jueves, 26 de junio de 2008

La Máquina del Tiempo: La Madre Eucaristía


Esta instantánea corresponde a Mayo de 1970. En ella aparece la recordada Madre Eucaristía, la hermana que se desempeñaba como nuestra tutora cuando cursábamos el segundo año de primaria. En la foto ella aparece con el entonces presidente de la Apafa, el señor Luis López Sartori, padre de nuestro amigo, el finado José López.

Desde un principio demostró Sor Eucaristía ser una hermana de carácter y lider entre las hermanas que ayudaban en la educación en el colegio por aquellos años. Mirada firme pero tierna, ojos azules y boca pequeña. Así como también era característico en su rostro aquel "lunar de carne" que sobresalía en su piel clara. Era todo lo que se podía dejar ver aquella mujer cubierta por la sotana que dignamente llevaba a todas partes. Para nosotros, los niños del pasado, no la podíamos imaginar de otra manera que no sea así con hábito y cubierta de cuerpo entero.

Cuantos castigos recibí de ella, me acuerdo. Como la de ponernos de rodillas en una esquina del aula, con las rodillas desnudas encima de maíz o aquellos golpes con regla de madera de 30 cms y con filo de metal. Eran caricias que se permitían en la enseñanza, que los padres de familia ni pestañaban cuando se enteraban que ocurrían en el salón de clases. Su preocupación en ese año era la lectura, la ortografía, la caligrafía y las matemáticas. La letra tipo Palmer era la oficial y nuestros escritos sólo eran con lápices Mongol. Cuando nos tocaba una felicitación de ella siempre iba acompañada de un sticker pegado en la página evaluada -así como ahora se hace-, por otro lado diremos que los cuadernos eran doblemente forrados: primero con papel forro azul con la etiqueta pegada al centro y cubierto con forro transparente, en ese tiempo solo había Vinifan. En lo referente al uniforme para los varones, fue el último año en que se llevó el tradicional uniforme comando (con corbata, galones y kristina incluídos).

Para mí fue muy dificil reconocerla después de muchos años, verla nuevamente saliendo de un establecimiento comercial en Surco. Ella después de 23 años, la volvía a ver. La abordé y me presenté, lógicamente no me reconoció. A su mente senil volvieron los recuerdos cuando le hablé del Maristas San Juan, del Hno. Juan Rovira y de las otras hermanas. Se alegró mucho y le dije que siempre la recordamos cuando nos juntamos en grupo. Me dijo que estaba en una casa de retiro de su orden y que se encontraba también con ella, la Madre María Luisa y la Madre María, también de aquella bella época.

Era la primera vez que la ví como realmente era, su cabello ahora cano, hasta sus orejas pude ver...Nos dimos un fuerte abrazo y me dijo muy tristemente a manera de despedida, que ore por las vocaciones, que cada día existen menos sacerdotes, hermanos maristas y hermanas dedicadas a la vida por Dios y el prójimo, y que depende de las nuevas generaciones las que motiven un mejor acercamiento a Dios.
Han transcurrido 15 años de ese encuentro muy significativo para mi y creo que al agradecerle en nombre de todos nosotros, sus alumnos, recogí el sentir genuino de los que compartimos con ella la experiencia de ser sus alumnos y ella nuestra maestra.


El Editor

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