viernes, 13 de junio de 2008

SANGRE, SUDOR Y LÁGRIMAS (PARTE 2)

Esta es la segunda parte de aquellos relatos que motivan el recuerdo de los años en el colegio. No pretendo dejar alguna enseñanza ni lección al relatarlos, sólo la evocación de aquellos pasajes que han vuelto del pasado a mi mente y quizás con ellos retrocedas en el tiempo conmigo también.

Sentimiento combativo

Resulta que era 1977, estábamos en cuarto de secundaria, ya algo mayores y estábamos experimentando unas de las tantas huelgas magisteriales que se producían por aquel entonces, acuérdanse que eran tiempos de la dictadura militar y nos gobernaba Morales Bermudez. Juan Borea nos había llamado a una reunión casi clandestina un viernes al caer la tarde.

Si no me falla la memoria era para comentar sobre la situación que el Perú estaba atravezando por aquellos días, la huelga, el costo de vida, los paquetazos, los derechos humanos y la libertad de expresión. Teníamos que dar nuestro punto de vista como alumnos y como juventud con criterio. Juanito nos confesó que los profesores del Maristas San Juan en solidaridad con los colegas que trabajaban en sector público, iban a paralizar sus labores unos días. Nos informaba y nos pedía nuestra opinión para que también los alumnos se pronuncien ante aquella situación que preocupaba a todos en general.

Resulta que llegamos a la conclusión que entrábamos al paro. Creo que en esos días las garantías constitucionales se habían suspendido porque gozábamos de un estado de emergencia, donde estaban prohibidas las reuniones y manifestaciones públicas. Juan había logrado el permiso del hermano director con el barajo de realizar un trabajo de estudio grupal. Para esto estábamos sumergidos en un espíritu "social y combativo" y sentíamos la necesidad de manifestar toda la efervescencia que guardábamos dentro. Como siempre Ray, el infatigable agitador desde el anonimato exponía razones fuertes para enarbolar nuestro sentimiento más tanático posible para entablar una lucha cuerpo a cuerpo con Luchito Sayán. Dentro del salón de clases, como sabemos Lucho era la lorna y en virtud a la verdad caía antipático, tenía un "nosequé" que "jalaba" multitudes pero para darle de golpes. Me acuerdo que Juan nos advirtió que tengamos mucho cuidado y que actuemos con mucha discreción al salir. Él salió antes que nosotros con su pintoresca motocicleta. Salimos en la total oscuridad, ya era de noche y por allí se escuchó la célebre arenga "Eh...a Sayáaannn" que todos conocemos (ya se imaginan ustedes quién la soltó) y que encendió pasiones. Sin mentirles al pobre Lucho ese día le llovió de todo, nunca antes había recibido tan descomunal paliza. Bajo la oscuridad de la noche recibió patadas, puñetes y demás injurias.

Tanta fue la paliza que le fracturamos el brazo. Lucho regresó el lunes a clases con el brazo izquierdo enyesado producto de los certeros golpes que recibió aquella "noche combativa". Queríamos sentir un poco de adrenalina y aplacar el furor terminando todo en una agresión sin precedentes que pudo haberse evitado, realmente nunca me imaginé presagiar aquel fatídico desenlace.

Héroe del atletismo

Cursábamos también el cuarto de secundaria, era la hora del curso de educación física y nos tocaba practicar atletismo. Todos teníamos que desfilar frente a Manuel Chiroque, nuestro profesor. Era la prueba de salto triple, algo para mí muy dificil de ejecutar ni siquiera medianamente bien. El problema que teníamos algunos es que muy poco veíamos al profesor instructor realizar desplazamientos gimnásticos y hacernos alguna demostración. Pero también existían los alumnos "estrella", aquellos que les salía todo a la hora del ejercicio. Sergio Alfaro era uno de ellos, y como era el primero de la lista, todos tratábamos de hacer las acrobacias como él.

Habíamos pasado algunos minutos de práctica y el profe dijo que al final de la clase se iba a tomar examen para el salto triple. Chiroque dijo que llamaría por orden de lista para dar la prueba. Todos estábamos practicando, y la verdad que a mí no me salía la experiencia tan mal. Faltaban 30 minutos para terminar la hora de clase y comenzó a llamar para la prueba. Nadie se había percatado que unos metros más allá de la pista atlética había una malla de alambre enrollada muy discretamente. Le tocó el turno a Sergio y para su mala suerte saltó excelentemente hacuiendo un impecable salto triple. Cuando uno hace esa prueba como sabemos al terminar el salto, el cuerpo sale impulsado hacia delante y eso fue precisamente lo que pasó con Alfaro y su salto. Al terminar su hazaña cayó encima de la red alambrada desgarrándose la piel de la pierna de manera contundente. Es cuando en ese preciso momento la sangre corrió por sus piernas, la herida era muy profunda. Su reacción fue muy aparatosa e imaginamos lo peor. Los gritos alertaron al profesor y de inmediato lo trasladamos al tópico del colegio, la hemorragia no paraba y el hermano Manuel creo fue el que lo llevó a la asistencia pública para su recuperación. Fue tanto el alboroto que se presentó que muchos alumnos salieron de sus aulas para presenciar el acontecimiento. Chiroque recibió una "chiquita" de "colorao" y se suspendió la clase de educación física de ese día, motivo por el cual quedamos todos salvados por el héroe del deporte que resultó ser en esa oportunidad Sergio...

Paco Cárdenas Linares

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