viernes, 3 de octubre de 2008

UN CAMPAMENTO INOLVIDABLE


A puertas de tener este mes de octubre un campamento de confraternidad, la historia que es parte de la historia de cada uno de los que ese sábado 23 y domingo 24 de julio de 2004 fuimos a Obrajillo, acogedora localidad de Canta, al noreste de Lima.

Salimos como siempre mucho después de la hora pactada, algunos retrasos con justificación, otras tardanzas no debidamente fundadas como "que me demoré por pasear al perro", "los tamales estaban ricos y me comí otros tres más", o por ejemplo otro compañero que nos dijo que "tuve que salir peleando con mi mujer porque no me dejaba salir de la casa.." Es decir una filigrana de historias que condimentaron de alguna forma el comienzo de nuestro paseo.
El punto de reunión fue mi centro de trabajo en San Juan. Los autos de los compañeros estaban cargados con las cosas para el camping: frazadas, bolsas para dormir, agua, carpas, leña, ollas, etc. nada faltaba. A decir verdad fue un improvisado paseo que se organizó practicamente de la noche a la mañana y que sólo muy pocos de nosotros pudo ir. Eso sí, los que fuímos la pasamos bien y hasta ahora es el más divertido y anecdótico que hemos tenido.

Llegamos casi al caer la tarde, inmediatamente nos pusimos a armar las carpas y prender la leña. Sabíamos que iba a ser una noche muy fría y teníamos que calentarnos de algunas manera, la leña era fija como el trago de rigor. Trajimos para comer, carne para la parrilla, algunos chorizos y pan, suficiente para aplacar el hambrosio que llevabamos encima. Cantamos algunas canciones para romper el silencio y la calma del lugar. Luego prendieron el equipo de una de las camionetas y la bulla rompió la noche, canciones del recuerdo, salsas y algunas trovas más recorrían el lugar.

La noche estrellada era un buen telón para contar nuestras cosas, aquellas que no la decimos a menudo, otras cargadas de algo de ficción, todas muy entretenidas. El trago nos calentaba de ese frío de la sierra de Lima, pero también nos subía a la cabeza. Huguito ya tenía almacenado en su gran cisterna unos cuantos litros más y nos llevaba ventaja. Pedía con nostalgia la presencia de su "Pitita", sí, aquel compañero de campamentos que ese día estaba ausente, "Pitita...donde está Pitita...donde estás amigo, porqué no haz venido?" era lo que se oía en la oscuridad de la noche.

El primero en irse a dormir fue el zambo Julián, con su acostumbrada pijama de franela con dibujos animados impresos, se fue a descanzar cogiendo su frazada y su osito de peluche. Muy pocos nos quedamos hasta altas horas de la noche, las chelas, rones, tequilas y whiskys terminaron en botellas vacías sin alma, nosotros con hartas ganas de dormir.

Amaneció y el primero en ponerse de pie fue César Velazco, al rato salí de la carpa y junto con Juan Alejandro fuimos a asearnos un poco. La mañana estaba hermosa, no nos habíamos dado cuenta de lo espectacular que estaba el lugar, como vinimos casi de noche la vegetación y el clima pasaron desapercibidos. El amanecer silencioso con el único trinar de las aves presagiaban un buen día. Mientras la comisión que prepararía el desayuno trabajaba, fuimos a despertar a los más dormilones, Julián, Hugo, Percy y Paul (amigo de Hugo) seguían en lo suyo, hasta que por fín al sentir los deliciosos olores de la avena con chocolate salieron presurosos al ataque.

Cesitar se quejaba hasta el cansancio de que porqué no le advertimos con tiempo que era un campamento y no un paseo, el muy despistado creía que íbamos a pasar la noche dentro de un cálido cuarto de hostal, lo que sabemos es que la noche la pasó temblando hasta que encontró su cobija en una carpa y según dicen hasta soñaron lo mismo.

El ambiente era muy propicio para la diversión y de seguro que la mañana sería muy corta para lo que teníamos que hacer. No satisfechos con el vaso de avena fuimos a tomar desayuno al pueblo. Allá encontramos un agradable lugar, nos colmó de atenciones y nos regaló lo mejor que tenía. Tamalitos, pan con chicharrones, leche con café, buen queso de cabra, etc. fue lo que desfiló por la mesa. Ya repuestos y con el buche lleno regresamos al campamento y nos organizamos.

Decidimos arreglar todo y empacar para que tengamos mas tiempo después.

Salimos para el criadero de truchas, ver un poco como es la vaina de criar estos pecesitos, producción anual, insumos, materias primas, etc. De ahí partimos a alquilar caballos y de pasadita a gozar de un tour por todo el sitio, nos cobraron 10 soles por dos horas de paseo, recontra cómodo. A la hora de montar los potrillos, Hugo y el zambo Julián experimentaron un intercambio fuerte de palabras. Huguito ya había tirado lente a un caballito bien pintón y bien parado, como buen angurriento se dirigía hacia el animal cuando Julián le increpa que ya él lo había separado con anticipación porque se había tomado la molestia de ir con Walter a hablar y hacer trato con los dueños. Hugo le dijo: "No me jodas zambito, aquí no hay reservación que valga, no estás en Lima...sube a tu burrita nomás y no me molestes..." Julián mirándolo desafiantemente le dijo que estaba mal acostumbrado a hacer lo que le venga en gana y no le quedó más que montar a una destartalada yegua con una joroba prominente.

La pasamos bacán, vimos la famosa catarata, el mirador, la casa embrujada y demás atracciones reales y ficticias del lugar. Muy impresionante la zona, y pensar que no queda tan lejos de Lima, es un gran privilegio que tenemos los limeños de tener todo a la mano y por tan poco. Era mi tercera visita a Canta pero lo disfruté como si fuera mi primera visita, la verdad es que siempre existe algo nuevo que te llama la atención.

Hicimos que el tiempo se alargara lo más posible, pero al final nos quedó corto. Ya eran mas de las dos de la tarde y un grupo de nosotros decidió regresar a Lima por motivos familiares, el resto siguió con el vacilón. Almorzamos en un pintoresco restaurante donde dimos rienda suelta a la gula y aquí se desató una competencia de contar chistes, Julián se llevó las palmas. Paseamos por la zona un buen rato y el camino hacia Lima nos esperaba, muy cansados pero felices de haber compartido unas horas lejos de la bulla, del stress y del correr diario. Es por eso necesario que nos demos de vez en cuando estos respiros, con nuestra pareja, con nuestra familia o con los amigos. Ahora tienes la oportunidad que solo pasa en años, de salir con tus amigos del colegio a romper la rutina acompañado esta vez de tus antiguos profesores. Este 25 y 26 de octubre será el fin de semana mas divertido de este año, no te lo pierdas...

Pd. Quedaron por detallar la caída del caballo realizada por Walter; el gemido en una de las carpas durante la noche; la entrada triunfal del Llanero con solitaria al pueblo; que algún día relataremos...
Paco Cárdenas Linares

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