LUCHITO SAYAN: EL INCOMPRENDIDO REY DE LAS PISTAS DE BAILE
La historia del otrora "Tony Manero" de Los Maristas Boys 78
Una remembranza de los últimos meses de 1978
Llegó el último año en el colegio, también con él, la fiebre
de la música disco y toda la moda que con ella desató. Era 1978 y finalizando
setiembre se estrena -con unos 11 meses de atraso- Saturday Night Fever o
Fiebre del Sábado por la noche con el novato actor de entonces,
un casi desconocido John Travolta. La música de la película o también
llamada banda sonora ya se estaba vendiendo casi con un año de anticipación, lo
que generó mucha expectativa en los jóvenes de entonces. Por supuesto Sayán
Vicente se compro su LP doble de vinilo y la hacía de Fred Astaire delante del
espejo, ensayando algunos pasos a lo Travolta. No se acuerda cuantas veces tuvo
que ver la película para gozar de la música y tener frente al maestro Tony
Manero deslizándose en la pista de baile multicolor.
Es cuando alguien le sugiere que se inscriba en un concurso de baile que Radio Panamericana organizaba desde hacía varios meses. Él no lo piensa dos veces y se anota para participar y demostrar a todos que tenía un don para el baile y esa personalidad que poseía, iba a contribuir al total triunfo dentro de las pistas de baile.
El Soundtrack de la película fue todo un exitazo, 250 mil copias vendidas, que
era un montón en aquellos tiempos (no había piratería discográfica) y estalló
una fiebre conocida entonces como Travoltismo o
Travoltamanía. En 1978 la película llegó a Lima para ser estrenada en el cine Metro, que por
entonces mantenía su prestigio pese a que el centro de Lima iniciaba su
decadencia. El éxito fue inmediato.
La gente hacía largas colas en los cines, compraban el long play, organizaban
concursos de baile y los temas de la película copaban las radios, recuerdo que
todos los muchachos hablaban solo de la película y de Travolta. Por su parte
Lucho tranquilo nomás practicaba su baile por horas. Ustedes dirán ¿qué? ¿Sólo
se la pasaba bailando todo el día? Él estudiaba inglés en la Brown.
La música que sonaba por aquel entonces era predominantemente
disco. El primer tema que alcanzó el éxito fue "Deberías estar
bailando" (You should be dancing), que los Bee Gees habían lanzado en el 76
y ya tenía disco de Oro en los Estados Unidos. Luego el fenómeno se afianzaría
con éxitos como "Cuán profundo es tu amor" (How deep is your love),
"Sobreviviendo" (Stayin' Alive) y "Fiebre nocturna" (Night
Fever). Los temas disco se filtraron rápidamente en un ambiente musical
dominados por temas como "Te amo", del italiano UmbertoTozzi, "YMCA" de Village
People, "Celos" de Camilo Sexto, "Por muchas razones te quiero" de Palito Ortega
y "Quién te cantará", de Mocedades.
Lucho practicaba mañana y noche. No se perdía de
ningún fin de semana para visitar las escasas discotecas que habían en San Juan.
Los concurrentes a las que habían en Lima eran sobre todo gente acomodada que
había viajado al exterior o tenía noticias de ese tipo de locales nocturnos.
Entre las más concurridas estaban el Eri Max, ubicada en Canaval y
Moreyra; El Escarabajo, de Arriola −que por esos días era un lugar
exclusivo−; El Club Unicornio, del Paseo de La República; El Mokambo de la avenida Wilson y La
Miel, del Ovalo de Miraflores. El estallido comercial originó la aparición
de numerosos locales de baile y hasta academias donde se enseñaban los pasos de
Travolta. Sayán solo se conformaba con bailar en el KV 7, la de Juan Castilla, La
Mansión, en El Gallinero y en la de Juan Ochoa.
En aquellos años era muy tranca invitar a una chica
a una Disco. Tenía que ser uno muy audaz para proponerle a una “amiga” que
acepte ir contigo a bailar. Tampoco se tenía la costumbre de salir los fines de
semana. Se tenía muchos prejuicios y los padres de familia no atracaban
fácilmente. Te enchufaban a la hermanita menor o te decían que regrese a la "hora de la Cenicienta". Ahora bién, Luchito se las ingeniaba para llevar alguna fémina y
poder practicar su baile. El arte del floro le facilitaba tal menester. En esos
tiempos era muy triste ver a la gente bailando sola y es por eso que no podía
moverse sin alguna compañía.
Por esos días la mayoría de las radios locales todavía
operaban en amplitud modulada (A.M.). La frecuencia modulada (F.M.) no estaba
muy difundida. Los limeños recorrían a saltos el dial limeño entre emisoras como
1160, Panamericana, Miraflores, Atalaya y Radio
San Isidro, que rápidamente se alinearon al influjo de la fiebre disco,
ante la abrumadora demanda del público.
Me acuerdo también que el canal 4 incluyó en su
programación de los días sábadosun enlatado mexicano llamado también "Fiebre".
El programa reunía en su set a los más audaces émulos de Travolta, venidos de
diversas ciudades del país azteca. Chela Branniff y Fito
Girón eran los que conducían aquel programa.
Y llegó el día, Lucho Sayán se tenía que presentar a la etapa
primaria de calificación. Su compañera de baile al final se chupó y no lo quiso
acompañar. No tuvo otra cosa que presentarse a bailar solo, al estilo de John
Travolta. Desde entonces, no es raro ver a gente sola bailando en pistas de
baile. El casting de selección se llevó a cabo con la presencia de algunos
diskjockeys y ejecutivos de la radio, y por supuesto, bailarines de prestigio.
Nuestro amigo se sacudió un poco y entró a la pista. El bailar con saco y
pantalones muy ceñidos no le facilitaban movimientos mas elaborados. El
resultado a pesar de esto y de transpirar copiosamente, fue positivo, Sayán
Vicente clasificó para la ronda semifinal.
Mientras se acercaba el día de la competencia, Lucho
visitaba muy a
menudo el KV 7 de San Juan, demostraba su talento y se ganaba
de pasadita algunas gaseosas y tragos. Era su garbanzal, su paraíso, su hábitat
. No podía creerlo, las chicas merodeaban por doquier y él ni corto ni perezoso
se animaba a cortejarlas, buscándoles la mirada y haciéndolas sonreir con su
frase acostumbrada: “ Saludar no es una ofensa”. Muchas amistades y
amoríos cosechó Lucho, sin pensar que a veces el “tiro le saldría por la
culata”. Afanar a una chica con pareja es pecado mortal, y a veces el muy glotón
recibía algunos “cariñitos” de parte de sus parejas.
La prueba de fuego sería en el Auditorio “Amauta” de propiedad de Panamericana. A pesar del traje de luces y el peinado engominado, Sayán se sentía confiado. Y así fue que pasó a la final, dando saltos de alegría. Era una hazaña, el haber pasado a la etapa final, dado que decenas de miles de muchachos habían quedado atrás. Se tomó unas aguas (llámese refrescos no más), se sacó el saco y esperó el momento definitorio. Se le presentó un inconveniente de último minuto: sus zapatos “Makarios” tenían un problema. Tanto bailar y zapatear a lo Tony Manero, el taco se estaba despegando de la plataforma. Era la primera vez que sudaba frío y no lo podría creer que esto le sucediese justo al final de la jornada.
La prueba de fuego sería en el Auditorio “Amauta” de propiedad de Panamericana. A pesar del traje de luces y el peinado engominado, Sayán se sentía confiado. Y así fue que pasó a la final, dando saltos de alegría. Era una hazaña, el haber pasado a la etapa final, dado que decenas de miles de muchachos habían quedado atrás. Se tomó unas aguas (llámese refrescos no más), se sacó el saco y esperó el momento definitorio. Se le presentó un inconveniente de último minuto: sus zapatos “Makarios” tenían un problema. Tanto bailar y zapatear a lo Tony Manero, el taco se estaba despegando de la plataforma. Era la primera vez que sudaba frío y no lo podría creer que esto le sucediese justo al final de la jornada.
Llegó el momento crucial, se tenía que medir con los mejores de Lima, del Perú y de unos cuántos extranjeros. El premio mayor era de 3 mil soles (un dineral en esos tiempos) ropa, contratos artísticos, etc. Todo esto estaba en juego. Salió a la pista de baile muy colorida, los reflectores iluminaban su figura y la música de los Bee Gees retumbaba sus oídos. Se transformó, se juraba Tony Manero y olvidándose del makario roto emprendió batalla y le puso mucho feeling a su baile. Lo único que recuerda Lucho de aquel instante es la ruptura del fondo de sus pantalones al hacer una maniobra abriendo las piernas, esto hizo que muchos se rieran. Se acordó de los tiempos en que era el “punto” en el salón de clases y se llenó de más valor sacando todo lo mejor de sí.
Luego de su intervención se siguió con la eliminatoria. Pasaron 2 largas horas para conocer los resultados. No paraba de morderse las uñas. Llegó el momento y no lo podría creer: Sayán Vicente había quedado en el quinto lugar en la categoría individual-varones. Cuando el joven locutor Johnny López lo llamó para darle su premio, le entraron ganas de llorar y le dedicó el triunfo a su señora madre.
Dicen que en su casa tiene un espacio muy íntimo donde se encuentran sus discos, las cintas y videos, su traje, sus makarios, algo así como un refugio donde cada vez que puede se encuentra con el pasado, reviviendo sus días de bailarín....
Paco Cárdenas Linares
PD: Esta nota es una re-edición de un artículo publicado en el 2007 en tres capítulos.
El auditorio coliseo Amauta estuvo en ese tiempo consecionado a PANTEL SA.
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