viernes, 18 de febrero de 2011


EL CINE SUSY: MI RECORDADO CINE DE BARRIO


Hace unas semanas atrás pude ver otra vez en versión DVD la película “Cinema Paradiso”, un excelente film que te deja con sabor a nostalgia por el buen cine. No soy cinéfilo y veo muy poca televisión, sin embargo la película en mención hizo que recuerde al CINE DE BARRIO, aquel lugar que se transformaba en todo un acontecimiento de entretenimiento cuando se iba con amigos y primos, como en mi caso.

Mi padre acostumbraba durante mi infancia, llevarnos a ver películas de estreno. Recuerdo matinés en el Cine Western, Petit Thouars, Alcazar, Azul, Metro, Orrantia, Country, Alhambra, El Pacífico, San Martín, Le Paris (en su mejor época), etc. Siempre en familia veíamos obras de Disney, alguna comedia y películas de acción. Sin embargo unos años después adquiero algo de independencia y junto con mis primos mayores llego a conocer mis primeros cines de barrio: El Lux, El Ollanta, El Odeón, Super Hall (que también semanas después proyectaban los estrenos) Aquí soñaba con las gestas de Carlomagno, me deslumbraban las hazañas de Ursus, la fuerza de Goliat, Hercules y Maciste. Era la época donde las películas épicas y de aventura estaban de moda. Comiendo canchita, manzana acaramelada y Bimbo sabor naranja transcurría la tarde del domingo para después regresar a casa. En esos tiempos pasaba mis vacaciones de verano entre Lince y La Victoria.


Algunas veces también visité el Metropolitan para hacerme un "lavado de ojos", esos que se hacen de adentro hacia fuera. En aquel cine y el City Hall se proyectaban películas hindúes (o indias, o como se llamen, lo que se conoce ahora como Bollywood). Donde todo era válido para arrancarte una lágrima.


Ya en plena adolescencia -a finales de los años setenta- mi sala de barrio se llamó Cine Susy. Sala que toma su denominación -según decían- del nombre de la propietaria. Estaba ubicado entre las avenidas San Juan y Pachacutec, ahora convertido en un 90 % en casino y sala de juegos con tragamonedas. El cine sigue con sus funciones diarias, pero solo se circunscribe al segundo piso, lo que antes era la “platea alta”.


Cada barrio tenía su cine con programas que variaban diariamente, excepto el fin de semana. Las salas fueron multiplicándose con detalles arquitectónicos de buen gusto, pinturas y cortinados. En San Juan, El Susy era el “rey”, le seguían El Victory y El Delia en Villa María del Triunfo. Cuantas veces fui al Susy con los muchachos del barrio a ver películas de Kung fu y karate, a cargo –en la gran mayoría de ellas- de Bruce Lee y Chuck Norris. Los Westerns también era lo que se proyectaba en esa época. Títulos como “Zabata viene a matar”, “Lo bueno, lo malo y lo feo”, “EL ángel y el pistolero”, etc. Actores como Lee Van Cleef, John Wayne, Clint Eastwood, Franco Nero y Charles Bronson adornaban los carteles publicitarios en las salas de estos cines. ¿Se acuerdan del tiempo del Spaguetti Western?, ¿esas películas del oeste americano que las realizaban en Italia? O aquellos films que divertían tanto en donde la dupla conformada por Terence Hill y Bud Spencer, eran todo una "mate de risa".


Me acuerdo del sonido prolongado de un timbre en el hall, anunciaba el comienzo de cada película. Estas funciones lograban un lleno casi total y eran las funciones más sonoras, por los pataleos, gritos y los chiflidos originados ante cualquier inconveniente técnico, muy frecuente por la mala calidad de las copias proyectadas. Las pulgas, los chicles pegados en los asientos, los insultos de uno y otro lado eran otros agregados más que teníamos que lidiar.

En los tiempos gloriosos del Susy, algunos de los Maristas Boys 78 hemos ido en mancha a ver películas para mayores, siendo aún menores de edad. En esos tiempos para ser mayor tenías que tener más de 21 años y nosotros éramos mocosos de 15 o 16 . Aquellas películas inolvidables en donde bellas actrices italianas como Gloria Guida, Edwige Fenech, Ornella Mutti, Stefania Sandrelli, Laura Antonelli, que daban vida a filmes como “Seka la erótica”, “La instructora del servicio militar”, "Pepito va al colegio", "La Doctora arma el lío"“Dios mio qué pecado”, etc., fueron del deleite de la muchachada. También estaban las comedias picarescas con Lando Buzanca, entre ellas "El mirlo macho" que inspiró la chapa que le pusimos a Custodio. Sin embargo para ingresar y no ser ampayado en la entrada era toda una lotería. Me acuerdo un clásico día –que de seguro muchos recordarán- fuimos creo que más de 10 de nosotros. Entre ellos estaban Martín, Miguel “El cabezón” y el chato Paredes. Todos compramos nuestras entradas en la boletería poniendo cara de viejo y fumando un cigarrillo para que funcionara el engaño. Todos logramos “burlar” al recepcionista de la puerta menos Miguelito. Los nervios y su cara de bebé fueron los que impidieron su ingreso, a pesar de ser el más alto de todos. El Chato Paredes con su metro y algo más de estatura, entró sin ningún problema. Lo que pasaba es que el tío de la puerta se hacía de la vista gorda y para no hacer roche, de cada grupo se quedaba uno, siempre el último o el más hue…

El Susy llegó a funcionar con la modalidad de Cine Continuado, aquí el espectador entraba a la hora deseada y salía cuando se le ocurría. Esto se dio durante los últimos dos años de los setentas y comienzos de los ochentas, sobre todo con las películas para adultos, sin embargo este sistema no prosperó. Las funciones porno eran su fuerte en esos años. Todo San Juan estaba reunido allí, era casi imposible no reconocer caras amigas. Ibamos con gente del colegio o con amigos del barrio y todos nos encontrábamos en el cine y hacíamos una gran “manchaza”. Sin embargo, fue en los años ochenta, cuando se liberaliza el porno, que comienzo a ir a las funciones de medianoche en los cines de barrio, y el Susy no podía ser la excepción. En esos tiempos no existía masivamente el VHS ni el DVD, ni televisión por cable y era de obligación una cita con el erotismo. Me acuerdo ahora, ver muchachos haciendo cola comiendo su pan con huevo y emoliente, vendedores de jebe (profilácticos) y de cigarrillos. Hasta las chicas de la noche que pululaban alrededor del cine para cargar después con algún parroquiano excitado con la proyección. Ya dentro del antro -lugar en que se convirtió el Susy-, prostitutas en complicidad con el boletero entraban a la sala y se acomodaban al lado de algunos espectadores y los llevaban al baño. En cuestión de minutos regresaban luego de haber “exprimido” literalmente a su víctima. En el colmo del desenfreno y el exhibicionismo me acuerdo haber visto a putas realizando felatio en las mismas butacas, era una doble función prácticamente.

En los tiempos actuales, nuestro cine de barrio se ha convertido en un antro del vicio y centro de drogadictos, malechores, homosexuales y travestis.


Los tiempos van cambiando y muchos de estos cines, ahora son templos de oración o casinos, inclusive algunos convertidos en galerias comerciales, tal es el caso de algunas salas de Surquillo. Otros se remasterizaron o se vendieron a franquicias internacionales y se convirtieron en multicines, sacándo el máximo provecho al espacio. Atrás también quedo el único autocinema que tenía Lima, el "DRIVE IN" de Limatambo, que quedaba en las inmediaciones del antiguo aeropuerto de Lima en Corpac, siendo lo que ahora es El Banco Continental. Recuerdo haber pasado por allí con mis padres y ver desde fuera alguna película, claro sin sonido. Se podía hacer eso ya que lo que circundaba al cine eran chacras y espacios abiertos y se divisaba el gran ecran desde cualquier lugar. Aquí uno entraba en su carro, casi siempre con su pareja y era una manera muy solapa de dar rienda suelta al "amor". Esa forma de "legalizar" caricias, besos y algo más llegó a su fin con el desarrollo de la industria hotelera en Lima. Practicamente muchos salían sin saber de qué se trató la película.


La tecnología ha resucitado a las salas de cine. Efectos sonoros, aire acondicionado, 3D, soundround y demás, hacen que el espectador disfrute del espectáculo al máximo, aún no siendo amante del cine. Sin embargo todo ese avance trajo abajo a las humildes salas de barrio, aquellas que fueron fieles testigos de nuestro crecimiento, anécdotas, madurez y que cumplieron su rol dentro de nuestras vidas.


Paco Cárdenas Linares

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