El invitado a mi espacio en esta oportunidad es mi amigo César, él es odontólogo y les contará como superar el temor a acudir a un consultorio dental.
EL INFUNDADO TEMOR AL DENTISTA
Son numerosos los adultos que sufren la llamada odontofobia o fobia dental, incluida entre las cinco fobias contemporáneas más importantes y prevalentes del mundo. Quien la padece trata de evitar las visitas al dentista por ansiedad o por miedo. Es una seria condición, ya que aunque los que la sufren reconocen su excesivo temor, no hacen mucho para cambiar la situación. Sólo van al dentista si es por la fuerza o cuando el problema físico se vuelve insoportable. No dormir o llorar antes de la cita o nervios exagerados mientras se permanece en la sala de espera son otros de los principales síntomas.
Este temor conlleva a que de manera directa si somos adultos y tenemos hijos, desarrollemos en ellos la misma tendencia a este miedo infundado. Las técnicas, el ambiente y la actitud del odontólogo de hoy distan mucho de los dentistas del pasado. Además tarde o temprano existirá la postergada visita y es mejor acudir al principio de la dolencia. Mejor aún, para prevenir las posibles enfermedades de la boca. Hay que tener presente que la boca no solo son dientes y lengua, existen otras estructuras muy importantes y los dolores no tienen que ser siempre producidos por una caries dental.
Hay varias razones por las que alguien puede sufrir esta fobia. Entre otras, se incluyen el miedo al dolor (poco comprensible ante las técnicas avanzadas de hoy en día), el miedo a las infecciones o a que éstas no funcionen, el miedo a los efectos de la anestesia, sentimientos de pérdida de control o de invasión del espacio corporal, vergüenza y experiencias previas desagradables.
La mejor manera de sobrellevar este miedo es hablarlo directamente con el odontólogo. Éste, una vez conozca los temores de su paciente, debería hacer todo lo posible para trabajar para su bienestar. Participar del proceso que lleve a cabo el profesional, preguntando sin temor qué es lo que está haciendo, también puede ayudar al paciente, que así puede prepararse para el siguiente paso del tratamiento. Pactar una señal para que el dentista pare cuando uno se sienta incómodo o para tomar aire puede ser también una buena alternativa.
César Cárdenas Linares
Odontólogo
EL INFUNDADO TEMOR AL DENTISTA
Son numerosos los adultos que sufren la llamada odontofobia o fobia dental, incluida entre las cinco fobias contemporáneas más importantes y prevalentes del mundo. Quien la padece trata de evitar las visitas al dentista por ansiedad o por miedo. Es una seria condición, ya que aunque los que la sufren reconocen su excesivo temor, no hacen mucho para cambiar la situación. Sólo van al dentista si es por la fuerza o cuando el problema físico se vuelve insoportable. No dormir o llorar antes de la cita o nervios exagerados mientras se permanece en la sala de espera son otros de los principales síntomas.
Este temor conlleva a que de manera directa si somos adultos y tenemos hijos, desarrollemos en ellos la misma tendencia a este miedo infundado. Las técnicas, el ambiente y la actitud del odontólogo de hoy distan mucho de los dentistas del pasado. Además tarde o temprano existirá la postergada visita y es mejor acudir al principio de la dolencia. Mejor aún, para prevenir las posibles enfermedades de la boca. Hay que tener presente que la boca no solo son dientes y lengua, existen otras estructuras muy importantes y los dolores no tienen que ser siempre producidos por una caries dental.
Hay varias razones por las que alguien puede sufrir esta fobia. Entre otras, se incluyen el miedo al dolor (poco comprensible ante las técnicas avanzadas de hoy en día), el miedo a las infecciones o a que éstas no funcionen, el miedo a los efectos de la anestesia, sentimientos de pérdida de control o de invasión del espacio corporal, vergüenza y experiencias previas desagradables.
La mejor manera de sobrellevar este miedo es hablarlo directamente con el odontólogo. Éste, una vez conozca los temores de su paciente, debería hacer todo lo posible para trabajar para su bienestar. Participar del proceso que lleve a cabo el profesional, preguntando sin temor qué es lo que está haciendo, también puede ayudar al paciente, que así puede prepararse para el siguiente paso del tratamiento. Pactar una señal para que el dentista pare cuando uno se sienta incómodo o para tomar aire puede ser también una buena alternativa.
César Cárdenas Linares
Odontólogo
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