viernes, 25 de febrero de 2011


LOS CARNAVALES EN LIMA

Se termina febrero, el mes mas corto del año y con él, LOS CARNAVALES. Este domingo será el último día donde veremos quizás aisladamente a gente jugando con agua dentro y fuera de sus casas. Sin embargo, las cosas ya no se dan como en antaño y ahora, este juego con agua -que un inicio fue inofensivo- se ha tornado extremadamente violento que hasta hace algunas semanas costó la vida de dos señoritas que nada tenían que ver con los carnavales.

"Carnaval, carnaval...alegría sin igual!, ¡todos a gozar del Carnaval! Mascaritas, vamos a danzar, con ritmo triunfal. Alegremos Lima virreinal, nuestras reinas se divertirán, ..." recuerdo la canción de Filomeno Ormeño en ritmo de polka peruana. Eran los comienzos de los años setenta en donde participaba ya de estos juegos con los amigos del barrio durante casi todo el mes de febrero. En esos tiempos, las vacaciones de verano eran de tres meses y recién íbamos en abril al colegio. En esta oportunidad va mi pequeño homenaje a los carnavales.


Alguito de historia

El carnaval es una de las festividades que tiene ramificaciones ancestrales; posiblemente desde mucho antes que los romanos celebraran sus denominadas “Saturnales Romanas”, que era un tipo de festividad carnavalesca en honor a Saturno, durante la cual reinaba el desorden y la libertad al grado más extremo. Esta celebración fue prohibida posteriormente, con la conversión del imperio al cristianismo. Otros datos apuntan a épocas 4000 años atrás, en Babilonia; donde se veneraba a “Marduk”, dios fundador de esa legendaria ciudad, en el colosal templo que lindaba con los famosos jardines colgantes, una de las Maravillas del Mundo.


Algunas de las costumbres carnavalescas, llegaron hasta América, con los navegantes españoles y portugueses que nos colonizaron a partir del siglo XV. Ellos trajeron la costumbre española existente durante el reinado de los Reyes Católicos, de disfrazarse en determinados días, celebrando bromas en lugares públicos. Otra posible etimología, del término carnaval, podría derivarse del latín medioeval "carnelevarium", que significaba "quitar la carne"; que implicaba la prohibición religiosa del consumo de carne durante los cuarenta días que dura la cuaresma; lapso de tiempo que se iniciaba inmediatamente después del “Miércoles de Ceniza”. La costumbre de usar máscaras, que se cree tuvo orígenes religiosos y espirituales, derivados del culto a los muertos; fue precisamente para que quienes los usaban pasasen desapercibidos.


Si la palabra "Carnaval" respalda todas las travesuras, desenfreno y alborotos que valgan, o si, por el contrario, el carnaval es el desahogo de los 40 días de cuaresma, en medio de ayuno y abstinencia, o si, es la celebración al Dios Baco, el Dios del Vino, no lo sabemos. En nuestra sierra y zonas andinas, el carnaval es una mixtura entre la celebración por la cosecha recogida, y el agradecimiento a la tierra o Mama Pacha por los frutos que nuestro suelo nos brinda. Lo que sí sabemos, es que bailar , brindar y celebrar, es lo caracteriza a todas las fiestas carnavalescas en todas nuestras ciudades.


Los Carnavales a comienzos del siglo XX

Recuerdo ver a mis padres y abuelos jugando enmascarados con un unos chisguetes que contenían agua y otros con perfume de temperatura muy fría. Estos chisguetes de eter, llamados "colombinas" popularmente, fueron prohibidos después por ser muy peligrosos. Segun mi abuelo eran para ser usados bajo la falda de las damas y robarles a éstas un "cosquilleo" y muchas risas. Sin embargo, creo que detrás de esto, estaba algo de "mañosada". En Lima -me contaba- que en las casas de familia se practicaba el juego de agua o los ataques con pintura de colores, batallas de flores, agua y papel picado, serpentina, antifaces y estos famosos chisguetes de vidrio con sifón. El juego en los distritos populosos de Lima eran entre conocidos. Se "jugaba" entre amigos y familiares, y con la venia de las autoridades. Pasan los años y es cuando el alboroto violento se hace de las calles, cometiéndose excesos. La palomillada tras una chica que transita alegremente por la calle y es blanco de la "turba mojadora". Ese cuadro se ve hasta ahora, con el agregado de ser más violento y atentar contra el pudor y la moral.


Juego violento


Mi padre me contaba que ya desde finales de los años cincuenta y comienzos de los sesenta, el índice de violencia callejera en este juego tradicional desdibujaba lo que era en sus inicios -por lo menos en Lima (principios del siglo XX). En el año 1958, en que la violencia del carnaval tuvo su máxima expresión y acabó en tragedia. Me contaba que fue testigo como un tranvía atropellaba a una mujer que escapaba de una turba. Los servicios se detuvieron, nadie quería salir por miedo a las turbas callejeras, que atacaban a los transeúntes con matacholas (instrumento artesanal a base de pantimedias rellenas con talco o con yeso, a manera de una honda incaica), piedras o palos. La respuesta del Gobierno no se hizo esperar. El entonces presidente, Manuel Prado, con Decreto Supremo Nº 348, ordenó se suprimiera todo juego de carnaval en todo el territorio de la república a partir del año 1959.


También se celebraba la llegada del Ño' Carnavalón, costumbre que ya se ha perdido en Lima. A su paso recrudecía el juego de agua, barro, aguas negras, betún para zapatos y hasta piedras. Siempre existirá un buen pretexto para el bandalismo, es que esta tradición tiene algo de pagana, de desenfrenada y liberadora.


La inminente desaparición de los carnavales

La celebración de los pueblos en las provincias está llena de mucha tradición, la gente todavía conserva el sentir alegre y festivo de esta celebración con toques de folcklore, sin embargo aquí en la capital, gracias al incremento de la delincuencia, de las pandillas de muchachos desubicados y al desenfreno sexual, las cosas van siendo insostenibles en el control. Ayudando a la extinción de esta fiesta popular, está el corte de agua que Sedapal realiza durante el día en que se juega con agua, argumentando que existe un desmedido consumo de productivo del líquido elemento.

Entonces, vamos siendo testigos como se va perdiendo -por muchos motivos- de aquel inocente juego con agua que contagiaba de alegría a grandes y chicos, y que queda en el recuerdo de los que alguna vez tuvieron la oportunidad de jugar en Los Carnavales de ayer.


Paco Cárdenas Linares

1 comentario:

  1. Los carnavales siempre han sido pretexto para la violencia y la mañosería. Eso ahora y antes.

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