simplemente que no nos sirven para nada o que nos dan mal aspecto. Nadie esta de más en éste mundo ... nadie sobra en este mundo, todos tenemos un lugar, algo especial que hacer, una cosa que aprender de los demás u otra que enseñar. No debemos humillar a nadie, no vaya a ser que esa persona sea la única que pueda tendernos una mano salvadora ante algún peligro del que ni siquiera estemos conscientes.

Se trata entonces de encontrar el sitio preciso de nuestra pincelada en la acuarela dela vida y respetar el trazo del que está a nuestro lado, sin matices el cuadro de la vida estaría incompleto o sería un lienzo vacío, monocorde y muerto.
Mario Domínguez Olaya

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