viernes, 27 de junio de 2008

“UN REAL, UN MEDIO”: DE MENDIGO A MILLONARIO

No vayan a pensar que es parte de la película que interpretaba Eddie Murphy y Dan Aykroyd en 1983, ni mucho menos una historia extraída de esos libros de superación personal y liderazgo. Nada más alejado de la realidad.

Es una pequeña y cómica historia que data del tiempo del colegio y que César Velazco hace meses hizo que volviera a mi mente nuevamente.

Resulta que en el tiempo en que transcurría el recreo en el colegio se hacía lo que podía para poder distraerse un poco, los alumnos provistos de pelotas de fulbito, chapitas llenas de barro, canicas, etc nos disponíamos a pasarla bien durante ese tiempo tan pequeño de descanso entre clase y clase. Sólo existían dos, uno pequeño de 10 minutos que solo servía para tomar un poco de aire y otro de 20 minutos, para entre tantas cosas comer algo.

Un día le estuve contando a César Velazco sobre la película hindú “Mendigar o morir”, que la había visto en el cine y que el argumento era muy triste, lleno de pobreza y miseria. Me acordé que en esos momentos no tenía nada en los bolsillos también, y como jugando nos pusimos a extender la mano pidiendo unos centavos a propios y ajenos. Él se chupó y todavía recuerdo que me entregó lo que había recolectado. A veces César, Martín y Ray me seguían para después “hecho el trabajito” disfrutar juntos algo para comer.
No sé como podía realizar tal acto, entre juego y payasada salía algo de cualidades histriónicas al extender la mano. ¿qué cara pondría y qué gesto realizaría que en un toque me entregaban su colaboración. Era sorprendente que con tan solo pronunciar: “Un real, un medio...por favor” que eran las monedas de más baja valía de entonces, los alumnos de todo el colegio colaboraban con nuestra anecdótica causa.

No todo era tampoco color de rosa y nos la llevábamos fácil. Existían alumnos de otros salones que me insultaban y hasta algunos nos correteaban por todo el patio porque se sentían ofendidos con tal acto. Del otro lado de la gente, existían los “caseritos”, aquellos que siempre nos daban algo, entre ellos estaba nuestro compañero Monroe que siempre su cuota no era nunca menos que un jugoso sol – aquellos de verdad por supuesto- , con esa linda gente nuestro botín llegaba diariamente a 4 soles aproximadamente, gran cantidad de dinero en aquellos tiempos.

“Mendigando y mendigando” transcurrió todo el año, creo que fue 1974. El “negocio” lo comenzamos en junio y duró hasta diciembre del mismo año. Terminado eso tiempo, decidimos disolver la sociedad. Ya no teníamos que preocuparnos por la merienda. Unos minutos antes que terminara el recreo más amplio, corríamos todos al kiosko de los Candiotti, plata en mano comenzaba a pedir y a pedir para mi y mis amigos.

Fue una experiencia que ahora me da risa pero no me avergüenza para nada. Pienso que esa travesura planificada y sumamente organizada sirvió para muchas cosas, nos divertía y aprendíamos la lección que las cosas resultan muy fáciles cuando las hacemos en conjunto. El grupo que me acompañaba desde lejos se encargaba de escoger a las “víctimas”y otro me seguía no tan lejos para cuidarme de las posibles agresiones. Todos al final compartíamos aquel fruto del trabajo, si se le puede llamar así a eso....Está demostrado creo entonces que desde siempre disfruté del trabajo grupal, aunque para ser sincero, siempre me tocaba la peor parte...

Paco Cárdenas Linares

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